Luego de un año de espera, el proceso de vacunación contra el coronavirus ya es realidad en Perú. A pesar de las cifras de más de un millón de contagios y 60.000 decesos por COVID-19 y de que el país se encuentra en medio de la etapa más álgida de la segunda ola pandémica, la ciudadanía vislumbra la esperanza gracias al inicio de la inmunización de los adultos mayores, quienes son los más vulnerables ante el embate del virus SARS-CoV-2.
Un aproximado de 84.000 adultos mayores de 80 años ya recibieron ambas dosis de la vacuna, ya sea del laboratorio Sinopharm o Pfizer. Mientras que un total de 66.000 ya tienen la primera vacuna contra el coronavirus; es decir, un promedio de 150.000 de ciudadanos de esta población ya cuenta con una inoculación, según precisó el Ministerio de Salud a este medio.
Cada adulto mayor tiene una historia detrás de su ansiada vacunación, La República recopiló algunos testimonios de su vida, sus anhelos y la calma que, por fin, viven sus familiares al saber que sus padres o abuelos ya se encuentran protegidos.
Hace más de 30 días, Victoria Yataco Castilla tuvo que alistar sus maletas y dejar su vivienda en El Agustino. Su nuevo hogar sería Pueblo Libre junto a su hija y sus nietos, quienes las cuidarían en medio de la segunda ola que azota fuertemente al sistema de salud.
Con 89 años de edad cumplidos y ciertos problemas de audición, su familia tenía el temor de un posible contagio del coronavirus que podría acabar con la vida de la matriarca. A inicios de marzo, el Gobierno anunció la vacunación de los adultos mayores, lo cual generó un alivio a todo este grupo de personas.
La hija de la anciana, Alejandrina Talla, contó que con esa noticia se alegró e inició un seguimiento continuo para saber cuándo le tocaría la vacuna a su mamá Victoria. Esto tampoco pasó desapercibido para la adulta mayor, quien se le interrogaba con la misma pregunta: “¿Cuándo va a salir mi vacuna?”.
“Yo me bajé el aplicativo de EsSalud Me Cuida y ahí puse todos los datos de ella. Luego, estuve chequeando todos los días para saber cuándo accedería a la vacunación hasta que me llamaron. Ahí me dijeron que tenía que llevarla el 17 de marzo en el rango desde las 9.00 a. m, hasta las 2.00 p. m.”, mencionó.
Al enterarse, Victoria Yataco se sintió muy contenta y aliviada, ya que pronto sería inmunizada. El día pactado llegó. El 17 de marzo, la adulta saldría a la calle junto con Alejandra (su hija). Unos 30 minutos en vehículo para su destino: el vacunatorio Aljovín de EsSalud.
Un drama. Talla relató que la primera vez que acudió junto con su progenitora tuvo muchos percances dentro del establecimiento. “Lo vi un poco desorganizado. En la primera dosis nos dieron unos papeles de consentimiento para rellenar con todos los datos del adulto mayor. Sin embargo, no nos explicaron y hubo mucha gente quejándose (...) Entramos 9, salimos 12″, dijo.
Sin embargo, la inoculación de la dosis fue todo un éxito. No hubo dolor. No hubo reacción. “Tomé fotos para asegurarme de que realmente la vacunaban”, sostuvo Alejandrina. La adulta recalcaría que nunca sintió molestias: “No sentí nada”.
Violeta se sintió muy contenta con la inmunización de la primera dosis. Foto: Vanelly Portocarrero / cortesía
21 días después volvería a este centro. Con menor número de personas y cartilla en mano, la adulta recibiría su segunda dosis en el mismo brazo que le aplicaron la primera. “Esta vez sí le dolió por ser en el mismo lugar. Le dimos lo que el médico nos recetó: Paracetamol. De ahí estuvo bien”, sostuvo.
“Mi mamá ha estado bien. Incluso, antes de que se vacune estaba un poco mal del estómago. Llegamos a pensar que tenía el virus, pero le sacamos prueba y dio negativo”. Han pasado los días, Victoria ahora come sin ningún problema. Se siente segura y protegida. Solo hace poco comunicó a su familia que retornaría a su casa en El Agustino para seguir cuidando de su predio.
“Mi mamá ya se quiere ir. La verdad estoy muy contenta y vamos a extrañarla aquí. Igual estaremos en constante supervisión. Hay muchos que no quieren la china, Pfizer o rusa. En todo entra controversia (el peruano), eso genera psicosis en la población. Yo estoy de acuerdo que se vacunen, y con bastante fe”.
María Tamayo de Nieto (87) revisaría nuevamente el aplicativo EsSalud Te Cuida en busca de saber su fecha de vacunación. Esta vez sería la última. Cuando abrió el sistema le aparecería el ansiado día D: 17 de marzo. Desde el anuncio del estado de emergencia, la adulta mayor no salió de su vivienda y cambió totalmente su estilo de vida.
“No me gusta estar en casa, pero ahora con la pandemia, ya voy más de un año en este encierro. Antes daba tres horas diarias de clases, ahora con las justas puedo hacer una hora de baile”, dijo. María reside en Miraflores, y antes de la llegada del coronavirus, era profesora de danza y del arte marcial del taichi.
