El sacerdote y teólogo Gustavo Gutiérrez, padre de la teología de la liberación, ha cumplido 95 años. Su aporte a la comprensión de lo divino en la búsqueda de una mejor sociedad con la predilección por los pobres marca una corriente que ha tenido que superar dificultades que hubieran anulado su futuro para no generar más cambios.
La enfermedad de la poliomielitis, que lo tuvo en cama unos años, lo marcó en la adolescencia. Tras rehabilitarse, entra a la Universidad de San Marcos a estudiar Medicina y a la Universidad Católica (PUCP) a seguir Filosofía. También se interesó por la psicología. En esos años fue miembro de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC), de la que luego fue asesor nacional. Llegaría a convencerse de su vocación religiosa y pasa a formarse en el seminario como cura.
En esta preparación, siguió estudios de Filosofía en la Universidad de Lovaina y publicó un artículo sobre psicoanálisis. De allí fue a estudiar Teología en Lyon. Volvió a Lima para ser ordenado sacerdote en 1959.
El Concilio Vaticano II, que impulsó importantes cambios en la Iglesia católica hacia un necesario progreso, acorde a los nuevos tiempos, tendría gran influjo en el joven religioso de eso años que llegó hasta Roma para afianzar su formación.
“En los años sesenta, en Roma, se realiza el Concilio Vaticano II. Estuvimos esos años en Roma. Por ese tiempo, él empezó a tener relación estrecha con el cardenal Juan Landázuri”, recuerda el sacerdote y teólogo Felipe Zegarra, actual profesor de la Universidad Católica.
De vuelta al Perú en 1966, entró como profesor a la PUCP. Dos años después en un encuentro de sacerdotes en Chimbote, cuestiona el “desarrollismo” de dominio economicista y reclama que “la pregunta por la significación teológica de la liberación es una cuestión sobre el sentido mismo del cristianismo y sobre la misión de la Iglesia”.
Pensador. Su trabajo intelectual ha sido prolífico. Foto: difusión
Su gran libro Teología de la liberación. Perspectivas salió a la luz en 1971. Apelaba a un regreso a las fuentes y renovación, que ya habían proclamado los papas Pío XII y luego Pablo VI. Sin embargo, sectores más conservadores en la Iglesia lo cuestionaron y hasta quisieron atarlo a un influjo negativo del marxismo. La Santa Sede pidió que corrija algunos aspectos de su publicación controversiales.
Juan Luis Cipriani fue uno de sus más visibles opositores. Cuando este iba a asumir el arzobispado de Lima, ante su conocida tirria contra Gutiérrez, ingresó a la congregación de los dominicos, que lo pusieron a salvo del peligro de Cipriani.
“Vargas Alzamora le advirtió que iba a asumir Cipriani. Los dominicos podían excardinarlo, que es retirarlo de Lima a otra jurisdicción fuera del poder de Cipriani. Se fue a Francia a hacer noviciado de dominico y volvió como fray”, dice Zegarra.
En su teología de la liberación, Gutiérrez propone entender el término libertad en triple sentido: liberación de la injusticia y dominación; liberación como apropiación del propio destino, también en el ámbito psicológico; y liberación en acepción teológica de salvación como un don de Dios por su Espíritu, según explica Zegarra.
La opción prioritaria por los pobres es uno de los principales aportes de Gutiérrez a la teología y lo que le valió el férreo rechazo de quienes no quieren cambios, sino mantener el statu quo con los privilegios a los sectores sociales pudientes.
En varios libros ahonda en esta teología que llegó a ser muy valorada por los pontífices Benedicto XVI y el actual, Francisco, que hasta lo ha prologado, para el escándalo de sus críticos. En el Perú, además fundó el Centro Bartolomé de Las Casas, que trabaja por el desarrollo de la sociedad y la superación de nuestras desigualdades.
Valoración. Papa Francisco reconoce su valioso aporte. Foto: difusión
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Por sus grandes aportes, Gutiérrez ha recibido múltiples reconocimientos, entre ellos el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en el 2003, el premio nacional de Cultura y el honoris causa de varias universidades. Este año, Gutiérrez recibió sus 95 años con cuidados propios de su edad, pero con la misma fe liberadora inquebrantable.
Pedro Barreto, cardenal
“Admiro su fidelidad a la Iglesia y clara y definida identidad presbiteral. La opción preferencial por los pobres está en la fe cristológica en Dios que se hace pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza”.
Felipe Zegarra, sacerdote y teólogo
“Propone usar el término libertad en triple sentido: liberación de la injusticia y dominación; liberación como apropiación del propio destino; y liberación en sentido teológico, de salvación como don de Dios por su Espíritu”.
José Luis Franco, teólogo
“No ha sido un teólogo de escritorio, sino una persona comprometida con la gente desde el inicio de su sacerdocio. Como párroco en el Rímac, estuvo muy cerca de la vida cotidiana de hombres y mujeres”.
Leonardo Boff, teólogo
“Gutiérrez es el verdadero fundador de la teología de la liberación; su primera presentación fue en Petrópolis en una reunión de obispos latinoamericanos haciendo balance del Concilio Vaticano II”.