Hernán Chaparro, investigador en la Universidad de Lima, señala que lo más probable es que el APEC no ayude a Dina Boluarte a mejorar de manera sustancial sus niveles de rechazo. Sostiene que la presidenta, que ya había superado los niveles de desaprobación de Alan García en los ochentas, ha terminado por superarse a sí misma.
Cuando al premier, Gustavo Adrianzén, le preguntaron por la encuesta de DATUM en la que la presidenta, Dina Boluarte, aparece con apenas un 3% de aprobación, este respondió que esa cifra todavía no reflejaba el efecto del APEC. ¿Usted considera que, en efecto, el APEC ayudará a mejorar la imagen presidencial de manera sustantiva? ¿O eso es más una esperanza sin mayor sustento?
Creo que no va a ayudar a mejorar la imagen presidencial.
¿Por qué?
Prácticamente por la baja credibilidad que tiene el Gobierno y por la mala imagen personal de la presidenta Boluarte. En el 2008, cuando fue el APEC durante la gestión de Alan García, varias encuestas de distintas empresas encuestadoras reflejaban que, posteriormente al evento, la aprobación del Gobierno mejoró en unos siete puntos porcentuales, de manera aproximada. Pero en el año 2016, con Pedro Pablo Kuczynski, en general no hubo ninguna subida. Antes de APEC y después de él, Kuczynski mantuvo el mismo nivel de aprobación. A García, el APEC lo agarró a la mitad de su mandato. A Kuczynski, al comienzo. Lo que quiero decir es que esto depende mucho de la imagen del presidente.
¿Y la imagen no la ayuda a Boluarte?
Ella está muy mal evaluada. Ahora, claro, hay otro elemento para tomar en cuenta: lo que puede significar APEC por sí mismo.
Que estuvo muy marcado por la inauguración del puerto de Chancay, por ejemplo.
Muy marcado por la presencia de la inauguración del puerto, en efecto, lo que ha generado una expectativa de mayor inversión, de más trabajo. Eso no estuvo presente en el 2016 ni en el 2008. Eran otros tiempos, desde luego. Claro, si ahora hubiésemos tenido solo el APEC, es probable que no hubiese habido mayor trascendencia. Pero que haya llegado el presidente chino a inaugurar el puerto, sí podría generar una corriente positiva.
Aunque no demasiado positiva, ¿cierto?
¿De dos o tres puntos? ¿De qué estamos hablando? ¿De subir de tres a seis? Y claro, si eso pasara, seguro que los ministros saldrán a decir que ha mejorado el nivel de aceptación. Bueno, eso sería como una mala broma de fin de año. Además, el peso del tema de la inseguridad ciudadana no es el que había en el 2016 ni en el 2008. Y hay una diferencia entre Lima y el feriado forzado decretado por el Gobierno con la participación en las protestas de las ciudades de fuera de Lima. Las protestas han estado más en la agenda pública de las ciudades fuera de Lima.
¿Recuerda algún presidente en el Perú con ese nivel de desaprobación tan alto?
No. Nadie. Ya Dina Boluarte había superado a Alan García durante la hiperinflación. Ese récord ya lo tenía. Hoy, Boluarte se ha superado a sí misma.
En este contexto, se ha empezado de nuevo a debatir cómo hace el Gobierno para mantenerse con ese nivel de desaprobación. A estas alturas, queda claro que eso no es ningún obstáculo.
Todo depende de que el Congreso siga especulando con la situación. Lo que nos queda claro es que todavía tienen una agenda legislativa para seguir haciendo caja, para su propio beneficio. Estoy cada vez más convencido de que a los congresistas los resultados de las encuestas les importa bastante poco, están dispuestos a ganar curules más allá de lo que las encuestas digan, tratando de influir en el proceso electoral. Tendría que haber un escándalo mayúsculo, muy grande, para que cambien las cosas.
Supongo yo, al Congreso tampoco le conviene que lo sigan vinculando con un Gobierno que tiene un nivel de aprobación paupérrimo, ¿cierto?
Claro. Un camino es que mantengan a Boluarte en el cargo mientras hacen interpelaciones a ministros, por ejemplo, como si fueran oposición. Otro escenario es que siempre podría aparecer una corriente en el Congreso para asumir el Gobierno en el último año. Claro, los congresistas tendrían que calcular a quién poner porque no van a querer, imagino, un Vizcarra II o un Sagasti II. Me parece que estos meses van a servirles como un ensayo.
¿Un ensayo para ver cómo se van moviendo las cosas?
Claro, como un ensayo para ver cómo les va. Para ver si criticar a ministros les es suficiente, por ejemplo.
¿Un cambio de ministros podría ayudar a que este Gobierno suba en algo su imagen? He escuchado propuestas en ese sentido. Yo particularmente lo dudo.
Ya ha habido cambios de gabinete y no han generado ningún impacto. Normalmente cuando hay cambios, las encuestas suelen registrar una subida, pero a los dos o tres meses el nivel de aprobación vuelve a caer. En este caso no hay ninguna clase de manejo político de parte de la presidenta. Es verdad que Adrianzén logró salir airoso cuando se empezó a especular sobre un posible cambio de premier. Había varios nombres que se rumoreaban como posibles reemplazos, entre ellos el excanciller, Javier González-Olaechea. Sin embargo, Adrianzén se mantuvo. Y bueno, acá viene otro tema: ¿Quién va a querer asumir este encargo, no es verdad? Es difícil que alguien con luces lo acepte.
¿Estamos en una situación en la que, haga lo que haga, el Gobierno no subirá su aceptación?
Creo que así es. Ya ni el Congreso los va a defender. Incluso Fuerza Popular ha pedido cambio de ministros. Este silencio congresal. todo indica que ya no se mantendrá, básicamente por la coyuntura electoral que se avecina. Lo único que apoyaba a Boluarte era el Poder Legislativo y es claro que este está cambiando de actitud. No le han bajado el dedo todavía, pero la presidenta ya no cuenta con ellos.