El nuevo coronavirus en Perú obligó al sector educativo a adaptarse con el fin de no retrasar el cronograma estudiantil. Sin embargo, esta actividad fue improvisada en muchos casos, debido a que no se esperaba el descontrolado avance de esta enfermedad.
Con un panorama más claro y las medidas de bioseguridad establecidas, el personal educativo debe plantear una educación de calidad de acuerdo al contexto que enfrentamos. Para Pedro Martínez, especialista del colegio Jean Le Boulch, es necesario tomar en cuenta algunos puntos para garantizar la calidad educativa.
Las clases por videoconferencia son un gran aliado para afrontar la pandemia y generar logros educativos en dicho contexto; sin embargo, la actividad virtual suele ser agotadora y poco productiva si no es desarrollada con el enfoque adecuado. Por ello, debe aplicarse experiencias educativas vivenciales con implicancias en el mundo cotidiano del alumno.
La experiencia obtenida del año pasado nos llevó a concluir que no es conveniente ampliar los horarios de las sesiones o establecer las mismas horas de clases presenciales en plataformas virtuales. Debido a que los estudiantes presentan agotamiento y poca motivación de aprender. Para este 2021 esto se debe regular y cambiar si es necesario.
Minedu indicó el año pasado que todos los estudiantes pasaban automáticamente de año (a excepción de quinto de secundaria); sin embargo, esto no garantiza que se hayan logrado los aprendizajes necesarios para la etapa que corresponde a la edad de los alumnos. En ese sentido, no sabemos con exactitud si durante el año hubo o no evaluaciones que permitan verificar los aprendizajes, y en consecuencia se desconoce o dificulta su avance académico. Por ello, se recomienda que cada institución educativa se trace metas y la evaluación sea constante.
Es fundamental que, durante todo el proceso educativo, el alumno esté un estado emocional adecuado para que pueda aprender, es decir, en un lugar que le dé seguridad, tranquilidad y se sienta acogido por los demás. Los docentes deben enfocarse en ese aspecto básico desde un primer momento porque influye en su motivación de aprender.
En este contexto, un aspecto muy positivo es que muchos padres se involucraron más en el proceso educativo de sus hijos, generando mayor vínculo afectivo y conectándose con la escuela en el rol de aprendizaje; no obstante, en otros momentos se generó angustia y ansiedad porque no sabían cómo apoyar a sus hijos o porque iniciaron trabajo presencial y no había quien acompañe ese proceso.