Por Juan Carlos Soto y Roberth Orihuela.
L.F.Q.M está internado en la unidad de cuidados intensivos de la clínica San Juan de Dios de Arequipa después de sobrevivir a tres operaciones. Se recupera pero emocionalmente aún vive en shock. Cuando su madre lo visita, su fragilidad se desborda, le pide que lo abrace y que se quede con él.
L.F.Q.M recibió el peor regalo en las navidades pasadas. Se quedó sin mamá. Unos policías, lo metieron a él y a sus tres hermanos en un patrullero. Luego los internaron en un albergue. L.F.Q es muy pequeño para entender el delito de trata de personas. En la comisaría de Mariano Melgar, a la madre le advirtieron que no era la primera vez que hacía trabajar a sus hijos en las calles.
Entonces el Ministerio Público y Poder Judicial determinaron que los menores debían ir a un albergue y ella tomar terapia para luchar contra su alcoholismo. Era la reacción de un Estado responsable frente a la desatención familiar.
La Unidad de Protección Especial (UPE) del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) determinó que los menores debían internarse en el Centro de Acogida Residencial (CAR) Los Obedientes, que pertenece a la Iglesia Cristiana El Amor de Dios. Sin embargo, este centro no cumplía los requisitos ni era fiscalizado.
1 de mayo de 2022. Habitualmente, los niños duermen hasta tarde los domingos. La cuidadora se acercó a la habitación de L.F.Q.M. El pequeño se quejaba de dolores en la barriga. Según la versión que dio a las autoridades la tutora, revisó al niño, tenía el polo mojado, un moretón en la cara y otros en la espalda. Dos de sus compañeros de 10 y 12 años lo agredieron, dijo. No comentó más.
La cuidadora de apellido Fernández, practicante de enfermería, la noche anterior, estuvo sola con los internos. Sostiene que no escuchó ni vio nada.
Los pequeños, a quienes se atribuye la agresión, reconocen en sus declaraciones haber cubierto con una sábana la cara de su víctima, pegarle con la correa y luego introducirle un cepillo de dientes en el recto. Ese acto violento provocó daño en el intestino grueso que obligó a las operaciones. Naturalmente hubo sangrado, la víctima reconoce ello. Sin embargo, las dos cuidadoras que luego tuvieron contacto con él afirman no haberse percatado de ello. Esa alerta hubiese sido clave para llevarlo a un centro de atención especializado. Ellas imaginaron que solo se trataba de un malestar gástrico a pesar que el menor caminaba con dificultad. Le dieron mates.
Cuando la autoridad interroga a la ciudadora sobre los protocolos ante una agresión esta revela que los desconoce. De ello se desprende que en el albergue no había personal capacitado.
De acuerdo al jefe de la Dirección General de Niñas, Niños y Adolescentes (DGNNA) del Ministerio de la Mujer, César Cárdenas Lizarbe, Los Obedientes estaba registrado como un anexo del CAR El Amor de Dios, que además tiene otras dos casas de acogida. Carece de acreditación propia. Eso le da licencia para infrigir normas básicas. Cárdenas explica que un tutor puede cuidar hasta 8 niños como máximo. En la casa ya había 9. Eran necesarios dos tutores. Carecían de psicólogo para que trabaje de manera permanente. El profesional de El Amor de Dios se repartía en las tres casas de acogida. Así es imposible trabajar con los niños y conocer sus historias. Los internados provienen de hogares disfuncionales en donde los padres sufren de diversas anomalías. En los testimonios los pequeños justifican la violencia como un patrón de conducta visto en su casa.
La coordinadora del albergue es Evelyn Cáceres. Ella se enteró de la agresión recién el domingo por la tarde, dice. Aunque una de las cuidadoras señala que en la mañana estaba en la casa albergue Cáceres Rodríguez y Gloria Aragón, promotora de la Asociación El Amor de Dios.
Llevaron al pequeño a la comisaría de Characato para dejar constancia de los golpes. Recién el martes lo condujeron a la clínica San Juan de Dios, donde se quedó internado. Debían intervenirlo de emergencia recomendaron los médicos. Es allí cuando se determinó que hubo un ultraje. Esto a pesar de que en todas las versiones del personal de Los Obedientes se niega ello. No vieron nada en su ropa interior a pesar que son las cuidadoras quienes les ayudan a lavar su ropa.
Es más, en una inspección realizada por un efectivo policial de la comisaría de Characato en el albergue, indica en su parte, que no encontró evidencia de sangre por ningún lugar, ni en los enseres personales del menor. “Algo extraño, porque todo indicaría que desaparecieron su ropa interior y el objeto con el que lo ultrajaron. Es inaudito y poco creíble. Todo apunta a que desaparecieron las pruebas”, apunta la abogada del menor Jakeline Gobeña.
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La abogada del pequeño denuncia que hubo negligencia. “La joven que los cuidaba el fin de semana tiene apenas 19 años y era practicante. Está bien que quieran aprender, pero siempre con la guía de un profesional. No debieron dejarla sola. A parte de la sanción administrativa contra la directora y los coordinadores, exigirán una sanción penal”, dijo.
La letrada además agrega que si Los Obedientes hubiese tenido el personal adecuado se hubiese prevenido el abuso contra el pequeño. Pues con más tutores, se habría podido dar cuenta de lo ocurrido la noche del 30 de abril. También, explica Gobeña, un psicólogo permanente previene la violencia de todo tipo.
César Cárdenas, aseguró que este centro fue clausurado y los internos reubicados a otros centros de acogida. Además dijo que el MIMP ha denunciado penalmente a los directivos de el CAR El Amor de Dios. Aunque el daño ya está hecho.
A la víctima se le intervino en tres oportunidades para salvarle la vida. Su organismo quedó débil y estuvo a punto de perecer. “Creo que el hecho de que se haya mediatizado el caso provocó que los médicos pusieran más interés en salvarle la vida. Está mejor, aunque sigue en cuidados intensivos. Cuando se tuvo más temor por su vida en la clínica San Juan de Dios, decidieron bautizarlo”, contó la abogada.
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La madre del pequeño acepta que tiene un problema de adicción. Es alcohólica y su estado se agravó cuando su esposo murió. Sin empleo se buscaba la vida en las calles mendigando junto a sus hijos. Fue intervenida hasta en dos oportunidades por la Policía y el Ministerio Público. Le advirtieron lo que podría suceder.
Al respecto, la abogada del pequeño, señala que está también apoyando a la madre, sobre todo haciendo el seguimiento para que cumpla con sus terapias. Cuando la mujer brindó entrevista el viernes dijo que iba a mejorar.
El jefe de la DGNNA indica que el objetivo es siempre que los niños vuelvan con sus padres. Pero la madre también debe demostrar que ha cambiado, buscar un trabajo y empezar de nuevo.