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Embajador de España en Perú: “Aquí todo el mundo está aprendiendo de todo el mundo”

Alejandro Alvargonzález San Martín, embajador de España en Perú, sostuvo que China está sacando conclusiones de lo que sucede en Ucrania, país que viene siendo atacado por Rusia.

"Todo el mundo se mira de reojo", expresó el embajador de España en Perú, Alejandro Alvargonzález San Martín. Foto: Observatorio de Seguridad y Defensa
"Todo el mundo se mira de reojo", expresó el embajador de España en Perú, Alejandro Alvargonzález San Martín. Foto: Observatorio de Seguridad y Defensa

Alejandro Alvargonzález San Martín llegó a Lima como embajador español cuando empezaba la COVID-19, luego de una experiencia diplomática amplia, intensa y valiosa en Honduras, Egipto, Cuba, Suiza, Nápoles, Shanghái, y Bosnia y Herzegovina, luego de lo cual fue designado secretario general de Política de Defensa en Madrid.

En 2016, el secretario general de OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, lo nombró secretario general adjunto para Asuntos Políticos y de Seguridad de la OTAN, el número tres de la alianza atlántica. Esta entrevista se realizó en la inauguración del foro Visiones 2022, promovido desde hace una década por la Embajada de España, la Cámara Oficial de Comercio de España y el foro de ONG españolas.

—Pandemia, hambrunas, crisis energética, riesgos climáticos, invasión de Rusia a Ucrania, terrorismo, fanatismo religioso, populismos de izquierda y derecha, declive de la democracia. ¿Por qué el siglo XXI nos ha tocado tan feo?

—Yo solía hablar de la tesis de los espacios menguantes. Si uno piensa que Elcano le dio la vuelta al mundo en tres años, que en tiempos de Víctor Hugo se escribió aquello de “La vuelta al mundo en 80 días”, mientras que hoy podemos llegar hasta las antípodas y volver en 48 horas, la conclusión es obvia: el mundo es más pequeño, aunque no lo sea físicamente, y eso produce una mucho mayor interacción, lo que evidentemente va a producir más fricciones.

Pasamos de una etapa en la que pensábamos que era ‘un mundo feliz’, cuando hablaba Fukuyama, a una China que, por ejemplo, pasó de tener el 3% del PBI mundial a ser la segunda potencia económica mundial, y que ahora reclama un espacio político equivalente. Vemos cómo Rusia quiere recuperar el espacio de la antigua Unión Soviética o cómo Estados Unidos y Europa, las potencias occidentales, han pasado por crisis muy serias.

—La invasión de Rusia a Ucrania vuelve a poner en estos días a Kiev como escenario de ataques violentos, ¿cuándo y cómo va a acabar esto?

—Aunque militarmente ganase, y está por ver que pueda, saldrá una Rusia muy debilitada. Es un país que tiene unos problemas económicos, políticos y demográficos muy serios, una economía que es un poquito más grande que la española y su músculo era exclusivamente el militar. Pero, de pronto, hemos visto que su músculo militar no va más allá de la fuerza nuclear (que eso es otro cantar). Por lo tanto, unas fuerzas armadas debilitadas, un Kremlin fragilizado y puesto en duda por su propia población, un pacto social que se rompe con la llegada de la gran movilización que hemos visto en estos días, 300.000 chicos cogidos a lazo para ir a una guerra que no entienden. Esto fragiliza, sin ninguna duda, a Rusia.

—Estamos lejos de ser el mundo feliz.

—Este no es un mundo feliz. Anteayer decía Josep Borrell, el alto representante de la Unión Europea, que no podemos ser herbívoros en un mundo de carnívoros. Europa ha sido herbívora durante demasiado tiempo, y ya sé que a nadie le gusta hablar de estas cosas, pero la garantía de la paz es la disuasión, si vis pacem, para bellum (si quieres la paz, prepárate para la guerra). Eso no ha cambiado y tenemos que ser conscientes de ello: a veces, hay que hacer sacrificios para garantizar la base de nuestra prosperidad, que no es sino la libertad.

—¿Cuánto daño está haciendo Rusia en el camino?

—Rusia sigue teniendo capacidad nuclear, y el hecho de que hoy estemos hablando de la posibilidad de que utilice armas nucleares, aunque sean armas tácticas, da lo mismo, puede suponer el salto a un cambio de naturaleza en el conflicto. Esto pondría el mundo en una de las situaciones más difíciles que se hayan producido. El uso del arma nuclear exigiría una respuesta, no nos podemos quedar mirando el uso de un arma nuclear, hay muchos tipos de respuesta gracias a Dios, y algunas personas responsables en Estados Unidos ya han dicho que habría una respuesta. Claro, todo eso nos pondría al borde del abismo. Pero no hay represalia cierta, no debe haberla porque la disuasión es un juego a veces de incertidumbres.

—¿Hay riesgo de guerra nuclear? ¿Qué significaría esta?

