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Pacifista argentino se salvó de ser secuestrado: “Les dije que a Gaza no íbamos”

El argentino-israelí y activista por la paz con los palestinos, Moshe Rozen, narra los momentos de terror que vivió durante la invasión del grupo radical Hamás en territorio judío.

Sobreviviente. Toda su vida abogó por la paz con los palestinos, pero no funcionó. Foto: EFE
Sobreviviente. Toda su vida abogó por la paz con los palestinos, pero no funcionó. Foto: EFE

Pablo Duer. EFE

Cuando a Moshe Rozen, argentino-israelí de 72 años y activista por la paz con los palestinos, lo sacaron a tiros del refugio de su casa, no sabía que se lo iban a llevar como rehén a la Franja de Gaza. Pero los cinco milicianos de Hamás que los arrastraron a él y a su esposa Diana hasta la frontera tampoco se imaginaban su respuesta al llegar a la frontera: “Nosotros a Gaza no vamos”. Aquí su relato de supervivencia.

En la madrugada del sábado, con el sonido de las alarmas antiaéreas, Moshe hizo lo mismo que hace cada vez que lo despierta la amenaza de cohetes: correr rápidamente al refugio antiaéreo.

No tardó en darse cuenta de que se trataba de algo más serio que los cohetes a los que ya está acostumbrado, sobre todo cuando escuchó cómo un grupo de milicianos tiraban a bajo la puerta de su casa en el kibutz Nir Yitzhak y comenzaban a destruir todo, haciendo temblar su vivienda.

La pareja de ancianos usó sus cuerpos para bloquear la puerta, pero los milicianos comenzaron a disparar al picaporte hasta que la abrieron, hiriendo a Moshe en un brazo. “Nos obligan a salir y acompañarlos y ya desde el momento mismo de aquel violento encuentro, nos informan que vamos a Gaza”, relata a EFE, no desde la Franja sino desde su cama en el hospital Hadassah de Jerusalén.

En ese momento comenzaron a recorrer, a punta de fusil, los menos de cinco kilómetros que aíslan su vivienda de la valla de separación. Moshe iba descalzo -los milicianos le robaron los zapatos- y su brazo no paraba de sangrar. “Habían abierto una brecha en la alambrada que les permitía salir, y uno a uno comenzaron a salir”, narra. Tras cruzar los primeros cuatro, el quinto y último les indica que crucen.

“Allí me jugué el todo por todo y le dije que nosotros no íbamos a Gaza, que yo necesitaba urgentemente un hospital inmediato”, cuenta Moshe. Perplejos por su reacción, los atacantes los presionaron para que cruzaran hasta que finalmente aceptaron. “Rápidamente nos dimos vuelta, nos separamos de él, y nos fuimos. No quisimos tampoco ver cuál iba a ser la reacción en aquellos segundos, que parecían siglos de vida. Teníamos obviamente, el temor de disparos”, concluye.

La pareja intentó entonces regresar a su vivienda, pero tras ver el estado en el que se encontraba, fueron albergados por un vecino, donde esperó varias horas hasta ser rescatado por una ambulancia militar.

Si bien aún tiene una larga recuperación por delante, dice que por ahora no tienen pensado volver a su casa y que planean quedarse en la casa de uno de sus hijos.

“La única opción es destruir completamente a Hamás”Consultado por sus sensaciones sobre el ataque de Hamás y la guerra que se desencadenó desde entonces, Moshe dice tener “una postura más racional” que la media en Israel debido a sus años de militancia por la paz con los palestinos, incluyendo la participación en encuentros virtuales con civiles de Gaza.

Sin embargo, el ataque del sábado, con violentas masacres a familias enteras, ha aplastado sus ilusiones de construir puentes entre ambos lados de la frontera, al punto que considera que la única opción en este momento es “destruir completamente” a Hamás y a la Yihad Islámica Palestina.
El ataque terrorista de Hamás dejó un saldo de 1.300 muertos en Israel.