Hace casi tres meses se reportaba el primer caso de coronavirus en Perú. Es así que, sin darnos cuenta, el también llamado ‘caso cero’ se convertía en el inicio de una crisis sanitaria que no podríamos controlar.
Hasta el momento, se han registrado 5.031 personas fallecidas en el Perú. De esta cifra, 3.597 son mujeres y 1.434 varones. Estos números no solo representan un conteo de muertos, ya que detrás de cada uno de ellos hay una familia que debe enfrentarse a la pérdida de un padre, una madre o un hijo.
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Pero también está la otra cara de la moneda, donde la muerte se convierte en una oportunidad. Ese es el caso de los fabricantes de ataúdes, quienes en medio de una pandemia nunca antes vista, han incrementado sus volúmenes de producción.
“Me ha ido mejor, pero a la vez es triste por las personas que están perdiendo a sus seres queridos”, menciona Gesarela Llanos, una fabricante de féretros. Según la Agence France-Presse, actualmente se han cuadruplicado las ventas y los costos varían entre los 120 y 600 dólares.
“Las cajas COVID nosotros las preparamos de manera económica, con el fin de que cuando las funerarias presten sus servicios, puedan poner el cadáver y sellarlo de forma hermética”, agrega Wilfredo Cabrera, otro de los dueños del negocio.
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En nuestro país no existe una sola región que no haya tenido al menos un muerto por la COVID-19. Es por ello que proveer estas cajas mortuorias se ha convertido en un negocio redondo. Es bastante duro, pero ante la necesidad, no queda de otra que cubrir la alta demanda. Lo que no quiere decir que esto sea un motivo para alegrarse.