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Ciencia

Gisella Orjeda: “Las personas que no se interesan por la ciencia tuvieron una mala educación”

Una conversación con la bióloga y maestra principal en San Marcos sobre sus últimas investigaciones, los personajes que la inspiraron, el peso de la ciencia en el país y lo que le hace falta a la educación escolar. 

Gisella Orjeda trabaja en dos proyectos. Uno en la costa norte, para determinar qué ha matado a los algarrobos de esa zona. El otro en la Cordillera La Escalera, San Martín. Foto: John Reyes / La República
Gisella Orjeda trabaja en dos proyectos. Uno en la costa norte, para determinar qué ha matado a los algarrobos de esa zona. El otro en la Cordillera La Escalera, San Martín. Foto: John Reyes / La República

La doctora Gisella Orjeda lleva siempre un pendiente en forma de spondylus colgado del cuello. Lo tiene en clase, en ceremonias oficiales, está con ella en las fotos que le hacen. Es tal su apego a ese objeto que uno pensaría que tiene una historia con él, quizá algún tema familiar. Pero no. Lo que en realidad pasó es que alguna vez lo eligió al azar y no quiso volver atrás para escoger otra alternativa. “No hay una historia detrás. Lo tengo ahí y no me pongo nada más. Simplemente no me gusta perder el tiempo”, dice. Por eso mismo lleva el pelo corto, para no pasar por la peluquería y perder la hora y media que tomaría una cita de corte y cepillado. Existe la idea de que los científicos valoran tanto su tiempo que evitan situaciones que para los demás son habituales. Gisella Orjeda hace eso mismo. Prefiere lo práctico, para poder concentrarse en lo que realmente le importa, la investigación científica, encontrar la evidencia que respalde sus hipótesis. También le preocupa que en el país exista una educación que promueva el interés por la ciencia, que la curiosidad de los chicos no se pierda. Pensar en eso es para ella tiempo bien invertido. 

-Luego de su paso por Concytec estuvo en la Antártida, pasó por los hielos del Huascarán…

-Después de mi paso por Concytec tuve la suerte de ser convocada por el ministerio del Ambiente para dirigir el Instituto de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña (INAIGEM), que está en Huaraz, allí hicimos la expedición al Huascarán y el viaje la Antártida.

-Y ahora parte a otro lugar, la cordillera La Escalera…

-Ahora regresé a la academia, al llano, soy profesora principal en San Marcos, me cambié de universidad.

-Estaba en Cayetano.

-Sí, donde también era profesora principal. Pero Concytec e INAIGEM me picaron como un escorpión, me inyectaron el placer del servicio público. Nunca fui más feliz en mi vida.

-A donde iba con todo esto es que efectivamente es maestra en la universidad pública pero también se ha ganado un perfil de expedicionaria.

-¿Ah sí? No sabía. (Se ríe)

-¿No lo siente así? Está viajando con más frecuencia.

-Sí, pero lo hacemos todos los científicos.

-Pensé que estaban más en el laboratorio.

-Las dos cosas en realidad. Pero no sabía me que veían con ese perfil (se ríe de nuevo). Lo que pasa es que antes me quedaba callada sobre mis viajes. Por la ciencia he viajado por todo el mundo. Y los científicos viajamos por diferentes cosas. En Medicina, quien trabaja en epidemiología tiene que viajar a la selva. Los biólogos también. Los que como yo trabajan en genética también, tienen dos grandes ramas: mejoramiento genético de cultivos y los que estudian la biodiversidad. De repente yo antes veía mejoramiento de cultivos y mis viajes eran a campos agrícolas, pero no a sitios aventurosos, quizá eso era menos llamativo.

-Es una buena manera de explicarlo.

-Pero yo he viajado en moto por todo Vietnam recorriendo los campos de plátano.

-Así que tiene un espíritu aventurero de hace tiempo.

-No lo veo como espíritu aventurero, lo veo como mi trabajo que es lindo (se ríe).

