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Política

San Marcos se defiende

“Por eso estudiar en San Marcos era en sí un hecho político democratizador. Ampliaba las bases sociales de las personas que podían intervenir en asuntos públicos".

AGUERO
AGUERO

La Universidad de San Marcos es una de las instituciones más antiguas e importantes del país. Ha sobrevivido guerras, dictaduras, estigma, precariedad. Pero allí está. ¿Por qué dañarla? ¿Para qué atentar contra su patrimonio, su ambiente, su espíritu, en nombre de un mamarracho técnico? ¿Por qué las autoridades en vez de defenderla se conjugan para tolerar su deterioro?

Es absurdo que, en plena propaganda por el bicentenario, no se asuman algunas prioridades obvias, como fortalecer y no menospreciar la universidad pública.

Porque es pública, es laica, es de la ciudadanía. San Marcos fue por mucho tiempo de los pobres. La promesa de ser profesional, aunque se llegara de una comunidad o un barrio marginal. Y eso era disruptivo. Desordenada nuestra sociedad elitista. Por eso estudiar en San Marcos era en sí un hecho político y democratizador. Ampliaba las bases sociales de las personas que podían intervenir en los asuntos públicos.

Quizá sigue siendo la universidad de los sectores populares. Pero estos han cambiado mucho. No son más “el pueblo”. Sin embargo, una tradición crítica no se extingue fácilmente. Así lo demuestran los estudiantes y docentes que ahora la defienden. Generosamente, en nombre de nosotros, el país.


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