Ciencia

El compuesto que destruye todo lo que toca y casi se usa en la guerra: se vuelve más peligroso en contacto con el agua

El trifluoruro de cloro, un compuesto químico de origen militar, posee una reactividad tan explosiva en contacto con el agua que lo convierte en una de las sustancias más peligrosas.

El trifluoruro de Cloro fue sintetizado en 1930 y estudiado para su uso como arma en la Segunda Guerra Mundial debido a su capacidad destructiva. Foto: Pexels
El trifluoruro de Cloro fue sintetizado en 1930 y estudiado para su uso como arma en la Segunda Guerra Mundial debido a su capacidad destructiva. Foto: Pexels

El trifluoruro de cloro ClF₃ es un compuesto químico temido en el mundo de la ciencia por su capacidad destructiva. Este líquido reacciona explosivamente al entrar en contacto con el agua, que lo hacen devastador. Aunque fue estudiado para aplicaciones industriales y militares, sus propiedades lo volvieron una sustancia imposible de controlar. Su potencial de destrucción es tan elevado que en la Segunda Guerra Mundial se evaluó como arma militar.

En el ámbito industrial, varios accidentes resaltan su peligrosidad, como el incidente en la planta Rocketdyne en Estados Unidos, donde su reactividad destruyó concreto y liberó gases dañinos. Este compuesto es una muestra de los límites de la química y de cómo incluso las investigaciones más prometedoras pueden resultar en sustancias peligrosamente inestables.

¿Qué es el trifluoruro de cloro?

El trifluoruro de cloro, conocido por su fórmula química ClF₃, es un compuesto químico altamente reactivo y peligroso. Conocido por su capacidad para destruir casi cualquier material, incluyendo vidrio, concreto y metal, es uno de los productos químicos más inestables y dañinos que existen. A diferencia de otras sustancias inflamables, el ClF₃ puede provocar combustiones incluso sin oxígeno, una propiedad que lo hace aún más temible.

 El trifluoruro de cloro es un compuesto químico extremadamente reactivo, capaz de destruir materiales resistentes como metal, concreto y vidrio. Foto: Esgraf

El trifluoruro de cloro es un compuesto químico extremadamente reactivo, capaz de destruir materiales resistentes como metal, concreto y vidrio. Foto: Esgraf

Este compuesto fue estudiado en detalle debido a su reactividad y a su poder destructivo, que surge al entrar en contacto con el agua. La reacción entre el ClF₃ y el agua genera una violenta explosión que libera gases tóxicos y grandes cantidades de calor, lo cual convierte a este compuesto en un verdadero desafío de manejo. Por este motivo, cualquier derrame accidental de ClF₃ puede convertirse en un desastre a gran escala, ya que el agua, en lugar de controlarlo, solo intensifica su reacción explosiva.

¿Cuál es el origen del compuesto?

El trifluoruro de cloro fue sintetizado por primera vez en 1930 por el químico alemán Otto Ruff, uno de los pioneros en la química del flúor. En un principio, el interés de Ruff y su equipo era explorar el potencial de los compuestos fluorados para su uso industrial. Sin embargo, las propiedades destructivas del ClF₃ rápidamente captaron la atención de las fuerzas armadas de Alemania y Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. La capacidad del ClF₃ para quemar prácticamente cualquier material con el que entrara en contacto lo convertía en un candidato ideal para destruir fortificaciones enemigas y equipos militares.

El ejército alemán llegó a estudiar el uso del ClF₃ como arma, aunque pronto se demostró que su reactividad extrema representaba un riesgo tanto para sus manipuladores como para los enemigos. Al intentar almacenar el compuesto, los contenedores terminaban corroídos por el propio producto, y algunos intentos de transporte resultaron en explosiones que causaron graves daños. Debido a estos riesgos, las fuerzas armadas decidieron que el trifluoruro de cloro era demasiado peligroso para su uso en el campo de batalla.

¿Por qué el compuesto es difícil de controlar?

A lo largo de los años, los intentos de controlar el trifluoruro de cloro han sido el centro de varios accidentes. Uno de los más notorios tuvo lugar en la planta Rocketdyne en Estados Unidos, donde se produjo un derrame significativo de ClF₃ sobre una superficie de concreto. La reactividad del compuesto provocó una combustión que penetró el concreto y liberó gases tóxicos, desatando una emergencia que requirió horas para ser contenida. Lo que agravó la situación fue el uso de agua para intentar apagar el incendio, ya que el ClF₃ reaccionó violentamente con ella, intensificando el desastre.

La capacidad del ClF₃ para iniciar incendios sin la presencia de oxígeno le confiere un poder destructivo que supera al de otros compuestos químicos. Esto significa que puede causar incendios en entornos controlados, como en el vacío o en atmósferas que normalmente serían seguras, como aquellas con gases inertes. Este compuesto, que en un momento prometía ser útil en la industria y en la guerra, se convirtió en un riesgo tan elevado que su manipulación requiere equipos y medidas de seguridad extremas.