-Hablemos de lo que está haciendo. Ha viajado a la Cordillera La Escalera, en San Martín, para recolectar ADN de animales…

-Tengo dos proyectos en realidad. Tengo un trabajo en la costa peruana y otro en la selva. En la costa norte estamos trabajando con los algarrobos, que están muriendo, el 40% de estos árboles están muertos en pie.

-¿Por qué?

-Nadie sabe por qué. Esa es la gran pregunta. Entonces, en San Marcos hemos conformado un grupo de gente. Yo veo la parte biológica. También hay gente de la Universidad Toribio Rodríguez de Mendoza que antes estaba en el INIA, gente de Física de San Marcos, que trabaja con imágenes satelitales, y gente de Ciencias Sociales, antropólogos, que ven la parte de toma de decisiones alrededor del bosque, con las comunidades. San Marcos ha financiado una serie de proyectos sobre este tema desde el 2020. Por mi lado, lo que hemos hecho es secuenciar el genoma del algarrobo, ese es un recurso para poder hacer otros estudios. Además, estamos estudiando los microorganismos que habitan árboles sanos y árboles enfermos. Y también estamos estudiando el viroma, el conjunto de virus de los algarrobos enfermos, para determinar la enfermedad que los está matando.

-Y luego están en la selva. Con un procedimiento nuevo, metabarcoding, que sirve para capturar ADN de mamíferos, del ambiente, sin necesidad de atrapar a los animales.

-Esta idea surgió el 2020. Mi hijo vio en The Economist un artículo sobre metabarcoding. Él es agrónomo y está interesado en la conservación ambiental y ha formado una asociación en San Martín, en un área que se llama Cordillera Escalera. Me dijo que se podía trabajar en la cordillera para saber qué animales hay y saber qué hacer para proteger y restaurar ese lugar. Revisé el artículo de The Economist, que se basaba en el trabajo simultáneo de dos investigadoras, una en Dinamarca y la otra en Canadá. Me puse en contacto con una de ellas. Lo que habían logrado, en dos zoológicos, era identificar a todos los animales de esos lugares con sus aspiradores de ADN. Lo que yo le ofrecí fue probar su proyecto en la vida real, en un sistema complejo como la Amazonía Peruana.

-¿Es la primera vez que se hace en un escenario así?

-No es la primera vez. Otra investigadora peruana lo está haciendo en Iquitos. Y el proyecto que yo presenté a Concytec, por financiamiento, fue rechazado inicialmente. Solicité información y me mostraron algunas observaciones. Decidí presentarme de nuevo, pero durante el año que tuvimos que esperar fabricamos un prototipo de aspirador de ADN, tuvimos buenos resultados, hicimos algunas cosas más en el laboratorio. Y presentamos de nuevo el proyecto, con algunos avances. Allí sí nos dieron el financiamiento.

-¿Cuándo fue eso?

-El año pasado, comenzamos el 2023.

-¿Cuál es el objetivo central del proyecto?

-Probar si el aspirador funciona en la vida real. Para eso tenemos que hacer una colecta de información y hacer una base de datos con el ADN local. O sea, ADN de los murciélagos, de los ratones, de los marsupiales, y además pongo cámaras trampa para ver qué animales hay. Luego pongo a funcionar los aspiradores y también extraigo ADN. Finalmente hago el match para saber con qué técnica capto más ADN, con la técnica tradicional, atrapando a los animales, o con el aspirado, extrayendo el ADN del ambiente. Ese es el objetivo.

-¿Y ha tenido alguna dificultad en el trabajo de campo?

-No, ninguna.

-Se lo preguntaba porque cuando hicieron la expedición al Huascarán se encontraron con comuneros de la zona que los acusaban de haber encontrado oro y plata, y de querer vendérselo a algunas potencias.

-Sí. Era oro y otro metal, muy valioso.

-¿Por qué creemos tan rápido en esas mentiras, en esas leyendas?

-Yo creo que hay gente que se aprovecha de los agricultores y les dice esas cosas. En el Perú ocurre mucho eso, hay agitadores, no sé. Desde los romanos pasa eso, ellos acuñaron eso de divide y vencerás.

