El 23 de marzo de este año, el Informe Mundial sobre Cocaína de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga (UNODC) advirtió sobre la sostenida recuperación de los cultivos de hoja de coca en el Perú. Un monitoreo de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida) lo ha confirmado. En 2022, la superficie cultivada con hoja de coca volvió a expandirse por quinto año consecutivo.
En 2021 fueron 80.681 hectáreas y en 2022 un total de 95.008 hectáreas, lo que representa un salto de 18%. Desde 2018 (54.134 hectáreas), los sembríos de hoja de coca no han dejado de aumentar en el territorio nacional. La producción de cocaína por parte del narcotráfico depende de que el insumo de la hoja de coca siga expandiéndose, como efectivamente está sucediendo.
De acuerdo con el monitoreo de Devida, las cuencas que concentran la mayor parte de los cocales destinados al narcotráfico son el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), con 37,6%; Inambari-Tambopata (10,9%) y Bajo Amazonas (9,6%)
PUEDES VER: Alejandro Toledo: Fernando Manrique, sobrino de expresidente seguirá detenido por nexos con narco
En 2022, la zona de cultivo de hoja de coca de las cuencas del Vraem se elevó en un 11%. Había 32.106 hectáreas en 2021. Ahora son 35.709 hectáreas, lo que potencia al Vraem como la principal zona de producción de cocaína en el país.
Infografía - La República
Es importante destacar que desde 2018, los cocales del Vraem no han dejado de crecer hasta 2022. Los expertos han dicho que para destruir al grupo armado narcoterrorista autodenominado Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP), se debe eliminar la elaboración de pasta básica y cocaína, porque se financian con la producción de la droga mediante distintas modalidades.
El 11 de enero de este año, una columna narcoterrorista emboscó a 7 efectivos de la Policía Nacional en el Vraem, en represalia por las incautaciones a los narcotraficantes de la zona. Mediante este tipo de acciones armadas, el MPCP busca el respaldo de la población que se dedica al cultivo y secado de hoja de coca para el narcotráfico.
PUEDES VER: ¿Cómo fue la caída del primer narcosubmarino en Europa con 3 toneladas de droga que llevaba desde Latam?
Por departamentos, Cusco acumula la mayor cantidad de sembríos en producción de hoja de coca (16.009 hectáreas), seguido de Ayacucho (18.469 hectáreas), Ucayali (14.531 hectáreas) y Loreto (13.844 hectáreas). Conforme a estas cifras, si se mantiene el ritmo de ampliación de las zonas de cultivo, probablemente Ucayali y Loreto superen a Cusco y Ayacucho en un breve plazo.
Infografía - La República
Recientes reportajes de La República en la frontera de Perú con Colombia advirtieron de la presencia de grupos militarizados que pertenecieron a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), dedicados a promover al cultivo de hoja de coca y a la producción de cocaína, reclutando a los pobladores de la zona, incluyendo menores de edad, sometidos al trabajo forzoso.
Este diario también ha informado los frecuentes asesinatos de líderes indígenas de Ucayali por parte de sicarios de organizaciones criminales del narcotráfico. Las comunidades indígenas rechazan a los narcotraficantes que los presionan con las armas para cultivar hoja de coca.
PUEDES VER: Agentes de la Sunat y PNP evitaron que 37.000 toneladas de químicos lleguen hasta narcos
Estos hechos explican por qué Ucayali ha reportado un incremento de 43% de los cocales en sus linderos geográficos, y en el caso de Loreto, 34%.
Infografía - La República
Entre las razones que detallan por qué se registra un nuevo avance del territorio cultivado con hoja de coca, Devida sostuvo que debido a la pandemia del COVID-19, se produjo una reducción notable de las operaciones de erradicación de los sembríos, particularmente en los años 2020 (6.273 hectáreas destruidas y 2021 (5.775 hectáreas destruidas).
Aunque en 2022 hubo una recuperación (21.628 hectáreas destruidas), son cifras lejanas a lo experimentado en 2018 (25.107 hectáreas destruidas) y 2019 (25.526 hectáreas destruidas). Pero también hubo una decisión política del Gobierno de Pedro Castillo, que suspendió la erradicación en el Vraem. En 2022, del total de cocales destruidos, solo 5,56% correspondían al Vraem.