Informe de Omar Coca/URPI-LR
La inauguración de la exposición-venta Ruraq Maki o Hecha a Mano trae consigo a grandes artistas peruanos que demuestran lo mejor de sus culturas. Detrás de cada tejido, pincel o arcilla existe una gran historia que merece ser conocida. En La República conversamos con algunos amantes del arte para poder conocer el origen de su pasión.
El representante de la asociación de ceramistas Vicús, de Chulucanas, de Piura, Santodio Paz, heredó el talento por la pasión de su padre. Cada molde, escultura o jarrón tiene un riguroso proceso que, con esmero y paciencia, logra transmitir los años de preparación que ha tenido el artista.
”Mi padre fue alfarero. Su trabajo era hacer moldes rústicos. Yo traté de perfeccionar esta cerámica. Inicié a los 14 años. Desde ese entonces, tengo 37 años de experiencia promocionando el arte a diversos países europeos”, señaló.
Santodio Paz heredó el talento por la pasión de su padre. Foto: Omar Coca/URPI-LR
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El talento sí se hereda. Alfredo López Morales es nieto del reconocido retablista ayacuchano Joaquín López Antay. Desde su niñez tuvo grandes mentores para continuar con el legado que recae entre sus hombros. “Mi labor es difundir y conservar la tradición de los retablos ayacuchanos. Básicamente, eran los cajones de San Marcos. Gracias a mi abuelo, miles de personas pueden llevar el pan a sus hogares por este arte”, expresó.
En 1975, Joaquín López Antay fue el primer artesano ayacuchano en recibir el Premio Nacional de Cultura. Desde ese entonces han sido premiados 96 artesanos en todo el Perú. La obra de este gran artista fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación en el 2016.
Alfredo López Morales es nieto del reconocido retablista ayacuchano Joaquín López Antay. Foto: Omar Coca/URPI-LR
Los finos bordados de sus prendas solo pueden reflejar el enorme talento de Santusa Cutipa, que ha forjado desde sus 5 años. Nacida en el distrito de Palca en Puno, a 4.000 metros sobre el nivel del mar, Cutipa pasó una dura infancia. Su madre tuvo que sacarla adelante sola, ya que su padre las abandono.
”Mi madre era analfabeta. Con los tejidos ella pudo sacarme adelante. Yo tuve que aprender porque teníamos que comer. Hasta ahora sigo mostrando mi arte, enseñando a mis hijas y así salir adelante”, acotó.
Santusa Cutipa ha forjado su arte desde los 5 años de edad. Foto: Omar Coca/URPI-LR