-Cuando la pandemia se desencadenó, los científicos eran los profesionales en los que más confiaba la sociedad.

-¿Ah sí?

-Sí, esperábamos una vacuna de ustedes.

-Pero mucha gente no ha querido vacunarse.

-A eso voy. Hoy ha ganado mucho terreno gente que no cree en la evidencia científica, como los antivacunas, que están provocando un problema en el mundo, con el sarampión, alientan a la gente a que no se vacune, y vuelven enfermedades que parecían desterradas.

-Bueno, yo creo que tenemos una gran falla en la educación básica. Tenemos que reforzar a nuestros profesores de colegio para que puedan transmitir la idea de que el conocimiento viene con evidencia. Creo que en muchos países se estimulan las creencias sin evidencia, se entrena a los chicos a creer cosas sin evidencia.

-Creer sin verificar

-No, sin evidencia.

-Sin nada.

-Sí.

-¿Hay algún científico viajero al que admire?

-Uy, sí, claro, a Humboldt.

-Alguna vez me habló de Magallanes.

-Magallanes también, era maravilloso. Pero no era científico, era un explorador, un navegante, en cambio Humboldt era un científico, un naturalista. He leído toda su biografía. Es una cosa increíble. La tengo aquí en el celular, en Kindle. Su biografía se llama La invención de la naturaleza. Humboldt inventó el concepto de naturaleza tal como lo tenemos hoy día. Antes de Humboldt la gente no pensaba en la naturaleza como una cosa integrada. Había pasto, animal, hombre, por separado.

-No había el concepto de ecosistema.

-No lo había. Humboldt fue el primero. No solo eso. Fue el primero que dibujó un paisaje con el concepto de ecosistema, es un dibujo famosísimo del Chimborazo (en Ecuador). Dibujó el volcán y todas las especies que apreciaba, divididas por la altura.

-¿Siempre se interesó por Humboldt?

-Desde la universidad, por él, por Monod, Sagan. Todos los estudiantes discutíamos esas cosas.

-Los biólogos tienen sus propios héroes.

-Sí, claro. Que son héroes de la humanidad en realidad.

-En términos generales, ¿cuál diría que ha sido el mayor aporte del Perú al conocimiento colectivo, al conocimiento de toda la humanidad?

-En el Perú tenemos 88 climas de los 100 que existen en el mundo. Y su aporte es la diversidad, es un país megadiverso que está inexplorado todavía. 

-¿Se anima a lanzar un porcentaje? ¿Qué porcentaje del territorio peruano no está explorado?

-La mayor parte.

-¿Un 80%?

-Yo diría que mucho más. Un ejemplo, pensemos en los microorganismos de los suelos, que tienen aplicaciones médicas, industriales, de todo tipo. ¿Tenemos un banco de datos de los microorganismos en el Perú, una base de datos de su ADN? Eso ya existe, en los Estados Unidos, con startups en las que estudiantes míos trabajan. Tienen unas colecciones gigantescas de secuencias de ADN de microorganismos. De allí ellos sacan ideas de nuevas proteínas para aplicaciones industriales, y ganan millones. ¿Por qué no tenemos eso en el Perú? Eso está 100% inexplorado. Y no son suelos normales, tenemos microorganismos de suelos contaminados; de la puna, expuestos a altas radiaciones UV. Tenemos microorganismos adentro de los glaciares, que existieron hace millones de años y hoy están congelados. Tenemos mucho potencial, y ya no sigo, me tiembla el cuerpo.

-¿Hubo algún momento de la historia republicana del Perú en el que hayamos liderado alguna rama de la ciencia, con alguna investigación científica?

