“Han pasado 15 años de mi primer trabajo ‘formal’ en ese mismo Mcdonald’s de la avenida La Marina con Universitaria... Ahora todo sigue igual y peor”, dice resignada Judith Sandoval, de 34 años, quien ahora es directora del Instituto Peruano de Psicoterapia Gestalt.
Ella, en ese entonces estudiante universitaria como la mayoría de jóvenes que consiguen sus primeros trabajos en las cadenas de fast-food, recuerda que aunque el pago era poco, la necesidad pesaba más.
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"El medio tiempo de 4 horas en realidad eran 6 horas. Y si me quería retirar a mi hora porque luego tenía clases me veían como que no apoyaba... Todos estábamos 'entrenados' para hacer de todo, desde limpieza hasta descargar mercadería. Los turnos y zonas eran rotativos, y cuando tocaba 'cierre' solo te contabilizaban hasta la 1 a.m., si demoraba más ya no entraba al pago. Terminábamos a las 4 a.m. (10 horas) y esperábamos que amanezca para poder tomar la combi a casa", detalla.
Judith agrega que varios de sus compañeros estudiaban en la Universidad del Callao y no pudieron terminar. “Lo dejaron para trabajar o simplemente no podían rendir bien. Supercansados, mal alimentados y con pocas horas de sueño, imposible cumplir una jornada universitaria”, comentó.
A su vez, Geraldine Bravo recuerda que cuando postuló a McDonald’s en el 2014 tuvo que trabajar un día gratis como prueba final para ser escogida. Recogió bandejas, limpió mesas, barrió, trapeó y limpió baños. Después de esas seis horas que, según relata, se le hicieron eternas, le dieron una hamburguesa pequeña, una gaseosa, papitas y le pidieron que vuelva con carné de sanidad para empezar a trabajar. Aceptó, pues necesitaba el trabajo porque tenía que pagar la universidad.
"Mis primeras semanas fueron una tortura, jamás me había dolido tanto el cuerpo del cansancio. Hacía de todo: preparaba hamburguesas, atendía caja, atendía Automac, limpiaba, entrenaba personal y hasta animaba cumpleaños. Todo esto por S/ 3,14 la hora", detalló.
Sobre las medidas de seguridad y salud, Geraldine recuerda que en la tienda donde laboró había solo un par de guantes y un par de botas de jebe para la limpieza, los mandiles estaban rotos, y lavaban con detergente de costal tan fuerte que les quemaban las manos. "Recuerdo que una vez la máquina de jugo de naranja se incendió y un enchufe de la cocina hizo corto circuito, gracias a Dios no nos pasó nada", agregó.
Estos testimonios salieron a flote tras el indignante caso del fallecimiento de Alexandra Porras y Carlos Gabriel Campos, ambos de 18 años, electrocutados mientras trabajaban en el McDonald’s en Pueblo Libre. “Ser joven e inexperto no puede ser sinónimo de tener que ser explotado. Nadie debe salir de su casa a trabajar con la ilusión de progresar y luego regresar en un cajón”, acotó Bravo.
Ayer, la ministra de Trabajo, Sylvia Cáceres, señaló que la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil) viene desarrollando las investigaciones junto con la Policía Nacional y el Ministerio del Interior para esclarecer los hechos. “Lo primero que se ha hecho es disponer la presencia de Sunafil en el lugar de los hechos. Las circunstancias de la investigación son de carácter reservado para no afectar lo que se viene averiguando, pero lo que sí puedo señalar es que para el procedimiento hay un plazo de 30 días, después los inspectores tendrán que dar su informe", dijo.
Por este caso se podría multar a McDonald’s con S/189 mil, equivalente a 45 unidades impositivas tributarias (UIT).
Los especialistas señalan que la fiscalización es una de las principales soluciones para revertir la precariedad laboral. Sin embargo, en Perú solo hay 0,2 inspectores por cada 10.000 empleados, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Entre 2014 y 2019, McDonald's recibió 6 multas en Lima Metropolitana por la Sunafil por diversos motivos, como faltas de seguridad y salud con sus trabajadores, entre otras condiciones sociolaborales.
En total, en ese periodo, la Sunafil realizó 38 fiscalizaciones a los locales de la cadena de comida rápida y en 17 ocasiones fueron alertados por denuncias de trabajadores.
