Por Santiago Roca Profesor Principal Universidad ESAN La relación entre crecimiento económico (CE) y desarrollo humano (DH) es compleja y cambiante, y, por lo tanto, sujeta a debate y discusión. Las implicancias de este debate se suelen resumir en dos alternativas de políticas, que realmente no son antagónicas pero que suelen contraponerse en términos políticos: i) crecer para distribuir, o ii) invertir en capital humano para crecer. Mientras la primera opción enfatiza el nexo entre el crecimiento económico y el desarrollo humano, la segunda subraya la trayectoria contraria, del desarrollo humano al crecimiento económico. ¿Qué alternativas de CE y DH existen? Si analizamos las combinaciones posibles entre CE y DH se pueden definir cuatro cuadrantes: el círculo virtuoso (en el que el mayor CE impulsa el aumento del DH, y viceversa), el círculo vicioso (en el que la falta de CE limita el impulso del DH, y viceversa) y dos categorías de desarrollo asimétrico: el sesgado al crecimiento económico con poco desarrollo humano, y el sesgado al desarrollo humano con poco crecimiento económico. Mientras en los casos del círculo virtuoso y vicioso el nexo entre CE y DH es fuerte, y por ello el aumento (o reducción) de uno impulsa el aumento (o reducción) del otro, en los casos de desarrollo asimétrico la relación entre ambas variables es muy frágil. Esto último ocurre sea por la falta de una efectiva política tributaria y/o de gasto social que hace que el crecimiento no sea inclusivo, o por una inversión con poco potencial de crear valor, lo que hace que el desarrollo humano no se traduzca en mayor crecimiento económico. En un trabajo de investigación empírica a nivel mundial de hace ya una década, Gustav Ranis y Frances Stewart, refiriéndose al periodo 1960-2000, demuestran que ninguna economía que comenzó con un sesgo a favor del CE logró pasar al círculo virtuoso sin una activa política social; no obstante, algunos países con sesgo a favor del DH sí pudieron pasar al círculo virtuoso. En este sentido, no hay evidencia de que un esquema sesgado al crecimiento económico sin activa política social sea sustentable en el tiempo, ya que este tipo de proceso suele llegar a un punto muerto, es decir, a un punto en el que debido a algún shock interno o externo se afecte el crecimiento económico y traslade la economía al cuadrante del círculo vicioso. Esta incapacidad se debe a que estos países no logran echar a andar la retroalimentación del proceso de mayor crecimiento económico a mayor desarrollo humano. ¿En qué cuadrantes se encontraron los países en el periodo 1960-2000? Los países latinoamericanos, según Raniv y Stewart, tendieron a situarse en los cuadrantes del círculo vicioso o del desarrollo asimétrico pro-desarrollo humano. Esto significa que, en términos globales, los países de la región tuvieron un bajo desempeño económico o invirtieron en DH pero ello no se tradujo en CE. En cambio, los países de Asia oriental se localizaron principalmente en el círculo virtuoso y los del África en el círculo vicioso. Pocos países latinoamericanos aparecen en la categoría del círculo virtuoso (por ejemplo, Chile y Costa Rica), mientras la mayoría (Honduras, Bolivia, Uruguay, El Salvador, Ecuador, Guatemala, Paraguay, etc.) se sitúan en el cuadrante del círculo vicioso, y un número reducido en los cuadrantes asimétricos pro-desarrollo humano (Argentina) o pro-crecimiento económico (Colombia, Brasil, República Dominicana). En el caso específico del Perú, lo clasifican en promedio en el cuadrante asimétrico pro-desarrollo humano, aunque con décadas de tanto contraste (60’s diferentes a los 70’s, a los 80’s y a los 90’s) las agregaciones para periodos largos se vuelven complejas de entender. Pero ¿qué ha ocurrido en el Perú en el periodo no investigado todavía del 2000-2010? Con el riesgo de dar una opinión en términos absolutos, y no en relación con los otros países (como ha sido en el caso del trabajo antes mencionado), una hipótesis es que, a raíz del boom de las materias primas y de la expansión de la demanda interna de los últimos años, el Perú se haya trasladado al cuadrante asimétrico pro-crecimiento económico con poca reducción del índice de desarrollo humano. La política tributaria y social no ha sido suficientemente activa y enfocada para transitar hacia el círculo virtuoso del crecimiento. Esto genera mucha fragilidad a futuro, ya que de mantenerse el crecimiento se necesita un gobierno que: i) tenga el coraje de colectar tributos a quienes están indebidamente exonerados, eludan los impuestos o no comparten con el Estado (la sociedad) las sobreganancias fortuitas que se generan, y ii) tenga la visión de asignar el gasto social en forma eficiente para reducir el déficit de desarrollo humano y apuntalar el fortalecimiento de las capacidades de sobrevivencia de los más pobres. En caso de reducirse el crecimiento, sea por efecto de un shock externo (reducción de precios de las materias primas) o interno (por ejemplo, fenómeno de El Niño o excesos del sistema financiero), se podría sin embargo volver a caer en la desaceleración del crecimiento y en el círculo vicioso del estancamiento del déficit de desarrollo humano. Por eso, para asegurar una trayectoria saludable, el nuevo gobierno debe combinar de inmediato una política que fomente un crecimiento que no descanse enteramente en el ciclo expansivo de las materias primas y que se sustente en la generación de valor de la actividad productiva buscando su interconexión con el resto de las actividades económicas. Pero este crecimiento debe hacerse con mayor recaudación, inversión social del Estado y generación de oportunidades y capacidades para los que menos tienen; solo así nos moveremos al círculo virtuoso del desarrollo económico. (1) “Crecimiento Económico y Desarrollo Humano en América Latina”, en Revista Económica de la CEPAL No 78, Diciembre 2002.