-Bueno, lo que tenemos son científicos héroes. Han luchado contra la falta de financiamiento, las trabas burocráticas, hasta con la criminalidad. A veces, cuando te vas solo, por diferentes lugares, puedes ser víctima de ataques. Un colega mío que trabajaba en el Centro Internacional de la Papa, y que se dedicaba a hacer la colección mundial de la papa, fue dejado desnudo, en la puna, por Sendero Luminoso, después de obligarlo a bailar. Hay esfuerzos individuales, pero la ciencia no es individual. A mí me gustaría ver al Perú como líder del aprovechamiento de su diversidad. ¿Por qué no? Yo te puedo decir por qué no, pero son muchas razones.

-Dígame una.

-La fuga de talentos, la falta de aprovechamiento del principal recurso de nuestra biodiversidad. ¿Sabes cuál es el principal recurso de la biodiversidad peruana?

-Dígame usted.

-Los cerebros de los peruanos. Es un recurso. Son cerebros de todas las etnias posibles. Son diferentes, todos, porque estamos confrontados a culturas distintas.

-vez le escuché decir que la presencia de las mujeres en la ciencia no solo era necesaria por sus aportes…

-Por la diversidad. Por lo mismo que tenemos que incluir a gente de todas las etnias del Perú. El cerebro de alguien que ha nacido en la selva, que puede distinguir tantos colores de verde, definitivamente es distinto al cerebro de alguien urbano.

-Lo que decía usted es que debería haber cierto enfoque de género en los experimentos porque solo se trabaja con sujetos machos…

-Bueno, las mujeres somos una cultura en particular, una manera diferente de ver las cosas, eso por un lado. Por otro lado, en ese momento yo me refería a los estudios clínicos. Recuerdo que esto fue a raíz de un decreto supremo que regulaba los estudios clínicos, prohibiendo que personas de etnias amazónicas y niños participen en esos estudios, lo cual a mucha gente le parecía muy bien, pero a mí me parecía muy mal. ¿Por qué? Porque necesitamos saber si ciertos medicamentos tienen efectos negativos en ellos, si asimilan esos medicamentos, si la dosis es la correcta.

-¿Y puede pasar lo mismo con las mujeres?

-Es exactamente lo mismo. La mayor parte de estudios clínicos se hacen en Wasp (White Anglo Saxon Person), hombres, blancos, europeos, anglosajones. Sabemos que en ellos los medicamentos funcionan muy bien.

-Sin contraindicaciones.

-O si las hay van a estar muy bien estudiadas y analizadas. Pero cuando le das eso a una mujer, puede tener otro tipo de efectos. Cuando tú le das eso a alguien de una etnia shipibo conibo, va a tener otro tipo de efecto. Eso tenemos que saberlo.

-La inteligencia artificial es la herramienta de moda en el trabajo con tecnología. Pero hay menos mujeres trabajando con este recurso en el mundo.

-Siempre hay menos mujeres trabajando en las cosas. En ciencia somos el 30%. El otro día le pedí datos al Minedu, y vi por ejemplo que las mujeres somos el 30% de las carreras STEAM (enfocadas en ciencia, tecnología, matemáticas e ingeniería). También miré cómo es la carrera universitaria. Comparé lo que es profesores asociados, profesores principales, profesores auxiliares. Siempre hay menos mujeres. Y si vas subiendo en las categorías, hay menos mujeres todavía. Allí hay un filtro.

-¿Se necesita de un carácter especial para interesarse por la ciencia?

-Yo creo que las personas que no se interesan por la ciencia tuvieron una mala educación. Porque los niños son fundamentalmente curiosos. Y la curiosidad es lo que llama a la ciencia. Un niño se pregunta por qué es así una flor y decide ver lo que es. Eso es algo que se tiene que alentar de maneras específicas: la curiosidad, la experimentación, la lectura. Yo tengo una idea, que cada profesor de primaria, de lugares alejados, fuera equipado con tres maletines: un maletín que tenga todos los elementos básicos para hacer experimentos en biología y que todos los chicos puedan verlos. Se trata de un kit, súper simple, con cosas básicas, que maravillen a los niños. Otro maletín de física y otro de química. Cada uno con seis experimentos básicos, para todo el año. Pero además de los maletines, a los profesores hay que darles elementos concretos de conocimiento para que ellos les den eso a sus niños. Una persona solo puede explicar de manera simple aquello que comprende.

