Para el 14 de febrero, Denisse Rojas Casas (29) le iba a regalar unos cupcakes a Jairo Oporto, su pareja y padre de su niña de ocho años. Los había mandado a preparar con anticipación a un amigo. Pero la entrega nunca ocurrió. Fue precisamente Jairo quien se lo impidió. Con una comba, el hombre cortó los sueños y la vida de Denisse, a solo minutos del inicio del día en que se celebra mundialmente el amor y la amistad.
Hoy Denisse es considerada la víctima número 24 de feminicidio en el Perú, pero no es una cifra más. “Era alegre y buena, era mi engreída”, así la recuerda Myriam Casas, su madre, mientras revisa una y otra vez las fotos de la menor de sus hijas que se encuentran en su perfil de Facebook. “En esta foto sale con mi nieta, en esta misma cama ese hombre la asesinó”, dice.
Al salir del colegio, Denisse decidió seguir Enfermería en la Universidad Nacional de Lunahuaná, ubicada a casi una hora de su casa en San Vicente de Cañete. Diariamente acudía al lugar donde conocería a Jairo Oporto, un hombre que vivía frente a la referida casa de estudios. Al poco tiempo, salió embarazada y ella se fue a vivir con él.
Y aunque en ese momento dejó sus estudios, nada impidió que años más tarde decida cumplir el sueño de ser cosmetóloga. Se preparó en una academia de estilismo y tenía como meta aprender más sobre maquillaje. También quería abrir su propio local en San Vicente y realizaba trabajos a domicilio. Era una mujer independiente. “Fue una chica empeñosa, quería salir adelante, tenía talento. Cuando había que entregar sus modelos, cumplía”, así la recuerda Dan O’Higgin, uno de sus profesores en la academia.
Y aunque no conversaban mucho de temas personales, Dan dice que alguna vez Denisse le dijo que “Jairo es celoso y me manda con mi hija a estudiar”.
“Ella era bien reservada con sus cosas, pero le contó a su mamá que hace unos meses Jairo intentó ahorcarla”, cuenta Geraldine Pérez, su prima.
Efectivamente, hace unos meses, Jairo intentó ahorcar a Denisse, delante de su pequeña. “Ello me contó llorando, y le dije que se vaya, que se aleje de él”, recuerda Evelyn Kawano Casas, su hermana. Y así fue.
Denisse y su niña se fueron a vivir a un cuarto en Lunahuaná, aunque aún continuaba viendo al hombre porque trabajaban juntos en una empresa de servicio de canotaje.
“Ella lo quería mucho, se volvieron a juntar por la niña, y mira dónde terminó, en un cajón”, dice su prima Geraldine.
“Jairo ha cometido un crimen. Ha matado a Demy”, le dijo el padre del sujeto a Evelyn, la mañana del 14 de febrero, a través del celular.
Desde la muerte de Denisse ya habían pasado casi ocho horas. Según cuenta Evelyn, la necropsia reveló que la cosmetóloga fue asesinada de un golpe en la cabeza a los minutos de haber iniciado el Día de San Valentín. “Él durmió con su cadáver”.
Al llegar a la vivienda, vio al hombre sentado, solo llevaba puesto un short, y su padre lo ayudaba para que no vomite. Según un efectivo de la comisaría de Lunahuaná, Jairo mostraba “un cuadro depresivo y de convulsión al momento de la intervención”, por lo que fue llevado al hospital. Solo permaneció un día. “Lo vi normal, no parecía deprimido”, cuenta un enfermero del nosocomio.
Y es que para la familia de la víctima, el sujeto estaría intentando una coartada. “Hacer creer que es una persona con problemas mentales para evadir su condena”.
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“Hablamos la noche del 13, le dije que se levantara temprano porque el 14 tendría muchos pedidos de trabajo. Nunca me volvió a llamar”, dice doña Myriam, quien exige justicia.
Personal del Centro de Emergencia Mujer de Imperial aseguró que se están realizando los trámites para que la pequeña de ocho años, víctima invisible del feminicidio, quede a cargo de su abuela materna.
La niña fue testigo de la vez que su padre intentó ahorcar a su madre y contó que su padre siempre le preguntaba qué pasaría si su madre muriera. “Él le decía con quién quisiera quedarse: con su tía Evelyn o con su tía Kelly (hermana de Jairo)”, reveló Evelyn.
El 14 de febrero, Jairo envió a dormir a su hija al primer piso, con su abuela paterna, cuando siempre dormía con su mamá. “Todo lo tenía planeado”, dice Evelyn.