Salario promedio requerido por peruanos cayó 0,47% en agosto
El estudio también destaca una brecha salarial de género del 10,79%, con hombres solicitando en promedio S/3.402 y mujeres S/3.071.
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El salario promedio solicitado por los trabajadores peruanos en sus postulaciones se redujo en agosto a S/3.275 mensuales, lo que representa una caída de 0,47% respecto a julio, de acuerdo con el último Index del Mercado Laboral de Bumeran. No obstante, en comparación con agosto de 2024, la cifra muestra un aumento de 2,51%, y en lo que va de 2025 acumula un alza de 0,59%.
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Por nivel de seniority, los puestos de jefe o supervisor registraron una pretensión salarial de S/5.462, con un incremento mensual de 2,63%. En contraste, los niveles senior y semisenior alcanzaron S/3.306, y los junior S/2.207, ambos con descensos de 1,09% y 1,01%, respectivamente.
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Según explicó Diego Tala, director comercial de Bumeran.com.pe en Jobint, mientras las posiciones de mayor jerarquía aumentaron sus expectativas, los perfiles intermedios y junior moderaron sus pretensiones, reflejando un ajuste a la coyuntura del mercado laboral.
Por su lado, el economista Fernando Cuadros, en diálogo con La República, señaló que la ligera reducción de agosto puede interpretarse más como un estancamiento de los salarios que como una caída significativa.
A su juicio, esta situación responde a factores estructurales, como la escasez de empleo formal frente a la oferta de mano de obra disponible, que obliga a muchos trabajadores a aceptar remuneraciones más bajas con tal de acceder a un puesto.
Por especialidad, los sueldos más altos corresponden a Negocios Internacionales en cargos de jefatura (S/11.000), Auditoría Médica en el segmento senior y semisenior (S/6.500) e Instrumentación en el nivel junior (S/4.000).
Brecha salarial de género marcada por desigualdades
El estudio también evidencia una brecha salarial de género de 10,79%. En promedio, los hombres solicitaron S/3.402, mientras que las mujeres S/3.071. Durante el último mes, el salario requerido por los varones aumentó 0,38%, mientras que el de las mujeres retrocedió 0,49%. Para Cuadros, esta diferencia refleja tanto la persistencia de prácticas discriminatorias en el mercado laboral como la mayor concentración de mujeres en sectores históricamente menos remunerados.
En el marco del Día Internacional de la Igualdad Salarial, el Instituto Peruano de Economía (IPE) estimó que la brecha de ingresos entre hombres y mujeres ascendió a 27,2% en 2024, por encima del nivel de 2019 (27,0%) y ligeramente por debajo del registrado en 2004 (33,7%). Según la ENAHO, las mujeres percibieron en promedio S/1.536, frente a los S/2.109 de los hombres, lo que equivale a una diferencia de S/573.
Las disparidades también presentan un marcado componente regional: Arequipa (42,4%), Moquegua (40,4%) y Cajamarca (38,4%) registraron las mayores brechas, mientras que Loreto logró cerrarla y Amazonas (8,3%) junto a Madre de Dios (20,4%) reportaron las menores diferencias. La desigualdad es más pronunciada en el área rural (39,7%) frente al área urbana (27,6%). En regiones como Cajamarca y Huánuco, la brecha rural supera el 45%.
Stephanie Maita, analista senior del IPE, detalló a La República que en 2024 apenas el 40% de mujeres trabajadoras tuvo un empleo con un ingreso igual o superior a la remuneración mínima vital y con al menos 40 horas semanales, frente a más del 60% en el caso de los hombres. A ello se suma la menor presencia femenina en la formalidad: solo el 28,8% accedió a un empleo formal, frente al 36,1% de los hombres.
Maita subrayó además que estas brechas se consolidan desde etapas tempranas, pues la proporción de mujeres jóvenes que no estudian ni trabajan es más del doble que la de los hombres.
La maternidad y la sobrecarga doméstica profundizan estas desigualdades. Entre quienes no tienen hijos, la brecha salarial es de 23,4%, pero sube a 34,2% en padres y madres. Según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), las mujeres dedican en promedio 35 horas semanales a tareas no remuneradas, más del doble que los hombres (15). En la etapa de mayor productividad (31 a 40 años), esta cifra trepa hasta las 45 horas semanales.
Un estudio de la Universidad de Princeton y la Escuela de Economía de Londres refuerza esta evidencia: el 40% de las mujeres peruanas deja de trabajar tras tener su primer hijo y, una década después, el 41% aún no se reincorpora al mercado laboral, en contraste con la estabilidad de la participación masculina.
Sobre este punto, la abogada laboralista Alejandra Dinegro agregó que la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados limita severamente la capacidad de las mujeres rurales y urbanas para insertarse en empleos de calidad o dedicar tiempo a su formación y desarrollo profesional. Estos factores, advirtió, perpetúan un círculo vicioso de precariedad que se transmite entre generaciones.
“Superar este escenario requiere políticas públicas de carácter integral y sostenido en el tiempo”, señaló.
Incluso al comparar hombres y mujeres con las mismas características de edad, educación, experiencia y ubicación geográfica, la llamada “brecha ajustada” se mantiene en 20,5%. Durante la última década este indicador se ha movido entre 19% y 23%, lo que sugiere que parte de la desigualdad responde a factores no observables asociados a prácticas de discriminación.
Crecimiento del empleo formal limitado por la alta temporalidad
En paralelo, el Banco Central de Reserva (BCR) ha resaltado el crecimiento del empleo formal, utilizado también como respaldo de su proyección de expansión económica de 3,2% para este año. Sin embargo, Cuadros advirtió que se debe tener cautela con estas cifras, ya que provienen directamente de la Sunat y no han pasado por un proceso de depuración estadística en el Ministerio de Trabajo, entidad responsable de la planilla electrónica. Añadió que, si bien el empleo formal ha crecido, más del 90% de los nuevos puestos creados son temporales, lo que no les brinda estabilidad a los trabajadores.
En ese sentido, precisó que la alta temporalidad limita el acceso al crédito hipotecario o educativo, así como la posibilidad de sindicalizarse y negociar colectivamente mejores remuneraciones. Además, explicó que el crecimiento de la masa salarial responde principalmente al incremento de empleos formales temporales, y no a una mejora sustancial de los ingresos. De hecho, el incremento real de las remuneraciones formales apenas bordea el 2%, un avance marginal.
Al comparar la situación de Perú con la región, Cuadros subrayó que el salario mínimo nacional es uno de los más bajos en términos de poder adquisitivo. Tras descontar el aporte obligatorio de 13% a pensiones, el ingreso neto ni siquiera cubre el componente alimentario de la canasta básica familiar, ubicándose por debajo de la línea de pobreza extrema. Tanto el salario mínimo como el promedio en el país, añadió, se encuentran entre los más rezagados de América Latina y han mostrado escasos avances reales en los últimos años.
En lo que respecta a la demanda laboral, las áreas con mayor número de postulaciones fueron Ventas (7,84%), Comercial (7,74%), Administración (6,99%) y Minería/Petróleo/Gas (4,99%). En paralelo, las ofertas publicadas en el portal se concentraron en Ventas (8,84%), Comercial (7,36%) y Administración (3,90%).






















