Juan Carlos Soto
Elizabeth es una de las numerosas enfermeras arequipeñas que trabajan en Italia, el país europeo con 29 fallecidos por coronavirus. Hace 18 años ella radica en Bérgamo, región de Lombardía, el norte italiano de donde provinieron los primeros contagiados. En su ciudad aún no hay pacientes positivos. Sin embargo, ella da cuenta del otro virus propagado en los habitantes: el del pánico colectivo. La mayoría está enclaustrado en su casa. Las autoridades suspendieron las actividades que obliguen a concentraciones públicas.
Las escuelas, iglesias y bares cerraron. La gente apenas va a los mercados y restaurantes. Luego retorna a cumplir un reclusorio voluntario en sus domicilios. Tampoco pueden ir al estadio. El último fin de semana los supermercados fueron vaciados, compraron agua, fideos y otras provisiones para un mes. Abundan los rumores como la declaratoria de la Lombardía como zona roja, lo que significaría inamovilidad domiciliaria absoluta. Todos los pacientes con fiebre o tos ya son sospechosos de ser portadores del Covid-19, que ya cobró 2 700 muertos y 8 000 infectados en el mundo.
Esta ciudad italiana de 120 mil habitantes desaceleró su ritmo de vida, cuenta por teléfono. Dice que eso se percibe en el tráfico vehicular: en las horas denominadas punta, siete de la mañana y seis de la tarde, circulan pocos vehículos. Hay transporte público pero con pocos pasajeros. Por lo menos hasta el 1 de marzo se cancelaron las actividades en colegios y universidades.
Elizabeth trabaja en una clínica privada. Habitualmente asiste en la sala de operaciones. Sin embargo, estos días de emergencia la reubicaron al Servicio de Medicina, donde llegan los pacientes con síntomas de coronavirus. El día que conversamos arribaron dos enfermos con fiebre alta y tos, entre ellos un italiano proveniente de China. A ellos les aplican el tampón nasal y después de cuatro días se obtiene el resultado. Mientras tanto, los aíslan en una sala provisoria creada solo para atender estos casos. Es parte de las medidas sanitarias.
El personal médico también cumple protocolos rigurosos hasta en la vestimenta. Calzan batas impermeables, gorros, lentes y un tapaboca especial. “Parecemos extraterrestres”, dice. Es una manera de contrarrestar cualquier contagio del virus. Su clínica canceló operaciones, sobre todo aquellas de riesgo que demandan de Cuidados Intensivos. De esa manera, se garantiza disponibilidad de camas en estas áreas ante una agudización de pacientes de coronavirus.
La autoridad de salud recomendó un protocolo para posibles infectados. Les solicitan no acudir a los servicios médicos de emergencia. Primero deben llamar a un número telefónico de la Policía. Esta acude al domicilio del posible infectado y aplica el tampón nasal para confirmar o descartar el virus.