Hace más de un año se inició la vacunación contra la COVID-19 en las comunidades nativas, pero la cobertura, si bien ha avanzado, no es la esperada. Esto se debe a tres factores: desinformación, falta de recursos y la lejanía, reconoce Julio Mendigure, jefe de la Dirección de Pueblos Indígenas u Originarios del Ministerio de Salud (Minsa).
Mendigure precisa que las regiones que albergan comunidades indígenas con “mayor retraso” son Amazonas, Loreto, Ucayali y Madre de Dios. Solo en esta última se ha logrado alcanzar el 30% de personas de 18 años a más con tercera dosis, mientras que las otras tres no llega ni al 25% (ver infografía).
El funcionario sostiene que el 80% de esta población vive en zonas rurales de manera dispersa. “Son siempre ellos quienes tienen más desventaja en la atención del Estado’'.
Hasta el año pasado, dice Mendigure, el 67% de la población indígena, sobre todo de Loreto y Ucayali, no tenían intenciones de vacunarse, pero ahora, con más del 70% con una dosis, considera que se ha podido revertir el temor, aunque aún hay lugares con una ‘’postura rígida’'.
Muy pocos. La vacunación en la selva sigue siendo baja.
En ese sentido, Eva Julca, jefa de la Dirección de Salud de Ucayali, señala que hay desconocimiento. “Piensan que la vacuna, al ser nueva, va a tener efectos secundarios”. Por eso, refiere, se debe trabajar en campañas comunicacionales con actores del mismo grupo.
Asimismo, Miguel Pinedo, decano del Colegio Médico de Loreto, asevera que no se avanza lo suficiente porque no existe un pleno entendimiento de que el fármaco es una protección. “Tenemos que llegar donde nuestros hermanos nativos con un mensaje claro y preciso para que entiendan que la vacuna (...) va a protegerlos”.
Mientras tanto, la exjefa de Inmunizaciones del Minsa, Gabriela Jiménez, manifiesta que “se debe evaluar, en el marco de sus competencias, qué tanto está desarrollando el Ministerio de Cultura (Mincul) para lograr el acercamiento a las comunidades nativas y originarias”. Agrega que el Mincul sabe que debe implementar estrategias para ingresar a las comunidades y dispone del presupuesto.
En tanto, Mendigure detalla que se requiere de más medios para el combustible, las brigadas y para la incorporación de enlaces indígenas. Comenta que han solicitado al Ministerio de Economía y Finanzas autorización para reorientar los recursos que tiene el Minsa y destinarlos hacia la vacunación. Con este dinero también se podrá solventar los viáticos, alimentación y movilidad del personal de salud que recorre las comunidades, además de contratar más enlaces indígenas, que son importantes para el proceso de diálogo con las comunidades.
En esa línea, María Mendoza, exdirectora del Programa Nacional de Vacunación del Minsa, recuerda que durante su gestión se fortaleció el trabajo de las brigadas de atención a poblaciones dispersas, las cuales tenían un “financiamiento diferenciado”, pues, resalta, llegar a estas poblaciones es costoso. Además, los equipos contaban con personal que hablaba la lengua nativa de la zona.
Mendoza también menciona que para algunos viajes tenían que pedir ayuda a las Fuerzas Armadas, a fin de que los trasladen en helicópteros.
“Los gastos que generaban no son los mismos que cualquier otra brigada”, reitera.
Sumado a lo anterior, la lejanía es otra barrera que no permite avanzar con las coberturas. Por ejemplo, Pinedo, del CM de Loreto, sostiene que debido a que la suya es una región “muy grande”, las comunidades están muy dispersas. En tal sentido, Mendoza explica que hay viajes que pueden durar hasta 21 días. “Prácticamente es todo un mes para hacer una intervención”.
Para Miguel Pinedo aún hay mucho por hacer. “Falta llegar a las coberturas óptimas para una protección adecuada contra la COVID-19. Tenemos que hacer el esfuerzo”. Que así sea.
Infografía La República
Este 28 de agosto se publicó la La norma en el diario El Peruano y entrará en vigencia desde este lunes 29 de agosto a nivel nacional. Expertos instaron a los padres de familia a que el cuidado sea personalizado.
“Hay algo que los padres deben entender. No hay riesgo cero. Hay más riesgo que el niño fallezca en un accidente de tránsito que por el virus. El riesgo lo tenemos que asumir (...). Nunca va a pasar, tenemos que convivir con el virus y fomentar la vacunación“, recalcó el infectólogo Juan Celis.