Nada convencional. El actor retoma el teatro sin que eso signifique “un regreso” definitivo. “No quería ir detrás de un estilo de vida que gira en torno a marketing”, sostiene., Santiago Magill es un buen actor, aunque, dice que en los 90 no estaba preparado. Ha pasado temporadas sin actuar, en busca de otro estilo de vida. Desde hace unos días es ‘Rantés’ (en ‘Hombre mirando al sudeste’), un individuo que dice ser de otro planeta en una obra que cuestiona la maquinaria de una sociedad que condena las ideas diferentes. Tu personaje es tildado como “loco” pero a la vez hace titubear a su psiquiatra. En el camino el doctor se da cuenta que tan loco no parece, este viene a ser una denuncia bien específica de cómo vivimos en la sociedad. ¿Se suele tildar de extraños a los que no hacen lo que se espera, en tu caso, en lo que se espera de un actor aquí? De la actuación en el Perú no puedo hablar porque estoy desconectado, pero sí lo que me entristece un poco es cómo se lleva la vida en general, en sociedad, que estemos llevados por intereses económicos, por el poco respeto para el otro. ¿En qué momento te diste cuenta de que no querías dedicarle toda tu vida a la actuación? Tuve la suerte de estar en producciones exitosas pero realmente no me había preparado. Cuando trabajé en España (en ‘I love you, baby’), me di cuenta de que no tenía deseos de salir del Perú e ir detrás de un estilo de vida, una vida que gira en torno al marketing, o sea, al margen de que hay actores talentosísimos por todos lados. Tenía que ir a fiestas, vestirme de cierta manera y vincularme. No soy bueno para eso. ¿La popularidad también llegó a molestarte? En un momento sí, termina por no ser tan agradable. En los 90’ se te proyectaba en algunos programas como un actor difícil. ¿Así eras? Aquí se habla de la libertad de expresión pero nadie habla de cómo ciertos periodistas atentan diciendo mentiras. Incluso hay una concentración de medios que nadie critica porque está “muy bien” ¿no? (...) Siempre he dicho que el problema no es Magaly (Medina) sino quien la pone en televisión. ¿Eras difícil? Bueno, ¿qué voy a hablar con ellos? o que me pregunten: ¿chapaste rico con Christian Meier? (sonríe). Sobre No se lo digas a nadie. ¿Es cierto que hubo inconsciencia para aceptar ser ‘Joaquín’? Hubo un grado de desconocimiento, no era consciente de todo lo que en esta sociedad implicaba. De hecho sabía que iba a ser una película polémica pero no fui consciente de la magnitud, en cuanto a( recibir) muchas agresiones de la gente en la calle. Pero arrepentimiento ninguno, esa película me enseñó un montón de cosas y me dio la posibilidad de conocer otras realidades en el ámbito actoral. Dijiste que querías darle voz a la minorías. Sí, tenía un amigo, bueno tengo un amigo, que es gay y justamente la cercanía con él, su experiencia me hacía pensar y me hizo decidir hacer esa película. Era como conocer de cerca lo que la gente puede vivir. ¿Ya no hay ningún salvaje que te agreda por ese personaje? No, ya no. Lo que me sorprende es que la gente siga reconociéndome. Hay, no sé cómo decirlo (piensa): cariño respetuoso. Porque cuando la gente siente que tú eres parte de su vida, hay una relación de reclamo, o sea, “si no te comportas como quiero, eres un imbécil, un petulante y ya no soy tu fan”. Hoy el reconocimiento es respetuoso, con distancia. En estos 10 años, te has mudado y has trabajado como administrador de un hospedaje y en educación alternativa. ¿Eres un hippie de nuestros tiempos? (Risas)Nunca he sabido definir el hippismo pero podría ser. Es como si... hay algo en la rutina, en la vida programada o convencional que me repeliera, no sé. ¿Cuáles son las razones a eso? hay miles, muy personales que no me gusta tocar y otras que son sociales. No veo que la gente sea necesariamente feliz como lo dicen por ese camino. Pero tiene sus ventajas ser desapegado... Sí y vivo así. Con ciertas angustias como todos pero no veo que los que no viven como yo estén libres de angustias. ¿Esa onda de libertad es lo que te hace vivir tranquilo? Sí, aunque por momentos digo: ¿qué estoy haciendo? ¿qué va a pasar de acá a 10 años? No me he muerto, no me he suicidado, solo he perdido pelo (ríe). Aunque mis amigos y mi familia siempre me dicen que por qué no vuelvo a actuar. Claves ‘Hombre mirando al sudeste’. De viernes a domingo en el Auditorio del MALI. El ciudadano. Magill participó en marchas, como en contra de ‘la repartija’. Estuvo en un proyecto de educación alternativa porque “la educación tradicional genera doble moral”, dice. Sigue a LaRepublica.pe en Facebook Diario La República