Nació Giulia, hija del “paciente uno” con COVID-19 en Italia, y les devuelve la esperanza
En medio de las más de 17 100 vidas cobradas en Italia a causa del coronavirus, la pequeña llegó al mundo en el pueblo de Codogno. Su madre también contrajo el virus, pero se recuperó a tiempo.
Italia ha sido uno de los países más golpeados por el brote de COVID-19 y ante las alarmantes cifras de fallecidos, la esposa de Mattia, el “paciente uno”, dio a luz a su hija a quien llamó Giulia. La pequeña se ha convertido en una luz de esperanza ante la pandemia.
Mattia tiene 38 años y es deportista. Ingresó al hospital de Codogno, en la región de Lombardía el pasado 20 de febrero tras presentar una grave neumonía. Fue el primer caso de coronavirus sin tener relación con China. Su diagnóstico alertó que el virus ya circulaba en el país.
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“Qué bella noticia. Ha nacido Giulia, la hija de Mattia y Valentina. Envío mis felicitaciones a la mamá y el papá de Codogno. Y bienvenida Giulia. Te deseamos una vida gloriosa”, expresó el presidente de Lombardía, Attilio Fontana, a través de sus redes sociales.
El caso de Mattia fue descubierto gracias a una doctora que alertó al hospital de Codgono, después de ver que el joven deportista empeoraba su estado de salud. Pidió autorización para realizarle la prueba del coronavirus, que hasta ese momento solo se había realizado a ciudadanos evacuados de Wuhan o a los turistas chinos que visitaron Roma.
Valentina, su esposa, también se había contagiado y fue internada en el hospital de Sacco en Milán. Pero salió días después tras verse recuperada. El pasado martes dio a luz a la pequeña Giulia.
Por su parte, Mattia fue trasladado en grave estado al hospital San Matteo de Pavia, donde permaneció más de un mes bajo tratamiento para el coronavirus con una gran cantidad de fármacos. Este consistió en antibióticos, antivirales y medicamentos contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
Pocos días antes de ser dado de alta, Mattia esperaba con ansias volver a casa y esperar el nacimiento de su hija, pero la felicidad se vio empañada por la muerte de su padre, un hombre de 62 años en el pueblo de Castiglione d’Adda.