Por: Diego Quispe, Deysi Portuguez y Johan Klugg
Para Berlys Farfán, migrante venezolana, la xenofobia acabó con la vida de su hermano Berna José Farfán Jaramillo en el hospital Cayetano Heredia, en San Martín de Porres. El último martes, a las 5 de la mañana, la llamaron de dicho nosocomio para informarle que el joven pereció de Covid-19. Pero, según Berlys, eso es falso.
Su hermano vivía con VIH. Dos semanas antes de su deceso, ingresó a Perú cruzando la frontera por Tumbes. Llegó a Lima en buen estado, pero con el transcurso de los días, debido a que no contaba con sus antirretrovirales (medicamentos esenciales para las personas con esta condición crónica), comenzó a tener mareos, vómitos y fiebre.
El sábado 13, su estado era grave. Berlys lo llevó de emergencia al hospital. “Ahí me humillaron, a mi hermano lo tuve en el piso y luego en silla de ruedas. Me dijeron que no podían atenderlo porque no tenía Seguro Integral de Salud (SIS)”, cuenta. Los enfermeros le ordenaron que solicite ayuda a la Oficina de Bienestar Social.
“Ahí me preguntaron qué quería y les dije que tengo un paciente con VIH, y me preguntaron para qué traje a mi hermano a Perú. Me dijeron: Aquí no debe haber ningún venezolano”, relata Berlys, quien, producto de su insistencia, consiguió que atiendan a José. “Quedó hospitalizado con meningitis”, agrega.
Por la noche, sin embargo, los médicos trasladaron a su hermano al área de pacientes con Covid-19. Entonces, Berlys protestó: “¡Él no tiene coronavirus!”. Exigió que le den los resultados de la prueba molecular, pero le respondieron que no podían darle ninguna información, que debía esperar.
El lunes volvió. “Un médico me dijo: ‘Tu hermano va a fallecer porque tiene coronavirus’. Pero mi hermano no había venido así de mal”, recuerda.
Y a la madrugada del día siguiente le dieron la cruel noticia: José yacía muerto. “Yo siento que lo mataron. No todos los que entran a esa área tienen la patología”, sostiene.
Una forma de comprobarlo, agrega, es que luego del deceso de su hermano, su familia y ella se sometieron a pruebas moleculares, “Llevábamos compartiendo dos semanas con mi hermano”, recalca. Si Farfán Jaramillo hubiese estado infectado, añade, todos en casa también lo estarían. Sin embargo, los diagnósticos salieron negativo.
José había venido a este país con su hermano Bernardino, quien también vive con VIH y está a la espera de sus medicamentos antirretrovirales. Berlys pugna por ellos. La ONG Prosa la asesora para que presente su denuncia ante la Superintendencia Nacional de Salud (Susalud) contra el hospital Cayetano Heredia.
“Tienen que mejorar las políticas de acceso a la salud”, explica Julio César Cruz, director de esta organización. Un problema con la población venezolana en los hospitales, enfatizó, es que piden de requisito tener carnet de extranjería.
Según Federico Agusti, representante de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Perú, luego de Colombia, es el país con más población venezolana. Se estima que son más de un millón.
“Ellos representan el desplazamiento más grande luego de Siria. Hasta el año pasado son cinco millones los que dejaron su país”, refirió a este diario.
A eso se suma que actualmente hay 482 mil solicitudes de refugio pendientes. Y es fundamental que los venezolanos las obtengan. “Con eso el Estado asume la obligación de que estas personas pueden permanecer y no ser devueltas a su país de origen, y disfrutar de sus derechos, con algunas limitaciones”, añadió Agusti.
En el campo de la salud, recordó, el Gobierno peruano habilitó a que todos los extranjeros puedan acceder al SIS en caso tengan sospecha o diagnóstico de Covid-19. “También deberían estar cubiertos quienes viven con VIH, la legislación lo permite, pero hay barreras administrativas para acreditar que lo tengas”, enfatizó.
Cabe precisar que de los más de 70 mil ciudadanos que viven con este virus en Perú, tres mil provienen de Venezuela.
La incertidumbre crece para los venezolanos producto de la pandemia del coronavirus, según Paulina Facchin, secretaria de la ONG Haciendo Futuro: “El trabajador venezolano pertenece al sector informal y el 90% vive arrendado. Han tenido problemas económicos porque no han sido beneficiados con bonos ni tampoco con cooperación internacional. Estuvieron sometidos a un confinamiento que no les permitió laborar. El Gobierno no distingue nacionalidad, pero sí el sistema”.
