El cardenal de la Iglesia Católica, Pedro Barreto, se da un tiempo con La República para reflexionar sobre la crisis. Señala directamente que lo que urge es justicia para las personas que murieron asesinadas en el marco de las protestas. Reitera que es necesario un adelanto electoral y que el Congreso debe hacer caso a la voluntad popular.
—Escribió hace casi dos años: “El Perú se merece un ambiente de tranquilidad y serenidad”. Hemos tenido de todo menos eso. ¿Cree que los familiares de las víctimas de las protestas finalmente encontrarán justicia?
—Frente a este dolor y sufrimiento de hermanos que han fallecido en las protestas, incluyendo a algunos miembros de la Policía, Dios no quiere violencia y muerte. Creo que tenemos que pedir a las autoridades correspondientes que agilicen la investigación porque hay voces en el Perú, incluyendo la de la Iglesia, que piden que lo más pronto posible se identifique a los asesinos —podríamos decir así— de estos hermanos y hermanas. La impunidad no puede estar en la agenda del día. Y retomando este comentario que hice hace unos años…
—Un par de años.
—Sí, y lo repito: El Perú necesita tener paz y tranquilidad, pero con justicia y sin impunidad. Y, por tanto, no podemos decir que volteamos la página. Hay que combatir desde la verdad a la desconfianza y el odio que nos daña a todos, con este enfrentamiento que continúa y es a todo nivel. La desconfianza tenemos que combatirla con verdad y justicia para que tengamos un tiempo de tranquilidad y paz y no una tregua que a nada bueno nos conduce.
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Exhortación. El cardenal Pedro Barreto a favor de que haya nuevas elecciones. Foto: Marco Cotrina/La República
—Usó la palabra “asesinos”. Es decir, considera que las personas que perdieron la vida fueron objeto del abuso de la fuerza por parte de las FF. AA. y la Policía.
—Sí, y hay evidencias respecto a esto. Tenemos que distinguir entre las instituciones (FF. AA. y PNP) y las personas. ¿Quién ha autorizado estas decisiones de manera, diría brutal, que extinguieron la vida de muchos seres? Segundo, por las evidencias que hay, ha habido personas que fallecieron que no tenían nada que ver con las protestas. Este tipo de cosas nos obligan a exigir a las autoridades una pronta y eficaz sanción, no solo por la salud del Gobierno y demás poderes, sino por el bien de la sociedad peruana. Una justicia que se retrasa, demora, no es auténtica justicia.
—¿Le satisfacen las explicaciones del Gobierno?
—Por lo menos el Gobierno ha expresado una súplica de perdón; lo ha dicho en varias oportunidades la presidenta Dina Boluarte y hay que reconocerlo. Ahora bien: no basta con pedir perdón. Hay que comprometerse con un cambio sustancial, en todos. El dolor de una familia por un ser querido que ya no vive y que ha sido víctima de esta desproporcionada respuesta del Gobierno es comprensible. No solo basta pedir perdón. Hay que actuar de manera humana. También es importante el diálogo. Necesitamos escucharnos, desahogarnos de alguna manera y enfocarnos en buscar el bien común del país, porque hay reclamos justos de personas no violentas, que han expresado su desazón porque las autoridades no están a la altura de las circunstancias graves que vivimos.
—¿La gente salió a protestar porque se siente decepcionada de sus autoridades?
—Por un lado, sí. Pero también recordemos que el 7 de diciembre nos conmocionó. Había un clamor generalizado de nuevas elecciones, de la renuncia de la presidenta. En el fondo se quería poner énfasis en que tenemos que rehabilitar la política. Eso significa que haya personas conscientes de que el ejercicio de la política es muy sagrado, porque es un mandato de la sociedad que delega en personas para buscar el bien común. Hay una política en sentido amplio y no podemos eximirnos —especialmente como pastores— de buscar el bien común a pesar de que muchas veces se nos critique por lo que decimos o hacemos.
Barreto estuvo a favor que Pedro Castillo dimitiera de su cargo en Palacio de Gobierno. Foto: composición Fabrizio Oviedo / La República
—¿Lo dice por las críticas que le hacen por pronunciarse sobre estos temas?
—Sí, no de ahora. Al papa Francisco le dicen comunista, que esto, lo otro. Hay voces discordantes que nos pueden afectar humanamente, pero la Iglesia tiene muy claro que busca el bien del Perú. El arzobispo de Lima fue uno de los primeros presidentes del Congreso, había sacerdotes muy comprometidos, la Iglesia se jugó su vida y su misión en favor de la libertad porque cree que, si bien la democracia no es un sistema perfecto, expresa la voluntad popular. Se puede decir que la presidenta Boluarte hace un ejercicio democrático y constitucional.
—Llegó al poder por sucesión constitucional, ¿correcto? ¿Suscribe aún la necesidad de elecciones adelantadas?
—Sí. Es un principio fundamental. La misma presidenta no lo dijo en su discurso ante el Congreso, pero luego reconoció que debía ser un mandato recortado y por eso envió al Congreso una propuesta de adelanto. No significa que vamos a vivir lo mismo de siempre, pero hay una voluntad de la población de buscar nuevas autoridades que estén en un nivel ético y honesto para no volver a esta crisis integral donde principios y valores están ausentes.
—Lamentablemente, el Congreso no acusa recibo.
—Es un clamor nacional y el Congreso tiene que escuchar al pueblo y decidir conforme a esa voluntad popular. Tenemos que exigir a las autoridades que respondan a esta alta misión que la misma sociedad ha encargado.
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—Ha dicho que algunos grupos de poder se prestan para la ruptura del proceso democrático. ¿A quiénes se refiere?
—Por eso digo que a la política hay que rehabilitarla porque hay presiones de intereses económicos o de grupos. Tenemos que ser conscientes de que o salimos juntos y mejores de esta crisis o estamos perdidos. Mantengo viva la esperanza de que tenemos los recursos morales, cívicos y religiosos para buscar el diálogo y el bien común. A veces los que ejercen la política por el mandato de la sociedad se olvidan de que deben servirla en su conjunto. Insisto, hay que buscar nuevos modos de hacer política y buscar lo que nos une. Los temas específicos que debemos tocar son el respeto a la persona humana, la tolerancia para escucharnos y buscar soluciones. Este tiempo de relativa tranquilidad, que yo diría que es una tranquilidad de alguna manera…
—¿Ficticia?
—De cementerio, de cementerio. No es una tranquilidad que nos esté consolidando como país, como sociedad. Pero es un tiempo que puede ser de reflexión y acción mediante el diálogo. Hay organizaciones de la sociedad civil que buscan, junto con la Iglesia, hacer una mesa de diálogo por el Perú, donde nadie quede fuera.