Con la noticia de la vacunación, ella se sintió nerviosa. “Hablan tanto de las vacunas de si una es mala o no. Al final me quedé tranquila”. El sitio de inmunización sería en el CAM El Bosque en San Isidro, a solo 30 minutos de su vivienda cerca al colegio Juana Alarco de Dammert.
El día de su vacunación, María acudiría en un vehículo particular junto a su nieto y empleada del hogar. En su espera, la fémina contó una anécdota particular del día de su inoculación con la primera dosis. “Había un doctor que estaba controlando el tema de la vacunación. Entonces, puso su música y a mí que me gusta el baile, empecé a bailar con él”, expresó entre risas.
Antes de la pandemia, María Tamayo era profesora de danza en Miraflores. Foto: cortesía
Desenvuelta y sin rigidez, la danza hizo que se sintiera más segura. Al momento de la aplicación, ella expresó que no sintió dolor y estuvo bien durante los días posteriores. “A mí no me chocó nada. El personal de salud siempre me llamaba para saber cómo iba. Siempre la misma respuesta: bien”.
El miércoles 7 de abril volvería para su segunda dosis en horas de la tarde. La adulta ha contado su experiencia a sus amigas más cercanas por medio de su teléfono y con un humor particular.
“Mis amigas también tenían miedo, pero yo también les he dicho que la vacuna es buena. Si bien tuvieron miedo al inicio, ya han ido a inmunizarse. Recomiendo a todos ir a las jornadas, así estamos más protegidos”. María extraña esos días que solía salir al aire libre y danzar en el parque. Ella antes había sido reconocida por su actividad física por su municipio; sin embargo, esos días se han disipado y ahora, aguarda que pronto las cosas mejoren.
A solo un mes de cumplir 88 años, la adulta expresó que ya tiene preparado todo para ese día: bailar sola en su casa. “Me encanta el baile. Así que ese día danzaré conmigo misma. Que mejor forma de celebrar estar vacunada y tener un año más de vida”.
“No deben temer absolutamente por nada porque no hay problemas, que no tengan ninguna preocupación”, dice, a sus 90 años Apolinar Trebejo, con voz algo temblorosa por el pasar de los años, pero con la autoridad de su propia vacunación contra la COVID-19 y sus años de experiencia como profesor de Medicina Humana y Odontología.
Al ser médico retirado, él accedió a la vacunación contra el SARS-CoV-2 a inicios de marzo, como parte del Colegio Médico del Perú (CMP). Dice que no sintió ningún malestar y como ya pasó el tiempo suficiente para que genere anticuerpos tiene la seguridad de retornar, poco a poco, a la “normalidad”.
Eso sí, como extrabajador de la salud, sabe muy bien que aún no hay que bajar la guardia y aconseja a su familia. “Él siempre con su afán de enseñarnos algo, porque ha sido profesor, indica, por si acaso, yo puedo seguir contagiando. Siempre nos recalca eso porque a veces uno se puede confiar, pero una persona puede ser vehículo del virus, esté o no esté vacunado”, dice su hija, quien cuenta que gracias a su inmunización Apolinar ya puede salir de casa y siente más seguridad.
Apolinar Trebejo recibió su primera dosis el pasado 8 de marzo. Foto: cortesía
La historia de Fortunato Foinquinos es similar. A sus 68 años él aún ejerce la profesión de médico ginecobstetra, aunque los primeros meses de la pandemia los pasó en el confinamiento absoluto. También fue vacunado a inicios de marzo por ser parte del CMP y personal de primera línea.
“Toda mi familia, mis hijos, están felices por mí. Al principio, cuando inició la vacunación preguntaban ‘a ti papá ¿cuándo te toca, cuándo te toca?’. Yo les decía ‘paciencia, paciencia’. Lo único que quedaba y queda ahora es seguir cuidándose”, señala Fortunato.
Asimismo, acerca de la preferencia de algunas personas por ser inoculadas con dosis de determinado laboratorio, el profesional de la salud es enfático. “La mejor vacuna es la que te pueden poner cuanto antes. Porque esperar dos, tres o cuatro meses, te puede ganar la enfermedad y ya perdiste”, explica.
Acerca de la desinformación y los bulos que circulan y generan temor en la población él pide que tengan confianza. “Las vacunas no nos podrían causar más daño de lo que causa el virus”, reflexiona. Escuchémoslo.
Los beneficios de la vacunación van más allá del hecho de generar anticuerpos contra el SARS-CoV-2.
“La sensación de bienestar que genera (la inmunización) es muy importante porque no solo es una idea, recordemos que la mente y el cuerpo están unidos. Si yo tengo carga de estrés, de preocupación, mi sistema inmunológico también se va a ver afectado y viceversa”, explica el Dr. Cristopher Salirrosas Alegría, psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental.
Sobre las dudas que aún tienen sectores de la población acerca de las vacunas contra la COVID-19, el especialista sostiene que es importante acceder a información clara y basada en evidencias, pues la información tergiversada genera alarma.
“Esa duda es natural, pero se puede despejar en función a la información correcta que pueda recibir y también al apoyo y los aportes de la familia, que validen y refuercen la idea de que esta es tecnología médica, es una posibilidad de combatir esta enfermedad”, señala.
“La vacuna más segura es la que llega a mi hombro, ese mensaje de protección es el que necesitamos compartir y transmitir a los adultos mayores”, concluye.