-Ya que hablamos de la escuela, ¿qué encontró usted en ella que la llevó por el camino de la ciencia?

-Ah, bueno, eso me pasó desde que nací. La tara vino conmigo (se ríe).

-¿Vino de casa entonces?

-Mis padres siempre me estimularon a la lectura, pero a mí también me gustaba leer. Y yo era una niña terrible. Por ejemplo, en esa época me hubiera estado trepando al techo del vecino.

-¿Por investigar algo?

-No, por traviesa. Ya me hubiera metido a todas las casas de la cuadra. Mi mamá no me aguantaba. Por eso me metió al Hans Christian Andersen que estaba a una cuadra de mi casa.

-¿Cómo un internado?

-No, no. Lo que quería era que fuera al colegio…

-Para que le dejara un tiempo libre.

-No un momento, de 8 de la mañana hasta la salida, con la idea de repitiera el kínder desde los 3 años hasta que cumpliera los 6 y entrara al primer grado. Pero no pudieron porque aprendí a leer (se ríe).

-No funcionó su plan.

-No funcionó. Luego me cambiaron a un colegio de monjitas.

-¿Y siguió siendo igual de traviesa?

-Sí, nunca me calmé. Recién ahora me he calmado. Pero, siempre me gustó leer, era una cosa mía. En el jardín hacía pócimas. Me regalaban juegos de química y yo hacía bombas apestosas. Iba a Larco, a Scala, y tiraba las bombas apestosas dentro del ascensor y me iba corriendo, yo era la pata de Judas.

-Era una delincuente juvenil.

-Sí, exacto.

-¿Cuál fue su primer instrumento científico?

-Un cuchillo.

-¿Un cuchillo?

-Sí. Me regalaban una muñeca y la abría para ver cómo funcionaba por dentro.

-¿Cómo sigue su relación con la universidad pública, con San Marcos? Estaba usted fascinada con esa experiencia.

-Yo sigo feliz en San Marcos. San Marcos tiene un potencial enorme, tanto de sus profesores como de sus estudiantes. Y acá quisiera hacer un llamado para mirar a San Marcos como una gran joya que tenemos abandonada como peruanos. San Marcos tiene gente increíble, profesores y estudiantes. Tenemos el Museo de Historia Natural, institutos en todos los ámbitos, en historia, en literatura, en ciencias sociales, en estudios peruanos, en danza.

-¿Se pasea por el campus?

-Sí, claro. He querido usar la piscina, pero no es temperada, eso es lo único malo. Y yo voy todos los días.

-Ha dicho alguna vez: “No sé mentir. Y eso en el Perú puede ser un defecto”.

-Sí, es un defecto.

-¿Por qué?

-Porque aquí mentir es casi un modo de vida. A la gente no le gusta que le digan las cosas directamente. La gente dice: “está bien”, pero en realidad está pensando que eso es malo. La mentira es la madre de la estafa y del robo. La mentira es el inicio del engaño al otro, y luego lo escalas a las peores cosas, a Odebrecht, a la corrupción. La mentira es la base de la corrupción. De eso se trata. La gente piensa en tener trabajos sin tener las credenciales necesarias, entonces miente. A mí me pasó en Concytec, gente joven que postulaba con certificados falsos, creyendo que no nos íbamos a dar cuenta.

-¿Y este clima de enfrentamiento entre grupos políticos cómo la deja?

-Todos los científicos nos sentimos desalentados. Necesitamos una estabilidad, sentir que estamos avanzando y que nuestro trabajo se toma en cuenta.

Periodista formado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es editor y reportero del suplemento Domingo de La República. También ha publicado en el diario El Tiempo de Colombia y La Tercera de Chile. Fue reportero de la sección política de este diario. Tiene un blog sobre fantasía (cuervosobrepalas.wordpress.com) y otro en el que comenta su trabajo periodístico (cambiodetitulares.wordpress.com)