Política

El fujimorismo ante su extinción

“Lo que se juega el fujimorismo es su existencia. Y no lo hará pacíficamente”.

Agüero
Agüero

Hace unos años el fujimorismo se esforzó por presentarse ante el país reinventado, como integrante amable del sistema de partidos. Parecía decir: aprendí, soy tolerante, liberal, no me juzguen por el pasado. Era obvio que mentía, pero las cosas funcionan así en las alturas: si el simulacro se puede sostener y no afecta a los demás actores, se sigue adelante.

Poco tiempo después el simulacro ha cedido. Keiko y otros dirigentes han sido detenidas o investigadas. El fujimorismo enfrenta grave riego ante las investigaciones de corrupción. Por eso su lucha no es banal. Se trata de su sobrevivencia como grupo de poder y de la libertad para sus integrantes.

Inicialmente la administración de los efectos de Lava Jato generaba una solidaridad desesperada en la clase política y económica, que buscaba salidas negociadas que minimizaran su costo. Pero ese pacto ya no es sólido. El gobierno no estorba el trabajo de la justicia. Y ha optado por debilitar el poder de obstrucción que aún mantiene el fujimorismo en el Congreso, proponiendo reformas y luego llamando a elecciones.

Por lo tanto, lo que se juega el fujimorismo es su existencia. Y no lo hará pacíficamente. Siendo un grupo de valores antidemocráticos, desestabilizar al gobierno o promover un golpe de Estado cabe dentro de su lógica. Ante eso toca a cada quien en su rol decidir si desea prolongar el simulacro y seguir tratándolos como políticos normales o enfrentarlos y defender una democracia amenazada.