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Política

Un mensaje de 28 con reclamos, desazón y casi sin autocrítica

Fuera de la realidad. Castillo se quejó de los medios de comunicación y opositores al cambio, pero no deslindó claramente de las acusaciones de corrupción. Listó indicadores favorables en su gestión para alegar que sí hay avance. Admitió escuetamente errores en designaciones y dijo someterse a la justicia en el marco de la Constitución, que su defensa usa para blindarlo. Opositores pifiaron y dejaron hemiciclo.

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Por algo menos de dos horas, desde las 11 y 14 de la mañana, Castillo leyó un discurso que llevaba carga de confrontación, pero no mostró mucha convicción. Foto: Antonio Melgarejo/La República

El presidente Pedro Castillo dio ante el Congreso un mensaje por el 28 de Julio, a un año de haber asumido el Gobierno, marcado por la confrontación, intentos de justificarse, acumulación de datos sobre el Ejecutivo y casi sin autocrítica, un discurso en el que además se mostró nervioso y poco convincente en muchos momentos.

El jefe del Estado comenzó su mensaje culpando a quienes considera que no quieren el cambio que su gestión busca, a los medios de comunicación de no difundir sus logros y a sus opositores por atacarlo, para luego reclamar por los diversos señalamientos de corrupción que pesan sobre él mismo.

“Iniciaba esta administración rodeado de negativos presagios infundados que comenzaron el mismo día de nuestra victoria electoral y, es necesario precisarlo, provenía de los sectores más conservadores que nunca quisieron el cambio ni la justicia social”, dijo al empezar leyendo con cierta celeridad.

Luego de hacer que haya un minuto de silencio por las víctimas de la pandemia del COVID-19, escaló en la confrontación.

“En este periodo en el que no hemos tenido un solo minuto de tregua, vengo a informarles lo que hemos hecho y anunciarles lo que haremos. No importa que quienes deberían también informar hayan ocultado e ignoren nuestros logros y se dediquen a difamar y mentir, acusándonos sin ninguna prueba y exigiéndonos, en una perversa inversión de los principios elementales del derecho, que problemas... nuestra.... y que tenemos que probar nuestra inocencia”, adujo trabándose en su lectura, nervioso.

“Resulta inexplicable el temor y el miedo de los grandes poderes políticos y económicos tradicionales a los cambios que se necesitan”, espetó después.

“Este primer año he recibido una bofetada en una mejilla de aquellos que no aceptaron perder legítimamente en las elecciones (...). Pero en este segundo año no voy a poner la otra mejilla, sino extenderles la mano para trabajar juntos en beneficio del pueblo”, añadió.

Siguió diciendo que “se ha ocultado lo que hemos hecho en estos 12 meses”, cuando un grito que le dijo “corrupto” estremeció. Era la congresista Patricia Chirinos, de Avanza País, que dejó su escaño y se retiró.

Castillo admitió escuetamente: “Hemos cometido errores con algunas designaciones, así como brindar confianza a quienes se aprovecharon y burlaron de ella”, y dijo reconocer el trabajo que se hace desde el Ministerio Público y el Poder Judicial. No hubo más autocrítica.

Rechazo. Opositores pifiaron. Chirinos, Yarrow, Tudela y Cavero se fueron en pleno mensaje. Foto: Antonio Melgarejo/La República

Castillo mencionó que “los insultos y las burlas no me harán retroceder, al contrario, me fortalecerán”, y se oyeron los primeros aplausos. Eran los congresistas de grupos afines, como el Bloque Magisterial, y, en el palco, su esposa, la primera dama, Lilia Paredes, y otros parientes.

Luego, aseveró: “Me someto a la justicia para aclarar los delitos que se me pretenden imputar”, pero con “debido proceso” y “en el marco de nuestra Constitución”, máxima normativa del país. Como se sabe, su abogado busca excluirlo de investigaciones de la Fiscalía alegando que una disposición constitucional protege al presidente del Perú. En ese momento, otra congresista, Noelia Herrera, de Renovación Popular, salió del hemiciclo en gesto de rechazo.

Castillo adujo que una reforma política integral era intrínseca a varias de sus propuestas y resaltó el archivamiento que hizo el Congreso de su proyecto para que haya una asamblea constituyente, con la que buscaba una nueva Constitución.

Castillo volvió a criticar a los medios de comunicación por no resaltar el crecimiento económico del país. Adujo que estos solo buscaban desestabilizar y acusarlo de corrupción sin sustento. “Se van a cansar de buscar las pruebas porque no las van a encontrar”, expresó.