—El mundo estuvo al borde de la destrucción nuclear en los años 80, y es una historia que muy poca gente conoce. En un momento, en Moscú, un teniente coronel que está al mando de la defensa antiaérea y antimisil descubre que se enciende una luz en el sistema de ordenadores que indica que un arma nuclear intercontinental ha salido de Estados Unidos. Llama a sus superiores y estos le dicen: “Ya sabes lo que tienes que hacer”. Y él considera que no tiene sentido, porque la utilización del arma nuclear tendría que ser masiva, que no tiene sentido lanzar un solo misil. Cuando está pensando eso, se le encienden todos los paneles, el ataque nuclear parecía masivo y él tenía que iniciar el proceso de apretar el botón por una orden superior. Este teniente coronel, se llamaba Petrov, no apretó el botón porque considero que había algo que no funcionaba y, efectivamente, tuvimos la inmensa suerte, pues solo era un error informático. Ahí estuvimos cerca de la destrucción de la humanidad, probablemente. Al final, los accidentes ocurren, pero cuando entramos a hablar de armas nucleares, entramos a hablar del mundo entre la racionalidad y la irracionalidad, ese es el gran peligro.

La influencia de China en el mundo

—Mientras eso pasa con Putin, China sigue creciendo, ¿qué significa que Xi Jinping acumule todo el poder? ¿Hacia dónde va China, cuál es el papel que aspira a tener y si lo puede lograr?

—Se suele hablar de China como un nuevo poder hegemónico. Cuando éramos niños, China representaba 3% del PBI y ahora es, depende de cómo se mida, la segunda potencia económica mundial, y se habla de una posibilidad de que China sea un poder hegemónico. Es, desde luego, una superpotencia en este momento. La base legitimadora del poder del Partido Comunista Chino, que ya no es el comunismo porque vive un comunismo capitalista que es una cosa bastante curiosa, está en la creación de la prosperidad. Lo que justifica que siga siendo el partido en el poder es que ha sacado a 800 millones de personas del hambre, lo cual es más que meritorio y ha producido, además, prosperidad en países aledaños. Pero para mantener esa legitimidad debe seguir desarrollándose y eso es incompatible con el conflicto.

Es cierto que para ser un poder hegemónico necesitas tener dientes, como hablábamos antes, necesita ser carnívoro. China ha multiplicado su presupuesto militar, tiene unas fuerzas armadas muy poderosas, pero también son precisos otros elementos. Por ejemplo, tienes que ser capaz de crear una cultura. Los Estados Unidos nos dieron Hollywood, el jazz, Andy Warhol, unos medios de comunicación, una manera de hacer las cosas, ¿China es capaz de hacer eso? No lo sé.

Por último, para ser hoy hegemónico, necesitas tener una capacidad de desarrollo tecnológico y científico muy elevado. Sin duda, China ya es muy respetable en este sentido, pero la innovación probablemente necesite de la libertad, la libertad de pensamiento, que es lo que hace que las grandes universidades den lugar a grandes científicos, a grandes premios Nobel, y son los que desarrollan la innovación.

—¿China está aprendiendo de cómo ataca Rusia, y Taiwán de cómo se defiende Ucrania?

—China está sacando lecciones de lo que ocurre en Ucrania, sin ninguna duda. Aquí todo el mundo está aprendiendo de todo el mundo, todo el mundo se mira de reojo. Las tensiones que se han producido en los últimos tiempos tienen probablemente mucho que ver con la necesidad de mantener la cara en el Congreso del Partido Comunista Chino, de mostrar poder, fortaleza. En China, perder la cara es un lujo que no te puedes permitir.

Y luego volvemos a esos juegos de equilibrios, pensemos en un ataque de China a Taiwán. La primera pregunta es cómo reaccionaría Estados Unidos, que tiene acuerdos de defensa con Taiwán, y ahí inmediatamente surge una posibilidad evidente: si los Estados Unidos no defienden a Taiwán, quienes van a tomar nota y reflexionar muy seriamente van a ser Corea del Sur y Japón sobre la posibilidad de hacerse con un arma nuclear.

Desafíos de la diplomacia en tiempos de la COVID-19

—Usted llegó al Perú al inicio de la pandemia, ¿qué desafíos impone ser un diplomático en tiempos del COVID-19?

—La CIVID-19 es la guerra que le tocó a nuestra generación. Para un diplomático supone buscar soluciones viendo desde lo más pequeño hasta lo más grande. Lo primero es proteger a tu gente, a tu pequeño mundo que es tu embajada. Lo segundo, ver cómo desarrollar tu trabajo diplomático, que es crear redes y apoyos, acomodándose a responder al grandísimo desafío. Esto se intentó a través de la diplomacia multilateral, buscando medios para que el mundo entero este igualmente protegido. Y supone, también, buscar medios para crear una realidad mejor en el país en el que estás acreditado. En el Perú, España donó vacunas, realizó proyectos científicos conjuntos, y no solo el Estado, sino, también, las ONG y las empresas, que realizaron donaciones importantes. Debo decir, me llené de un orgullo hispano-español, pues lo hicieron muy bien.

Autor de la transcripción: Erick Gamarra