Juan Carlos Soto
Facundo M. M. es un niño de nueve años. Estudia en el colegio Max Uhle de Arequipa. El año pasado, entró en una sana rebeldía. En una carta comunicó a la dirección de la institución educativa que no forraría sus libros ni cuadernos. Apenas pegó el rótulo con su nombre y algunos stickers, nada de ese plástico protector que luego se deposita en un basurero y demora en degradarse entre 150 y 1 000 años. Es considerado uno de los más contaminantes del planeta, que termina siendo un peligro para las especies marinas.
En su misiva de puño y letra, el niño explica al director del colegio sus razones. Argumenta que el vinifán utilizado para proteger estos materiales de trabajo es plástico y se deposita en el fondo de los océanos envenenando a los peces.
Facundo hace sus cálculos matemáticos. Estima que en el colegio hay mil escolares que utilizan tres metros de plástico en forros. “Entonces, tenemos tres mil metros y un mar lleno de basura", concluye.
El niño exhorta: “¡Qué le parece si le pedimos a los alumnos que no forren con plástico para cuidar a los peces!”.
Después de cuatro meses, las autoridades del colegio respondieron. Lo felicitaron por su compromiso con el medioambiente y difundieron el contenido de la carta ante los demás escolares, para que estos hagan propuestas. También implementaron una directiva para este año: los padres ya no utilizarán los forros de plástico en cuadernos ni libros. “En atención a nuestra política de cuidado del medioambiente, queda prohibido forrar con vinifán”, recomiendan en su directiva.
Su madre, Iliena Monti, cuenta que Facundo es un niño dotado de una sensibilidad particular: le gusta la música y toca piano desde los cinco años; pero, sobre todo, tiene una pasión especial por los animales y las plantas. En su mesa de noche, siempre hay libros sobre la naturaleza: enciclopedias de zoología junto a libros de pájaros, dinosaurios y vida marina, además del cuerpo humano. Dentro de sus últimas obsesiones, destaca el interés por las hormigas. Ha pedido a sus padres tener un hormiguero artificial en casa. La propuesta está en evaluación. También busca mariposas extrañas, rescata pájaros heridos y colecciona hojas o hierbas que le resulten atractivas. El gusto por la naturaleza viene en los genes, dice su madre. Su bisabuelo Alfredo y su abuela Martha son referentes en el cariño y cuidado a los animales y las plantas. Facundo no solo anda abocado en sus preocupaciones ambientales. Le gusta el fútbol. Ataja en la selección sub-10 de su colegio.
Sus padres dicen que Facundo tiene un sueño: que los demás colegios implementen esta política. Eso ahorraría tiempo y dinero a los padres, pero sobre todo salvaría al planeta. La palabra queda en cancha de la Gerencia Regional de Educación. Esperamos noticias.