Para el sociólogo y editor de Trabajo Digno, Enrique Fernández Maldonado, las inspecciones de trabajo en el Perú no se dan abasto para cubrir al universo de empresas a supervisar. “Esta incapacidad de fiscalizar al total, que tendría que estar bajo constante supervisión, hace que las condiciones laborales sigan siendo bajas”.
Indicó que el Gobierno solo destina al sector Trabajo el 2% del presupuesto general. "Siendo una actividad tan fundamental, no puede ser un sector desprovisto de recursos y eso explica los 500 inspectores que hay a nivel nacional", explicó.
Sobre este punto, la ministra anunció que para el otro año se incrementarán en 926 los inspectores laborales de la Sunafil en 21 regiones. “El objetivo es garantizar la presencia en todas las regiones, sobre todo se priorizarán las de mayor debilidad de inspección”, afirmó Cáceres.
Por su parte, Emilio Salcedo, investigador en relaciones entre empresa-Estado y captura política, señaló que parte del sector privado considera las normas de fiscalización como "trabas burocráticas" que limitan el desarrollo de las inversiones, por lo que persisten en "discursos" y argumentos para que el Estado les flexibilice muchas condiciones y regulaciones.
"A pesar de que las normas se flexibilizan, esto no conduce a que las empresas se desempeñen de mejor manera cumpliendo los estándares, sino solo lucrando y aumentando sus tasas de ganancias en perjuicio no solamente de la recaudación fiscal, sino también en perjuicio de vidas humanas, como en este último acontecimiento", acotó Salcedo.
Las estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) establecen que cada 15 segundos muere un trabajador a causa de accidentes o enfermedades relacionadas con el trabajo. Asimismo, en ese mismo tiempo 153 trabajadores tienen un accidente laboral a nivel mundial. “Cada día mueren 6.300 personas a causa de accidentes o enfermedades relacionadas con el trabajo, lo que equivale a más de 2,3 millones de muertes por año”, señala un informe del Programa Laboral de Desarrollo (Plades).
El mismo estudio detalla que en Perú solo el 9,5% de los asalariados formales cuenta con un seguro complementario de riesgo.
Razón social. La cadena McDonald’s opera en el Perú como Operaciones Arcos Dorados del Perú S.A.
Perú. El gerente general de McDonald’s Perú es José Carlos Andrade Roy.
Latinoamérica. El dueño de la franquicia en América Latina es el millonario colombiano Woods Staton.
Mundial. McDonald’s está presente en 119 países, en los que cuenta con un total de 33.990 restaurantes abiertos.
Clientes. Se calcula que cada día pasan por los restaurantes McDonald’s alrededor de 69 millones de clientes.
La más grande franquicia de McDonald’s en el mundo, Arcos Dorados S.A., tiene el derecho exclusivo de operar los restaurantes en 20 países de América Latina y el Caribe.
Según una publicación de The New York Times, McDonald's estaría evaluando su franquicia en el Perú luego de que dos jóvenes de 18 años murieran electrocutados el pasado domingo en el local de Pueblo Libre mientras realizaban sus labores en la madrugada.
Al respecto, consultado por La República, un representante de la compañía en el Perú aseveró que “McDonald’s continuará operando en el país”.
La abogada de la familia de Alexandra Porras citó el caso de un joven que presentó una demanda por las condiciones de riesgo laboral en la sede de Pueblo Libre. El trabajador llegó a recibir una indemnización por una resolución judicial, pero terminó perdiendo su empleo.
Diversas manifestaciones se realizaron en los diferentes locales de la firma McDonald’s en Lima luego del trágico suceso. Exigen que las autoridades garanticen que las compañías no precaricen los derechos laborales que por ley corresponden a todos sus empleados.
Mons. Miguel Cabrejos - Presidente del CELAM
“La dignidad de la persona humana debe ser respetada, preservada y cautelada, incluso en los ambientes de trabajo. Hacer lo contrario no solo es un abuso, sino un atentado contra la propia dignidad humana”.
Marisa Glave - Excongresista
“Estos casos, si uno los ve sueltos, nos llevan a la indignación contra las empresas responsables. Pero en realidad nos tiene que llevar a una reflexión de cómo funciona el trabajo en el país”.
Joseline Urco - Extrabajadora de fast-food
“Una noche, el sistema de desagüe colapsó y me obligaron a limpiar uno de los buzones sin botas ni guantes. ¿Reclamo? Puedes irte, hay 30 chibolos atrás queriendo tu puesto”.