Es una falta de respeto al ciudadano faltar al debate.,Hizo bien el Tribunal de Honor del Pacto Ético Electoral al amonestar a Ricardo Belmont por anunciar que no participará en los debates organizados por el JNE aduciendo que son inservibles, aunque no le falta razón al ‘hermanón’ en que, con tanto candidato, estos terminan siendo pocos útiles, pero eso es expresión del problema de la fragilidad de los partidos políticos. “Parece feria o casting de telenovelas, no sé si va a haber debate, para mí nunca sirvieron, la gente ya sabe por quién va a votar”, comentó Belmont. Es muy difícil organizar un debate que sea útil para el elector –que es para lo que se hacen– entre más de dos decenas de candidatos, un problema advertido en esta modesta columna hace tres meses cuando se supo que había 21 postulantes a la alcaldía de Lima, pero eso no justifica que Belmont incumpla una promesa. Todos los candidatos que firmaron el Pacto Ético Electoral el 13 de agosto se comprometieron a la obligación de participar en los debates del JNE con el objetivo de dar a conocer a la población sus planes de gobierno de la ciudad. El tribunal también amonestó a Belmont por sus expresiones injuriosas contra el JNE y el resto de candidatos, aunque eso ya es algo inherente al estilo del ‘hermanón’. Cumplir un pacto debiera ser un requisito para cualquier candidato y participar en un debate constituye una expresión de respeto elemental al ciudadano. Es fundamental que el postulante confronte sus ideas con los competidores para que el elector pueda tomar una decisión, así como para que queden registradas como compromisos concretos ante el ciudadano. Nada de lo cual parece haber hecho el ‘hermanón’ si se presta atención a sus estrambóticos monólogos cotidianos en su radio RBC. Sin embargo, no se puede eludir el hecho de que un debate entre 21 –o en dos tandas de una decena por noche– es poco útil para confrontar ideas y sacar conclusiones para el momento de votar, pero eso no es un problema de la autoridad electoral sino que es una expresión de la fragilidad de los partidos políticos. Esta avalancha de candidatos en Lima, un fenómeno que se repite en cada provincia y distrito del país, es una expresión inequívoca de problemas de fondo referidos a una fragmentación política que no habla bien del estado de la democracia peruana. Sin perjuicio de lo cual, todos los candidatos –incluyendo a Belmont– debieran estar obligados a participar en los debates electorales del JNE.