Cómo Japón pudo aplanar su curva de contagios de casos COVID-19
Los japoneses han contenido la pandemia de manera satisfactoria con poca inversión monetaria. Desde la aparición del virus solo se han reportado menos de 1.000 muertes. Japón es uno de los países más poderosos con la menor tasa de letalidad en el mundo.
En Japón no hubo restricción a los movimientos de los residentes y los negocios de los restaurantes de las peluquería permanecieron abiertos. Con dichas flexibilidades, el país ha logrado aplanar la curva en medio de la rápida propagación de la COVID-19 en el mundo.
La nación asiática no desplegó aplicaciones de alta tecnología para rastrear los movimientos de las personas y tampoco cuenta con un centro de control de enfermedades. Según las autoridades sanitarias, solo al 0,2 % de su población se le realizó test de detección del coronavirus, uno de los índicies más bajos entre las naciones desarrolladas.
La cifra de muertes está por debajo de los 1.000 y se ha convertido en el país desarrollado mimbro del G7 con menor tasa de letalidad.
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Los casos positivos que se reportan diariamente ha bajado a un dígito. Sin embargo, autoridades advierten que se puede registrar una segunda ola de infección severa entre sus habitantes, reseñó el portal de Bloomberg.
Especialistas aseguran que Japón está listo para salir de su emergencia y es muy probable que a partir de este unes 25 de mayo, se note en sus calles.
“Con sólo mirar las cifras de mortalidad, se puede decir que Japón tuvo éxito”, dijo Mikihito Tanaka, profesor de la Universidad de Waseda especializado en comunicación científica, y miembro de un grupo de asesoramiento público de expertos en el virus.
“Pero ni siquiera los expertos saben la razón”, afirmó el especialista, que señala que la nación nipona no tuvo “ninguna bala de plata” o algún otro factor que marcara la diferencia.
Un informe difundido en medios de comunicación detalla las razones del éxito japonés. Mencionan la cultura del uso de mascarilla, una tasa de obesidad ‘famosamente’ baja y la decisión relativamente temprana de cerrar las escuelas.
Otra razón que han manifestado los especialistas y que ha sido tildada de extravagante, es que el ciudadano japonés habla su lengua y no emite tantas gotas, parcialmente cargadas de virus, en comparación a otros idiomas del mundo.
People wait to cross a street in Tokyo on May 24, 2020. (Photo by CHARLY TRIBALLEAU / AFP)
Aunque el gobierno ha recibido críticas por decisiones tardías, especialistas consultados por el citado medio elogian el papel de los rastreadores de contactos de Japón, que pasaron a la acción después de que se descubrieran las primeras infecciones en enero.
Se cree que el país cumplió con lo cometido debido a que en 2018 fueron empleadas 50.000 enfermeras de salud pública con experiencia en el rastreo de infecciones en los hospitales.
Mientras que países como los Estados Unidos y el Reino Unido están empezando a contratar y capacitar a rastreadores de contacto mientras intentan reabrir sus economías, Japón ha estado rastreando el movimiento de la enfermedad desde que se encontró el primer puñado de casos, dijo Kazuto Suzuki, un profesor de política pública de la Universidad de Hokkaido.
Sin embargo, Yoshihito Niki, profesor de enfermedades infecciosas en la Escuela de Medicina de la Universidad de Showa, advirtió que si se presenta una segunda ola de la enfermedad COVID-19, el sistema médico podría derrumbarse.