Tres escenarios, más de 700 artistas, miles de espectadores y un sol esplendoroso. Esos ingredientes convirtieron al Inti Raymi en una edición inolvidable. Es la fiesta de adoración al sol que evoca al Tahuantinsuyo, el antiguo Perú. El Inti Raymi es una festividad que revive el ritual inca durante el solsticio de invierno. En esta fecha, se reunía a los representantes de los cuatro suyos, las divisiones territoriales del gran imperio.
El Inca y la Qoya se dirigen a la explanada del templo del Qorikancha para recibir los primeros rayos solares. En un acto de respeto, el séquito saluda a su máxima deidad.
El Inca sube a lo más alto del templo, se dirige a la población para continuar con la festividad en el viejo Haukaypata o Plaza Mayor.
La comitiva, en medio de danzas y cantos quechuas se dirigen al usno o centro ceremonial.
Qorikancha. La fiesta se inicia en este recinto religioso. Foto: La República
El ejército inca garantiza la seguridad del emperador y su séquito. Pachakuteq inicia el rito de la coca, hoja sagrada a quien se consulta sobre el futuro del imperio. "La coca está dulce, me dice que no debo tener preocupaciones, nuestro padre sol será bondadoso en el sacrificio de la llama de esta tarde", exclama el Inca.
Luego se hace un alto, para la ceremonia del encuentro de dos tiempos, una adaptación al guion original.
Rito de la chicha. Una de las bebidas del imperio. Foto: La República
El Inca pide la presencia de la actual autoridad del Cusco. Acude el alcalde de la ciudad, Luis Pantoja, El soberano le recomienda que guíe con sabiduría los destinos de la ciudad imperial y le hace entrega del khipu. "Os prometo guardar con todo honor este maravilloso legado y cumplirlo fielmente", dice el burgomaestre.
Khipu. El inca entrega al alcalde este símbolo de sabiduría. Foto: La República
En la explanada de Sacsayhuaman, Pachakuteq recibe el informe de los gobernantes de cada suyo. Tras oírlos, el Inca parece satisfecho, el imperio ha tenido grandes avances y conquistas que ampliaron sus dominios. Una serie de ritos se ofrecen a los Apus, a la Pachamama y al Dios Inti. Se sacrifica una llama, cuyas vísceras auguran lo que se viene al gobernante del Tahuantinsuyo.