Luis Álvarez
A solo 30 minutos de la ciudad de Cusco, uno se puede encontrar con un templo dedicado a las deidades del antiguo Perú. Es una obra artística gigante moldeada en una montaña y que tomó el nombre de Apukunaq tianan (morada de los dioses). Son seis esculturas esculpidas en rocas calipso ubicadas en la comunidad de Senk’a, en el distrito de Poroy. Cada figura puede llegar a medir de 15 a 17 metros.
Esta morada pétrea consiste en un pequeño recorrido, que empieza con un rostro enorme que parece emerger de las entrañas de la montaña. Representa a la Pachamama o Madre Tierra y es la que da la bienvenida a los cientos de visitantes al bello paraje.
El lugar fue elegido por el escultor Michael Monteagudo Mejía, quien dio rienda suelta a su creatividad y a un sueño que persiste en su mente desde que era niño. Cuesta arriba uno se topa con un puma, animal sagrado que ruge y muestras sus colmillos. Luego, está Wirakocha, dios supremo. Un portal dimensional grande, que llama la atención de los turistas, lleva a los tres mundos en que los del antiguo Tawantinsuyo basaban su cosmovisión. En el otro lado del cerro, Monteagudo moldeó a un gran inca que surge de la tierra.
Michael o De Titán, seudónimo del artista, es natural de Quillabamba, provincia de La Convención. Creció fascinado con leyendas incaicas que su abuela le contaba y que retrataba tallando pedazos de troncos. “Siempre imaginé un espacio donde nos remontemos a la época de nuestros antepasados. Fue un sueño que a pocos fui labrando”, dijo.
De Titán tardó cinco años en esculpir las figuras a punta de martillo y cincel. Su ambicioso proyecto involucró a los comuneros de la zona. Entablaron una especie de sociedad con que se dinamizó su economía. “Tenemos un acuerdo, ellos brindan el servicio de transporte, tienen espacio para vender comida y a cambio hacen la limpieza. Ahora están haciendo una faena para mejorar los accesos”, explicó.
En estos primeros cinco años, Michael tuvo momentos difíciles. Su esposa enfermó de cáncer y el artista tuvo que abandonar su proyecto casi medio año. En algunos momentos, se dedicaba a esculpir el rostro de mujer de la Pachamama en homenaje a la compañera de su vida. “Gracias a Dios y los apus pudimos salir de este mal momento”, contó con los ojos humedecidos.
Su sueño apenas está al 30% de ejecución. Proyecta un escultura de más de 48 metros de Túpac Amaru. “Queremos mostrarlo como un ser divino, que simboliza mucho más que un héroe nacional", dijo.
Para llegar hay que tomar un bus urbano, luego subirse a un colectivo y, por un pago simbólico de dos soles, se puede disfrutar de esta colosal obra.