Un especial de URPI-LR
En el taller de manualidades del Establecimiento Penitenciario Mujeres de Chorrillos, entre máquinas, telas y agujas, Caridad Rengifo cuenta las horas para reunirse este domingo con su hijo, a quien dio a luz en prisión, pero se tuvo que separar al cumplir los 3 añitos.
“En la cárcel, Dios me dio la bendición de ser madre. Pude tener y criar a un niño porque a mis dos hijas las dejé muy pequeñitas. En este lugar pude dedicarme a mi hijo, llevarlo a la cuna desde los seis meses y aprendió muy bien. Ahora que está yendo a la escuela, me dicen que es un niño muy aplicado, sabe todo y es muy inteligente…. Fue muy duro separarme de él, pero gracias al apoyo de mi familia he podido seguir adelante”, cuenta Caridad, quien lleva 12 años en prisión por narcotráfico.
Desde la semana pasada, el INPE autorizó a nivel nacional el ingreso de menores de edad a las cárceles. Ello con la finalidad de que más de 4.000 internas puedan reencontrarse con sus hijos e hijas por el Día de la Madre tras más de dos años de pandemia.
Esta medida permitirá que Katherine Luis Quispe, conocida por bordar las mejores carteras en el penal, pueda reencontrarse con sus hijas. Cuenta que un error la privó de disfrutar en libertad su maternidad, ya que las dejó muy pequeñas, pero a cambio le permitió ser más tolerante y valorar más el trabajo.
Patricia Fuentes, a quien cariñosamente llaman ‘Mamá Pata’, espera también ver a su hija este fin de semana, después de tres años, para reencontrarse en un eterno abrazo. Cuenta que cuando ingresó a prisión solo sabía hacerse las uñas. Hoy es capaz de elaborar en un día un par de ballerinas en el taller de calzado del penal.
“Quién diría que en prisión descubrí que puedo hacer zapatos. Yo que antes me cuidaba las uñas, mírame ahora cómo las tengo. Aquí descubrí lo que estas manos son capaces de hacer”, cuenta orgullosa.
Madre en prisión
De acuerdo a la Defensoría, en el Perú, las mujeres que están en prisión y deciden ejercer su maternidad deben batallar contra las carencias en salud y educación que el Estado impone a la población penitenciaria. Asimismo, refiere, urge implementar un enfoque de género a una población que representa solo el 6% y vive en un sistema penitenciario que no ha sido pensado ni diseñado para albergar a mujeres.
El último informe de adjuntía revela que, pese a los esfuerzos del Instituto Nacional Penitenciario (INPE), el número de profesionales destinados a garantizar estos derechos, tanto de la madre como del niño o niña, son insuficientes. En muchos reclusorios, es común que un médico general sea el encargado de brindar la primera atención a mujeres, pacientes oncológicos e infantes.
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“En los penales tenemos tópicos, que son centros de salud, con médicos que en su totalidad son médicos generales sin especialidad. A diferencia del varón, en el tema reproductivo, el comportamiento del organismo de la mujer es totalmente distinto. Amerita un acompañamiento desde su concepción hasta el nacimiento. Entonces, si en un establecimiento penitenciario no encontramos medicinas especializadas para abordar la salud reproductiva de la mujer, entonces no estamos hablando de que este servicio tenga un enfoque de género”, advierte Carlos Fernández Millán, jefe del Programa de Asuntos Penales y Penitenciarios de la Defensoría del Pueblo.
Para el especialista, urge que el Ministerio de Salud tome cartas en el asunto, ya que los informes realizados advierten que el servicio médico que actualmente se presta en la mayoría de cárceles a las mujeres y madres no es el más apropiado. Además, se pone en riesgo a los infantes al no ser tratados con médicos especializados, en el caso de mujeres o varones, y medicina pediátrica.
