“Haremos todo lo posible para rescatarlo con vida”, se escuchó a un bombero, mientras el hombre, firme, no permitió que se le aflojaran las piernas de roble y permaneció despierto a la espera de un milagro.
Del rostro cubierto de polvo solo destacaban los penetrantes ojos de Eduardo Prado Reynafarje, un hombre de 57 años que se aferró a la vida durante más de 5 horas, atrapado entre los escombros de una vieja casona que se derrumbó en uno de los barrios más antiguos del Rímac.
En el cruce de los jirones Virú con Paita aún dura el susto que implicó la caída de ese inmueble. Los vecinos están preocupados, pues en la zona hay otros solares que podrían desplomarse por el paso del tiempo y la humedad.
“No fue una tragedia fatal, de milagro”, dijo otro de los rescatistas. Contó que apenas ingresó al lugar escuchó ruidos bajo los escombros y alertó a sus compañeros. Después de excavar con las manos durante una hora, logró contactarse con Eduardo.
El hombre se encontraba cubierto de tierra, miraba los reflectores de los bomberos e intentaba hablar. Se temía cualquier movimiento en falso.
En la víspera, un bebé de 4 meses y su madre, de 24 años, fallecieron luego de que cayera un muro de concreto en construcción en la parte posterior de su vivienda, en Carabayllo. La víctima fue identificada como Cecibel Pinedo Ponce, quien aún presentaba signos vitales cuando fue rescatada. Perdió la vida en el hospital Sergio Bernales, de Collique.
La vivienda que compartía con sus sobrinos en el primer piso colapsó poco antes de las 5.00 a.m. Eduardo dormía en una habitación. Los otros cuartos eran ocupados por su sobrino Giancarlo Salazar Prado (30) y otro familiar. Ambos fueron rescatados muy rápido.
Todo ocurrió de manera inesperada: el altillo de la casa se vino abajo y, en cadena, arrasando el segundo piso hasta la primera planta donde Eduardo quedó atrapado. Inicialmente los bomberos dudaron que alguien pudiera estar aún con vida, hasta que lo escucharon.
Los brigadistas, entonces, comenzaron a deshacer la montaña de adobes, madera y quincha. Luego de cinco horas por fin pudo ser rescatado.
Solo la emoción entre los rescatistas rompió el cansancio de esas arduas horas de trabajo. “¡Qué tranquilidad, hermano!”, decía uno de ellos. Se necesitaban motivos de esperanza ante tanta tristeza y desesperación.
Más del 70% de las casonas y quintas ubicadas en el Rímac se encuentran en peligro de colapsar en caso de registrarse un sismo superior a los 7 grados de magnitud, alertó el especialista José Arispe, exdecano del Colegio de Arquitectos del Perú.