La Alameda Chabuca Granda, situada cerca a las orillas del río Rímac, es un lugar emblemático de los limeños. Ahí, los fines de semana, cientos de personas se congregan para disfrutar de los shows de los cómicos ambulantes. Los comediantes trabajan de manera formal en los anfiteatros y regalan risas a todos los asistentes.
Esta escena, que puede ser familiar para muchos y que ya forma parte de la cotidianidad de la ciudad, no siempre fue así.
En los años 80, la zona colindante con el río 'hablador' era un foco de marginalidad urbana e informalidad. Ante esto, en 1987, se propuso el Plan del Centro de Lima, que planteaba la recuperación del Centro Histórico con base en un programa de recuperación de los espacios públicos.
Este proyecto recién se llevó a cabo diez años después, bajo el Plan de ciudad segura, limpia y ordenada, del Dr. Alberto Andrade Carmona.
Con su gestión, ese espacio dejó de llamarse Polvos Azules y se denominó la Alameda Chabuca Granda. El cambio no solo fue en el nombre. Lo que antes era únicamente una extensa plataforma de concreto, ahora se revestía con anfiteatros, bancas, faroles de alumbrado, árboles y una gran escultura moderna de color rojo, que estilizaba la figura de la cantante criolla Chabuca Granda.
Los días viernes, sábado y domingo, se presentan los cómicos ambulantes. Foto: El Cholo Víctor
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En el 2000, los cómicos ambulantes entraron en escena y, hasta ahora, reúnen a cientos de personas que acuden a disfrutar de sus obras en los anfiteatros.
“Al inicio, nosotros nos ubicábamos en diversos espacios públicos de Lima, como el Parque Universitario, la Plaza San Martín, el Parque de la Exposición, el Jirón de la Unión y demás lugares céntricos. Estos lugares eran muy solicitados por los cómicos y era un gran punto de encuentro con nuestro público”, comentó el reconocido cómico ambulante Giovanni Aurora y miembro de la Asociación de artistas y cómicos urbanos internacionales para La República.
Sin embargo, en el 2003, el entonces alcalde Lima, Luis Castañeda Lossio, determinó diversas disposiciones municipales sobre los espacios de trabajo de los cómicos. Así, el Parque Universitario fue cerrado y, con ello, se prohibieron las actividades mencionadas.
“Varias veces nos acercamos al municipio para solicitar que nos apoyen, pero siempre recibimos un mal trato de parte del alcalde y de sus funcionarios. Tras estas medidas, buscamos otros sitios, uno de ellos fue la Alameda Chabuca Granda”, precisó.
En ese sentido, el artista explicó que tanto él como sus compañeros empezaron a usar los anfiteatros para realizar sus obras. A pesar de que las gradas siempre estaban repletas, al ser considerados informales, eran desalojados por los efectivos policiales.
Este hecho cambió con la gestión de Susana Villarán. “Cuando asumió la alcaldesa, nosotros nos acercamos nuevamente al municipio y, una vez más, nos rechazaron, pero esta vez fuimos a la prensa. Ante el reclamo mediático, cambiaron de parecer y nos formalizaron”, expuso el cómico ambulante.
La formalización les trajo múltiples beneficios. El más relevante fue el permiso para trabajar en los anfiteatros de Chabuca los días viernes, sábado y domingo, de 3.00 a 10.00 p. m. Asimismo, los capacitaron con talleres de teatro para potenciar su talento.