Madre prisioneras que encontraron nuevos talentos
Conscientes de la necesidad de brindarles el debido cuidado y atención que los hijos e hijas de las internas necesitan mientras ellas trabajan o estudian, desde 2017, el INPE, en alianza con el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), ha implementado el programa Cuna Más en el Establecimiento Penitenciario Mujeres de Chorrillos y el Anexo de Mujeres de Chorrillos.
El servicio inició ese año con un total de 120 niñas y niños en ambas cárceles. Desde entonces, su población ha ido disminuyendo significativamente. Según cifras de esta entidad, antes de la pandemia se atendían aproximadamente 40 infantes al mes en ambos recintos.
‘’En este periodo (marzo 2022), hemos logrado atender a 17 niñas y niños en ambos establecimientos. La disminución de atención se ha dado por los procesos de excarcelación de las internas. Cuando salen las internas, ellas salen con sus hijos. Esa es la diferencia en este periodo de pandemia’', sostiene Carmen Lourdes Sevilla Carnero, directora del Programa Nacional Cuna Más del Midis.
Dentro del penal, el INPE, además, ha destinado un espacio para el Ministerio de Educación. De marzo a diciembre, tres profesoras de esta institución brindan estimulación temprana, auditiva, psicomotriz y trabajan en la relación madre-hijo en aulas distribuidas de acuerdo a su edad. Se busca, así, reducir el impacto que puede generarle al menor vivir en una cárcel. Todo bajo la supervisión de una psicóloga y la asistenta social.
“Está el aula de lactantes, desde los 0 a 6 meses; gateadores, de 6 a 12 meses; caminantes, de 1 a 2 años; y, finalmente, el de exploradores, que es cuando se prepara a los niños y niñas a vivir en familia”, refiere una de las profesoras de la Institución Educativa Inicial María Parado de Bellido.
Madres en prisión
Caridad, Katherine y Patricia son solo algunas de las cientos de historias de mujeres que buscan salir adelante desde su encierro. Con mucho esfuerzo y empuje, ese que solo una madre es capaz de dar por sus hijos, han encontrado en el programa Cárceles Productivas del INPE una oportunidad para generar ingresos y ayudar a sus familias.
“La rehabilitación sí existe. Comprar productos elaborados por las internas tiene un doble valor porque no solo ayudas a que tenga una esperanza de opción laboral, sino que más adelante pueda generar un emprendimiento. De esta forma, cuando ellas salen, se insertan en el mundo laboral”, explica Sonia More, directora de Tratamiento Penitenciario del INPE, durante la inauguración de la feria “Regálale a mamá con el corazón”, que expone los trabajos elaborados en las cárceles a nivel nacional.
Es casi mediodía en el penal y mientras algunas internas salen de los talleres de trabajo, Caridad recuerda las veces que aprovechaba esos pocos minutos para estar a solas con su hijo en el patio central. Sus primeros pasos por el jardín mientras lo seguía de cerca con la mirada. O cerca de los pabellones, cuando le daba de lactar mientras lo acurrucaba y le susurraba cariñosamente palabras de amor al oído. Pese al encierro, el amor de madre traspasa cualquier barrera física por brindarle lo mejor a aquel hijo o hija.
En el Perú, 88 menores viven junto a sus madres en establecimientos penitenciarios. Sin embargo, solo 22 de los 69 recintos a nivel nacional están acondicionados para albergar a niños y niñas. De ellos, solo en 12 existen cunas que ayudan a las madres en el cuidado y atención de los infantes.
De acuerdo al Código de Ejecución Penal y su reglamento, los niños y niñas deberán separarse del seno materno al cumplir los 3 años para ejercer su derecho a la libertad, educación y crecer en un ambiente sin violencia. Si tienen familia directa, irán con ella; de lo contrario, su nuevo hogar lo determinará el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.
Esta semana, el INPE autorizó a nivel nacional el ingreso de menores de edad a las cárceles. Ello con la finalidad de que más de 4.000 internas puedan reencontrarse con sus hijos e hijas por el Día de la Madre tras más de dos años de pandemia.
En el E.P. Mujeres de Chorrillos 17 menores viven con sus madres.