De profesionales a ambulantes. Más de 100 mil venezolanos se refugiaron en Perú. De ellos, por lo menos mil se desplazaron a Arequipa huyendo de la crisis económica y política de su país. Sus historias son trágicas. Lo poco que ganan mandan a sus familias. ,Daniel Santeliz tenía una empresa textil en Venezuela hasta el 2017. Diseñaba ropa exclusiva que vendía al mayoreo en su ciudad natal, Mérida. Ganaba aproximadamente 240 mil bolívares en 2017, equivalente a $ 100. Durante algunos años, incluso en medio de las dictaduras de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro, el negocio marchaba bien. Pero el año pasado la inflación -aumento generalizado de precios- hizo imposible sobrellevar el negocio. Quebró y no le quedó de otra que emigrar a Arequipa en un viaje por tierra de seis días. Aquí su situación es totalmente distinta. Lo que gana como ambulante (mil soles) vendiendo "bombitas" (dulces como donas) le alcanza para pagar el alquiler (junto a otros 5 amigos y familiares) y para enviar S/ 150 soles a sus padres como remesa. "Allá el dinero no vale nada. Con medio sueldo compras 30 huevos. Y tienes que ver qué haces con la otra mitad. Todo lo que yo envío a mis padres lo gastan en alimentos", cuenta Daniel. PUEDES VER: Alistan proyecto para regular el precio de los medicamentos ¿Xenofobia? Así como él, en Arequipa hay al menos mil residentes de ese país; y en el Perú, 100 mil gracias a los permisos de permanencia extendidos por el actual gobierno. La mayoría llegaron con la misma consigna: trabajar para apoyar a su familia. De todos ellos, hay 22 mil con permiso para trabajar formalmente, pero solo 4 mil 600 reportaron tener un contrato de estabilidad. La mayoría trabaja en restaurantes y comercio informal. En Arequipa, 55 venezolanos tienen contratos en este año y 360 lo tuvieron en el 2017. Gran parte de ellos arribó el año pasado, huyendo de la inflación y la dureza de la dictadura. Pero aquí se toparon con otro problema: la sobrexplotación y el recelo de los peruanos. Muchos los insultan. Les dicen que vuelvan a su país o los maltratan. Incluso cuando buscan trabajo, son los empresarios los que les ofrecen sueldos bajos que aceptan solo por necesidad. Un electricista peruano contó que tenía de competidor en una convocatoria laboral a un ingeniero eléctrico del país caribeño. La empresa eligió al extranjero porque "era más barato" El recelo al venezolano no es el denominador común. Muchos los apoyan y les compran sus productos como muestra de aliento. El congresista Justiniano Apaza recibió duras críticas por plantear restricciones a migración de ciudadanos de ese país. Argumenta que le quitan puestos de trabajo a los jóvenes. Lo apoyó su colega Horacio Zeballos. Apaza sostiene que en el Perú hay al menos un millón de jóvenes desempleados. El arribo de extranjeros no haría más que generar competencia desleal. Para Zeballos el problema puede ser una oportunidad. Hay que restringir la entrada de venezolanos en modo de filtro, pero sí atraer talentos que ayuden al país. Para el ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, Javier Barreda, la presencia venezolana no generará repercusiones en el mercado laboral. "Hay una preocupación por algunos observadores sobre esta migración, pero no hay todavía indicios que tenga un efecto importante en la pérdida de empleos en el Perú", sostuvo. No habría tampoco un incremento de la informalidad, acotó. Barreda mencionó que la mejor forma de proteger a los trabajadores peruanos es capacitándolos. Posición Para Gerson Vargas, otro ciudadano venezolano que trabaja como ambulante en Arequipa, la opinión del congresista es comprensible. Daniel Santeliz también coincide con la apreciación. Están de acuerdo con que debería haber un filtro para admitir a sus compatriotas. "No podemos negar que se puede atraer lo malo. Hay quienes solo llegan a buscar la vida fácil", indica Vargas. Pero niegan que vayan a quitar trabajo a los peruanos. "Aquí hay mucho trabajo, solo que nadie lo toma. Nosotros lo hacemos por necesidad, pero preferimos salir a la calle a vender", explica Santeliz. Pensando en esto, el gobierno dispuso el año pasado expedir el Permiso Temporal de Permanencia (PTP) para los ciudadanos venezolanos. Este les ayudaría a formalizarlos, incluso permitiría que puedan homologar sus títulos profesionales para que puedan trabajar en empresas privadas. Sería un gran beneficio. Ambos son universitarios. Daniel estudió mercadotecnia y a Gerson le faltó dos semestres para terminar su carrera. Pero aquí les es difícil ejercer. "Y aunque pudiéramos, los trámites son muy engorrosos", dice Daniel. Prefieren pensar en algo más utópico: Están aquí solo de visita hasta que las cosas mejoren en su país. Mientras tanto, solo piensan en sudarla para ayudar a su familia en Venezuela.