Alberto Hernández, podólogo y persona viviendo con VIH, afronta una de las situaciones descritas por Facchin. Alquila un local en Magdalena, pero producto de la cuarentena se le complicó pagar la mensualidad. Hernández, incluso pidió ayuda a la ONG Prosa y a la comuna del distrito donde vive, pues alerta de que el trato de quienes le alquilan el inmueble se ha tornado hostil. Buscan desalojarlo.
Los venezolanos también han sido golpeados por la recesión económica, la falta de empleo y el colapso del sistema sanitario. Incluso el apoyo de sus embajadas, actualmente fraccionadas, no basta.
“La embajada de Nicolás Maduro no está prestando ayuda. Mientras que en caso de Juan Guaidó, a través de su embajada, estuvo dando ayuda con bolsas de alimentos. El problema es que atender a más de millón de compatriotas es bastante cuerda arriba”, alegó Facchin.
En vísperas al Día Mundial del Refugiado, la situación no pinta bien para sus compatriotas.
El desplazamiento de personas es un fenómeno que sucede producto de regímenes que violan derechos humanos de sus ciudadanos.
ACNUR publicó un reciente informe sobre Tendencias Globales al que accedió este diario. Y los números son preocupantes. Hasta diciembre pasado, 79,5 millones de personas fueron desplazadas de su ciudad de origen: 45,7 millones al interior de su país. El resto escapó al exterior. De ese total, 4,2 millones presentaron solicitud de asilo y 29,6 millones son refugiados.
“Estamos presenciando una nueva realidad, ya que el desplazamiento forzado hoy en día no solo está mucho más extendido, sino que simplemente ya no es un fenómeno a corto plazo y temporal”, manifestó el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi.
Eso explica por qué en la última década el número de habitantes que regresa a su país natal se redujo en 385 mil, según ACNUR. Se quedan más tiempo en el extranjero, escapando.
El 80% de las personas desplazadas del mundo se encuentran en países o territorios afectados por inseguridad alimentaria aguda y desnutrición, que enfrentan riesgos climáticos y desastres naturales, como Perú.
Los países de Siria, Venezuela, Afganistán, Sudán del Sur y Myanmar representan dos tercios de las nacionalidades que huyeron de sus fronteras.
A eso se suman las manifestaciones de xenofobia, como las que, según Berlys, padeció su hermano en el hospital.
“Ciertos políticos exacerban estos temas: dicen que por eso falta trabajo. Mirar al extranjero como el culpable de los males es una forma de reducir la responsabilidad sobre políticas públicas”, aclaró Federico Agusti.
Covid-19. Paulina Facchin estima que hasta la fecha 40 venezolanos fallecieron por coronavirus y 4 mil resultaron infectados.
El 77% de los refugiados en el mundo están en desplazamiento constante. Un claro ejemplo de ello es Afganistán, donde sus pobladores llevan 50 años en esa situación.
Federico Agusti, representante de ACNUR
“Se busca que venezolanos y peruanos puedan mostrar lo positivo de las personas que mantienen la intención de reconstruir sus vidas. Hay que ponerse en los zapatos del otro”.
Paulina Facchin, activista venezolana
“Cuando un venezolano va a un centro de salud no lo reconocen por su situación jurídica migratoria. Y tenemos un detonante que es la xenofobia y que está llegando a zonas muy pobres”.
Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) hay 13.2 millones de refugiados sirios que escapan del conflicto interno en su país. Sus solicitudes de asilo representan un sexto del total de estos requerimientos en el mundo.
ACNUR expresa su preocupación porque los desplazamientos se han agudizado mayormente en la República Democrática del Congo, en Sahel, Yemen y Siria.
En caso de los niños, ACNUR estima que son entre 30 y 34 millones los desplazados de sus hogares. Ellos representan la misma cantidad de población que los países de Australia, Dinamarca y Mongolia juntos.
El 77% están en desplazamiento prolongado, como sucede en Afganistán desde hace cincuenta años.
La meta de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas para el 2030 es “no dejar a nadie atrás”, eso incluye, además, a los 5,6 millones de refugiados en Palestina, producto de los conflictos armados en el Medio Oriente.
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