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La tribu donde las mujeres parten sus labios e insertan piezas de arcilla para realzar su belleza

Las mujeres suri también extraen su dientes inferiores para colocar 'platos' de hasta 40 cm. Además, lucen increíbles peinados con aros metálicos incrustados, cuernos y telas diversas.

Foto: Compañía de Sarawut Intarob.
Foto: Compañía de Sarawut Intarob.

Al sudeste de Etiopía (África), entre cabañas y pastizales, vive una tribu de aproximadamente 45.000 integrantes conocida como surma o suri. Las mujeres de este pueblo, que mantiene tradiciones milenarias, han atraído a turistas y fotógrafos por su peculiar apariencia.

Desde que son niñas, ellas asisten a una práctica para realzar su belleza: se quitan hasta cuatro dientes inferiores, parten sus labios e incrustan platos de arcilla o madera.

Las mujeres suri también lucen increíbles peinados cargados de aros metálicos, cuernos y telas diversas. Los hombres, por su parte, llevan espectaculares dibujos pintados con tiza blanca por todo el cuerpo.

Provistos de unas largas cañas, ellos realizan una “batalla-festiva” para obtener el derecho a escoger a su esposa y el respeto de los contrincantes. Las escarificaciones que los ‘guerreros’ suri hacen en sus brazos significan que mataron al enemigo.

Según las creencias de esta tribu de África, una mujer que lleva la pieza de arcilla más grande “podrá seducir” al hombre con más vacas, el signo de riqueza. El tamaño de sus ornamentos representa importancia social y económica.

Hasta este pueblo remoto llegó la fotógrafa tailandesa Sarawut Intarob (37) para inmortalizar sus encantos.

“Lo que más me sorprendió fue su tradición de perforación oral —dijo a Daily Mail—. Cuando son adolescentes, las niñas deciden si les gustaría grandes platos de madera o arcilla en la boca. Creen que eso hace que una mujer sea aún más bella”.

Sarawut visitó la tribu de África en enero de 2020, a lo largo de nueve días. “Sentí una sensación hermosa, pero extraña. Todavía viven normalmente y aún tienen la misma cultura que sus antepasados en el siglo XXI”, explicó.

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Hasta que se incorporaron formalmente a Etiopía en 1897, los suris vivían en la frontera con Sudán desde principios de 1800, donde alimentaban a su ganado.

Sus aldeas, que oscilan entre 40 y 2.500 personas, están dirigidas por los ancianos y los komoru, un jefe ritual. “Se aplican el maquillaje mezclando arcilla coloreada con agua. El objetivo inicial era repeler varios insectos”, comentó la fotógrafa.

“Ahora se ha convertido en parte de su cultura y belleza. Por eso, a veces se ponen flores en la cabeza para celebrar varios eventos religiosos, como inauguraciones de casas y bodas. Fue emocionante conocerlos —agregó—. A pesar de la barrera del idioma, son amigables con los turistas y sonrieron cuando se vieron en la cámara”.