El 1 de noviembre en Perú era el único día del año en el que se podía celebrar, bailar y armar grandes fiestas en los cementerios de nuestro país. Los shows musicales, las abundantes cajas de cervezas y los platos típicos eran infaltables para festejar el Día de los Muertos.
Sin embargo, todo cambió tras la pandemia. Pasamos de ver a miles de personas visitando a sus difuntos a tener cementerios desolados. Pues, por segundo año consecutivo, estos espacios quedaron cerrados como medida de prevención ante la COVID-19. Solo algunos abrirán sus puertas con aforo limitado.
Pero, ¿cómo era esta celebración antes de la pandemia? El Cementerio Virgen de Lourdes, más conocido como Nueva Esperanza, uno de los camposantos más populares del Perú y el más grande de Latinoamérica, era uno de los lugares que lograba albergar a miles de personas que llegaban de costa, sierra y selva para rendir cultos tradicionales a sus seres queridos que ya no están en este mundo.
A continuación, te mostramos fotos de cómo se vivía el Día de los Muertos en el cementerio Nueva Esperanza hace tiempo atrás, cuando no había un virus amenazando a las personas y obligándolas a mantener distanciamiento social.
Como parte de la tradición peruana, miles de personas aprovechaban el feriado del 1 de noviembre para visitar a sus difuntos con bandas musicales, bebidas, comidas, flores, velas y más. Las largas colas se formaban en los caminos estrechos del cerro de Villa María del Triunfo, distrito donde está ubicado el segundo cementerio más grande del mundo.
Miles de personas visitaban el populoso cementerio de Nueva Esperanza en Villa María del Triunfo. Foto: EFE
Y pese a que en innumerables ocasiones se intentó prohibir el ingreso y la venta de bebidas alcohólicas en este cementerio, los visitantes siempre lograron evadir las reglas para celebrar y brindar por sus ‘muertitos’.
Cientos de cajas de cervezas se vendían el 1 de noviembre en el cementerio. Foto: La República
Incluso en medio de las miles de tumbas, los familiares bailaban y danzaban al ritmo de la música que entonaban las bandas que contrataban como parte de la costumbre fúnebre más grande del Perú.
Familiares de difuntos contrataban bandas musicales. Foto: La República
Familiares bailaban al lado de las tumbas. Foto: La República
Por otro lado, esta festividad también era aprovechada por los vendedores ambulantes, quienes llegaban al camposanto para vender desde panes y frutas hasta comidas típicas. El recinto se convertía en una feria gastronómica para el gusto de todos los visitantes.
Ambulantes ofrecían panes, gaseosas y demás platos típicos. Foto: La República