Nuestras mujeres: los prejuicios bajo la lupa
Teatro. Leonardo Torres, Julián Legaspi y Bruno Odar protagonizan tragicomedia sobre la masculinidad.
En Nuestras mujeres, tres amigos que se reúnen —en los últimos 30 años— cada semana a jugar cartas y a renegar de sus relaciones afectivas ven interrumpida su rutina porque uno de ellos llega tarde. “Mi personaje es un tipo que siempre ha sido un mujeriego, que siempre le ha importado la plata, verse bien, hacer ejercicios. Es dueño de dos peluquerías que son un éxito. Pero es un hombre alejado de la cultura y muy posesivo. En realidad, tiene todos los defectos”, comenta Julián Legaspi en el teatro Julieta, que abre sus puertas con límite de aforo los sábados y domingos.
El actor señala que se siente alejado de su personaje más famoso, Calígula. “Yo no me considero machista, me considero bastante moderno e igualitario, pero la mayoría de la población no piensa así. Creo que esta obra es una excusa para hablar de la masculinidad, sobre ser posesivo, celoso y cómo un hombre puede perder a su mujer y no darse cuenta”.
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Nuestras mujeres es una tragicomedia estrenada en varios países y cuestiona qué es ser hombre en la actualidad y la violencia. “El hombre de hoy debería entender y asumir su lado femenino también. Tiene que ser más reflexivo, menos acaparador. Las mujeres ahora pueden, por ejemplo, ganar mucha más plata y un hombre tiene que aceptar que la mujer puede ser un ejemplo”, agrega Legaspi.
A Leonardo Torres Vilar una de las cosas que más le agradó de volver al teatro con esta obra dirigida por Aldo Miyashiro fue que los tres personajes, de alguna forma, tuvieran la razón. “Las mujeres no aparecen, pero son las protagonistas probablemente. Mi personaje no es menos machista que el de Julián, por ejemplo, pero él no lo acepta. Él cree que es tan normal lo que está diciendo que es inapelable, no acepta que alguien pueda pensar distinto. Pero cuestiona a los demás”.
Coincide en que la obra fomenta una conversación sobre las nuevas masculinidades. “Entramos en terreno espinoso. Se quieren cambiar los roles tradicionales del hombre y la mujer, lo cual no está mal, me parece muy bien. Si el rol tradicional del hombre ha sido el de mandar y el de la mujer tener menos oportunidades, eso es tradicional, pero está bien que rompamos la tradición. Esa es una de las injusticias con las que hemos crecido y que está bien en que vivamos en una época de ‘despertar’, y esta obra tiene bastante de eso”.
Pero lo primero que espera Torres Vilar del público que regresa al teatro luego de casi dos años es que se diviertan. “El teatro tiene que ser entretenido, es lo primero. Y cuando se vayan de la sala, empiecen a cuestionarse. En mi caso me cuesta cambiar de forma de pensar, pero he cambiado y he dicho: ‘he estado equivocado toda mi vida’”.
Bruno Odar, para quien la pandemia ha sido una “gran radiografía” que también sirvió para ver la realidad del sector cultural, Nuestras mujeres es una comedia que hace preguntas que “todos los hombres” deberían tomar en cuenta. “El hombre en primer lugar debería ser un ser humano empático que no debe solucionar todo con la violencia y menos agredir a una mujer, eso es totalmente cobarde. El hombre se ha encargado todo este tiempo de ensuciar su masculinidad. Esta violencia son manotazos de ahogado”.
Por otro lado, la comedia habla de la amistad en medio de una crisis que ocultan los tres. “Mi personaje es el conciliador”, dice Odar y comparte una anécdota. “Alguna vez hubo un altercado en la calle, yo ya era conocido, el tipo se bajó del carro y me quiso pegar. Era más joven que yo y altísimo, así que yo rogaba que me reconociera (sonríe). Y la gente empezó a hacer el círculo clásico cuando se pelean los hombres. Yo tenía miedo, y por tener miedo no dejo de ser hombre. Lo solucioné conversando, él quería demostrarse a sí mismo que era un hombre, y por demostrarlo es que también maltratan a una mujer”.