Ni el cierre de colegios a causa del nuevo coronavirus, ni la falta de recursos son impedimentos para ayudar a sus alumnos. Miriam Cabezas Flores, una profesora de primer grado de primaria en Apurímac, utiliza cajas de madera para llevar materiales a sus estudiantes que viven en comunidades lejanas.
Ella utiliza objetos reciclados para elaborar las cajas que contienen legos, letras sueltas, tarjetas léxicas, textos cortos, tarjetas de flash card y un morral con un cuaderno para que cada alumno realice sus dibujos. Con el objetivo de distribuirlas debe caminar durante horas, sin embargo, es un esfuerzo que dice llevar a cabo muy feliz.
“Armé tres juegos de cajas y empecé llevándolas a mi alumna que vive en la comunidad más lejana, a una hora caminando de la escuela. Al término de su uso es devuelto a la escuela y luego, recogido por otro padre de familia; de esta manera es compartido por todos. Durante este proceso se realiza la desinfección de los objetos y se recomienda los cuidados que deben tener”, expresó.
En total son 16 estudiantes de la institución educativa 55006-11 Santiago Pata en el distrito de Huancaray, provincia de Andahuaylas, quienes reciben estas cajas interactivas.
Miriam Cabezas cuenta, además, que en cada vivienda se ha implementado un espacio de estudio, denominado “WasipiYachani”, que significa Aprendo en casa.
“Está ambientado con el nombre completo de cada uno de los niños, un horario de trabajo, un calendario, láminas y sus trabajos. En las zonas rurales las viviendas son precarias, pero la habilidad de los padres de familia ha hecho que forren las paredes de adobe con plásticos y papeles para que sea acogedor”, mencionó.
Añade que la crisis sanitaria que atraviesa nuestro país es una invitación para promover el trabajo colaborativo y a la innovación.
“Los docentes somos actores que viabilizan procesos formativos, por lo que debemos ser también quienes busquemos nuevas y múltiples estrategias que permitan lograr que nuestros estudiantes de contextos rurales aprendan de manera óptima y no vean limitadas sus posibilidades de relacionarse en su comunidad y en distintos contextos”, finalizó.
Por otro lado, la docente desarrolló una actividad complementaria llamada Ñawinchasun, que quiere decir ‘Vamos a leer’. Consiste en un cuaderno de trabajo para la adquisición de la lectoescritura en quechuaChanka y que está organizado con base en las cinco habilidades de lectura (conciencia fonológica, conocimiento de las letras, fluidez, vocabulario y comprensión de la lectura).