Marchas. Manifestaciones a favor y en contra de Castillo se dieron en el Centro de Lima. Foto: Félix Contreras/La República

El mandatario listó varios datos de gestión de los diversos sectores del Ejecutivo. Sin embargo, hubo ausencias importantes. Anunció la inversión privada de 44 mil millones de dólares, similar al 2021. No habló de conflictos sociales, como el de Las Bambas, que alista otro paro, o la contrarreforma universitaria y enfoque de género.

Tampoco planteó medidas concretas para combatir la pobreza y el desempleo en el país.

Al final, anunció dos llamados, pero le llovieron pifias y gritos de que renuncie. Continuó pidiendo una lucha contra la corrupción, en general, y que el Congreso trabaje en proyectos que entregó en dos gruesos cuadernos. Empero, un texto del discurso facilitado por fuentes de Palacio incluía un llamado para que los prófugos de la justicia se entreguen. Eso no lo dijo. En el texto oficial distribuido luego por la Presidencia ya ni se incorporó el llamado de Castillo a la lucha contra la corrupción.

Castillo bajó el podio entre reclamos de que dimita desde la oposición. Los congresistas oficialistas respondieron luego con gritos de “Fujimori nunca más”.

Seguridad extrema

El mandatario había llegado a las 11 en punto a la Plaza Bolívar. Solo con un inusual resguardo policial. Prácticamente los efectivos y los miembros de seguridad del Estado coparon todo el jirón Junín, que conecta Palacio de Gobierno con el Congreso. El presidente esta vez ni siquiera se asomó por la ventana del vehículo que lo trasladaba. Sus ministros de Estado ingresaron antes al Palacio Legislativo.

Lo que se avecinaba era una serie de desplantes. Los congresistas de Avanza País y Renovación Popular se habían rehusado a integrar las comisiones de anuncio y de recibimiento. El legislador Jorge Montoya insistía en que el mandatario dé un paso al costado. La congresista de Fuerza Popular Martha Moyano, ahora vicepresidenta del Parlamento, le había advertido que si su mensaje no convencía, se iba a retirar del hemiciclo. Otros congresistas del ala dura de la derecha y del fujimorismo se sumaron a ese coro.

Castillo esta vez, a diferencia de su primer mensaje de 28 de Julio, el año pasado, llegó con terno azul y sin sombrero. No ingresó junto a él su esposa, Lilia Paredes. Tampoco asomó su cuñada Yenifer Paredes. Ambas son investigadas.

Castillo abandonó el vehículo que lo transportó exactamente en la puerta de la Plaza Bolívar. Saludó a los integrantes de las Fuerzas Armadas e ingresó a los Pasos Perdidos, el pasadizo que divide el Palacio de Legislativo, donde lo esperaban congresistas del Bloque Magisterial.

Choque. Castillistas y críticos se llegaron a enfrentar. Foto: Félix Contreras/La República

En el hemiciclo, el clima fue duro. Mientras Castillo daba su discurso, opositores se sentaron de espaldas a él, como hizo en los noventa el izquierdista Javier Diez Canseco contra el fujimorismo. Un homenaje involuntario y una crisis distinta.

Los ímpetus iniciales se han olvidado

Enfoque. Arturo Maldonado, analista político

Hace un año, el discurso inaugural que ofreció el presidente Castillo fue uno refundacional que enfatizó la idea de una Asamblea Constituyente y un cambio en el sistema económico.

Luego de doce meses en el gobierno, esos ímpetus iniciales se han olvidado. Ahora, hemos escuchado un discurso esquemático, que bien pudo haber sido dado por gobiernos pasados.

Pasando brevemente por una confrontación con los medios de comunicación y los poderes fácticos, el presidente se dedicó a enunciar los millones que se invertirían en diferentes acciones de gobierno. Mucha cuenta, poca rendición. Nula autocrítica.

Es sintomático de un gobierno sin ideas de políticas públicas que apele al piloto automático del modelo económico para mostrar logros.

Es paradójico escuchar a Castillo hablar del crecimiento del PBI, de inversión privada y del aporte de la minería a las cuentas nacionales, viniendo de un presidente acompañado de una izquierda crítica del modelo neoliberal y antiextractivista. Al parecer, al gobierno de Castillo solo le queda exhibir lo que juró cambiar.

Infografía - La República