Sube el sueldo mínimo, pero el dólar mantiene presión sobre el costo de vida: la paradoja de los ingresos en 2025
La situación en la región revela serias dificultades económicas. A pesar del incremento, el poder adquisitivo sigue disminuyendo, dejando a muchos trabajadores luchando para satisfacer sus necesidades básicas.
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En medio de presiones inflacionarias y el encarecimiento del costo de vida, varios países de América Latina optaron en 2025 por aumentar su salario mínimo. Desde Chile hasta Nicaragua, los gobiernos intentaron devolverle poder adquisitivo a sus trabajadores, según recoge Bloomberg Línea. Sin embargo, los datos muestran que los nuevos montos siguen siendo insuficientes para cubrir los gastos básicos en la región.
Peor aún: en casi todos los casos, el aumento salarial no logra ganarle al dólar. “Los salarios mínimos por sí solos están, en casi toda la región, por debajo de lo necesario para cubrir una canasta básica”, advirtió la economista Clara Inés Pardo a Bloomberg.
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El panorama se complica cuando se considera el tipo de cambio: muchas economías, como la peruana o la argentina, están parcial o informalmente dolarizadas. Y si el precio del dólar sube, todo lo demás también.
Más en moneda local, menos en dólares
Perú anunció a finales de 2024 un reajuste de S/105 a la Remuneración Mínima Vital (RMV), que pasó de S/1.025 a S/1.130 a partir del 2025. Eso significa que el salario mínimo aumentó de aproximadamente US$286 a US$316, al tipo de cambio actual.
Pero si se considera la inflación acumulada y el alza del dólar desde 2022, el poder de compra de ese salario sigue por debajo del necesario para cubrir alimentos, vivienda y transporte.
“En Perú, efectivamente el salario mínimo actual no alcanza para cubrir la canasta básica familiar”, señaló a La República el economista Fernando Cuadros, exviceministro de Promoción del Empleo. “Actualmente el RMV está en S/1.130 y la canasta básica para una familia de cuatro miembros está por encima de los S/1.800. La brecha es especialmente grave, porque ni siquiera cubre la canasta básica alimentaria. Tras descontar el 13% de aporte a pensiones, el ingreso neto queda por debajo de los S/1.000”.
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La situación se repite en Argentina, donde el salario mínimo alcanzará ARS$317.800 (US$262) en julio. En Chile, el incremento aprobado lo llevará a CLP$539.000 (US$576) en enero de 2026. Bolivia lo subió un 10% hasta Bs2.750 (US$398), ignorando las alertas de los gremios sobre el impacto económico.
En Paraguay, se espera un alza del 3,6% a partir del 1 de julio, lo que elevaría el salario mínimo mensual a ₲2.899.048 (US$362). Sin embargo, como advierte Pardo, “las brechas se explican por la combinación de nivel de desarrollo económico, inflación, tipo de cambio, estructuras tributarias y grado de formalización laboral”.
Aumento de sueldos que no cierra brechas
En El Salvador, el salario mínimo del sector comercio, servicios e industria subió un 12% y alcanzó los US$408,80. Para el sector agropecuario y pesca, se fijó en US$272,53. En Nicaragua, el aumento fue de 4%, ubicando el salario promedio en unos US$241,64. En Brasil, el nuevo monto es de R$1.518 (US$273), con un aumento del 7,5%.
México acordó un alza del 12%: el salario mínimo pasó de MXN$248,93 a MXN$278,80 diarios (de US$13,10 a US$14,60), mientras que en la Zona Libre de la Frontera Norte el monto se elevó a US$22,10. Colombia también decretó un incremento del 9,5%, alcanzando los COP$1.423.500 (US$349), con un subsidio adicional para transporte de US$49,2 para quienes ganan hasta dos mínimos.
Otros países como Uruguay (US$586), Ecuador (US$470), Costa Rica (US$726) y Guatemala (US$402 a US$484, según actividad económica) también actualizaron sus cifras. En Panamá, el ajuste del 4,5% dejó el salario mínimo promedio en US$636,80.
Pero en Venezuela, el salario mínimo permanece congelado desde 2022, en Bs.130. El gobierno de Nicolás Maduro ha optado por elevar bonificaciones paralelas, como el bono de Guerra Económica, en lugar de subir formalmente el ingreso base.
Costo de vida, informalidad y estructuras laborales
Más allá del monto, el problema de fondo radica en que estos ajustes no son proporcionales al aumento del costo de vida. “Uno de los aspectos clave es que los ajustes salariales frecuentemente no alcanzan a cubrir la inflación”, señala Pardo.
En Costa Rica, por ejemplo, aunque el salario mínimo es de US$726, los altos precios de vivienda y transporte reducen su efectividad real.
Además, hay un tope estructural: el alto costo total para los empleadores –salario más cargas sociales– restringe la flexibilidad para subir sueldos, sobre todo en micro y pequeñas empresas.
A eso se suma la elevada informalidad laboral en la región, las limitadas capacidades de negociación de los sindicatos y la debilidad institucional para fiscalizar los cumplimientos.
Una región heterogénea con un problema común
El profesor Sebastián Balsells, de la Universidad Austral (Argentina), señala que la comparación más precisa del salario mínimo debe hacerse en dólares ajustados por Paridad de Poder Adquisitivo (PPA). Según datos de la OIT, el salario mínimo mensual promedio en América Latina es de US$772 PPA, apenas el 60% del salario mínimo estadounidense (US$1.257).
Costa Rica (US$1.054 PPA) y Ecuador (US$1.022 PPA) encabezan la región, mientras que Surinam está en el extremo opuesto con US$283. Incluso los países con mayor nivel relativo no alcanzan el umbral estadounidense, y muchos están por debajo del 50%, lo que indica “serias dificultades para cubrir los costos básicos de vida”, según Balsells.
En ese mismo sentido, Cuadros recordó que en el caso peruano el salario mínimo en términos de capacidad adquisitiva (PPA) se ubica en un rango medio-bajo en la región. “Entre 2018 y 2024, el salario mínimo perdió el 14% de su poder adquisitivo por efecto de la inflación, y el incremento reciente del 10% no ha sido suficiente para compensarlo. Estamos rezagados incluso frente a otros países de América Latina”, apuntó.
Además, Cuadros advirtió que Perú ni siquiera cuenta con un mecanismo técnico vinculante para definir el salario mínimo. “Hay criterios aprobados por el CNT desde 2007, pero nunca se han plasmado en una norma obligatoria. La OIT brindó asistencia técnica en 2022 y se llegó a un consenso entre gobierno y trabajadores, pero el sector empleador aún no lo valida, y el ministro de Trabajo no convoca a diálogo para cerrar el proceso”, criticó.
En 2025, América Latina intentó corregir una de sus deudas sociales más urgentes. Pero subir el salario mínimo en un contexto de inflación, informalidad y tipo de cambio volátil tiene efecto limitado. Los trabajadores formales siguen ajustando su presupuesto y perdiendo poder de compra frente al dólar. Y los informales, que no se benefician del reajuste, continúan invisibilizados por las cifras oficiales.
Mientras tanto, como alerta Clara Inés Pardo, las condiciones estructurales siguen intactas. Y con ellas, la brecha entre lo que se gana y lo que realmente se necesita para vivir.
























