Ciencia

El cáncer de huesos perfora los tejidos por falta de azúcar, afirma estudio

El tejido óseo de los pacientes se engulle al desarrollar un anticuerpo inútil. Los especialistas siguen buscando una cura para la enfermedad.

Las personas que padecen cáncer de médula ósea suelen presentar perforaciones en el cráneo que les generan mucho dolor | Foto: Dra. Jennie Roberts, Radiopaedia.org
Las personas que padecen cáncer de médula ósea suelen presentar perforaciones en el cráneo que les generan mucho dolor | Foto: Dra. Jennie Roberts, Radiopaedia.org

Las células en los humanos se van renovando, pero en las personas que padecen cáncer de médula ósea sucede lo contrario: el tejido se consume. Un equipo científico encabezado por Therese Standal, en el Centro de Investigación de Inflamación Molecular de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, enfocados en aquella dificultad, determinaron que la destrucción de los huesos en pacientes con ese mal se debe a la falta de un tipo de azúcar.

Así lo explican en el estudio titulado “Las inmunoglobulinas monoclonales promueven la pérdida ósea en el mieloma múltiple”, publicado por la Sociedad Americana de Hematología, revista sobre enfermedades en la sangre.

“Nuestros datos apoyan que las inmunoglobulinas desglicosiladas (sistema inmunitario que fabrica anticuerpos) promueven la pérdida ósea en el mieloma múltiple (cáncer de células plasmáticas)”, exponen los autores.

Hay que precisar que la escasez de 'azúcar’ que se menciona no está relacionada a la ingesta de pasteles, caramelos, galletas o chocolates ricos en glucosa, sino a un anticuerpo inútil que carece de dos moléculas de sacarosa, un signo repetitivo en pacientes con huesos perforados.

A este anticuerpo le faltan dos moléculas de azúcar, lo que ocasiona que el esqueleto se quiebre | Foto: Therese Standal / NTNU

A este anticuerpo le faltan dos moléculas de azúcar, lo que ocasiona que el esqueleto se quiebre | Foto: Therese Standal / NTNU

“Pensé simplemente. Si las personas con cáncer de médula ósea tienen demasiado anticuerpo y demasiadas células devoradoras de huesos, entonces deben estar conectadas (vinculadas)”, dijo Standal.

Durante un aproximado de cinco años, la investigadora ha agotado una gran cantidad de esfuerzos a fin de hallar una posible cura para esta clase de cáncer. Ella, al principio, tomó muestras experimentales de pacientes cuyos huesos estaban siendo engullidos. De igual modo, estudió pruebas de personas con la enfermedad que no sufrían esa dolorosa experiencia.

Así, junto con su equipo científico, Standal retiró células devoradoras de huesos y las condujo al laboratorio. Luego, comprobó sus conjeturas: el azúcar molecular mejoraba la reacción del anticuerpo.

La experta no se conformó con esta observación y buscó a Manfred Wuhrer en el Centro Médico de la Universidad de Leiden en los Países Bajos, un profesional con experiencia en azúcares.

Al colocar otra cantidad adicional de azúcar en el mencionado anticuerpo, las células devoradoras no proliferaron. También se probó el experimento de una forma inversa: quitaron azúcar del anticuerpo y descubrieron que las células devoradoras de huesos se multiplicaban.

Therese Standal. Cada año, 400 personas en Noruega son afectadas por cáncer de médula ósea | Foto: Geir Mogen, NTNU

Therese Standal. Cada año, 400 personas en Noruega son afectadas por cáncer de médula ósea | Foto: Geir Mogen, NTNU

Efectos del agua azucarada en ratones

No conformes con los resultados de las pruebas preliminares, el grupo de investigadores experimentó con ratones que sufrían de cáncer de médula ósea.

A esos pequeños roedores se les dio de beber agua azucarada. Standal describió que “la teoría funcionó”, ya que dichos animales producían menos perforaciones y se enfermaron menos de cáncer.

Sin embargo, fabricar y comercializar un medicamento con base en este artículo científico requiere todavía de trabajos más profundos. Por ahora, el camino es continuar probando el agua azucarada más especies.

Para ensayar esta técnica en seres humanos, según refiere la profesora de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, deben transcurrir al menos unos cinco años.

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