Las elecciones para el 2023 sufrieron un nuevo revés en el Congreso y para este año están prácticamente descartadas. Ni siquiera es probable que se adelanten para el año siguiente. La extitular del Congreso y expresidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, responde sobre este tema y otros de actualidad.
— Se archivó otro proyecto de adelanto de elecciones para este año. ¿Cree que habrá elecciones antes del 2026?
— El comportamiento del Ejecutivo y del Congreso apunta a que buscan quedarse hasta el 2026. No hay voluntad política de evaluar la situación, la urgencia. Adelantar elecciones lo antes posible significa escuchar a la mayoría de la población que quiere que se resuelva este problema de gobernabilidad. Es peligroso que se queden todo este tiempo, no solo por permanecer aún en contra de lo que pide la gente, sino por lo que puedan llegar a hacer. Hay una seria intención de capturar a las principales instituciones, y eso pone en serio peligro la democracia.
— Imagino que no le sorprende que izquierdas y derechas voten juntas en el propósito de mantenerse.
— Es que creo que en el Congreso no se puede dividir entre izquierdas y derechas. Lo que hay son parlamentarios movidos por intereses muy particulares. Ya no se notan diferencias ideológicas, son parlamentarios con intereses subalternos y mucho pragmatismo sobre lo que resuelven.
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— Dijo que si bien el gobierno de Pedro Castillo incurrió en serias deficiencias, más le preocupaba la gestión de Dina Boluarte. ¿Por qué?
— El gobierno de Castillo tenía serias deficiencias; por ejemplo, sobre los objetivos-país. También había una terrible práctica en la colocación de personas en instituciones estratégicas. Y había corrupción. Sin embargo, con Boluarte se replican estas deficiencias. El gabinete es armado para contentar a los diferentes sectores políticos y no tiene claro un horizonte. Pero acá hay un problema más serio.
— ¿Cuál?
— Boluarte ni siquiera tiene claro si es un Gobierno de transición o no. Ha tenido serias contradicciones, no se sabe qué quiere. Y en ese escenario no se pueden definir objetivos. Y hay evidencias de que incluso la meritocracia no se aplica como corresponde. El ministro de Educación, desde mi punto de vista, es lo peor que puede ofrecer el Ejecutivo. No solo eso. Es un escenario en el que el Gobierno decide destruir instituciones: Sunedu o Servir. Es más, es cierto que hubo mucho cuestionamiento cuando se nombró al jefe de Indecopi…
— El señor Palacín.
— Por su cercanía al gobierno de entonces. Y ahora se le acaba de sacar sin respetar el procedimiento establecido en la ley. Esas decisiones arbitrarias evidencian un serio problema. Y también han empezado a aparecer denuncias por corrupción, de las que nadie dice nada. Se replican los errores del gobierno de Castillo con un plus: se atenta contra la democracia misma. Es escandaloso que no haya división de poderes, todos están alineados con un Tribunal Constitucional que va contra la preservación del Estado de derecho.
— Lo del TC tiene que ver más con el Congreso.
— Tiene que ver con un Congreso que sostiene al Gobierno.
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— ¿No está siendo indulgente con Castillo? Si hablamos de democracia, el expresidente quiso dar un golpe.
— No voy a ser indulgente con el gobierno de Castillo. Querer dar un golpe —que felizmente no se concretó— es gravísimo. Sin embargo, tan grave —o peor— es destruir la institucionalidad democrática y capturar a las instituciones estratégicas para quedarse en el poder. Mucho más grave que un golpe fallido es lo que ha hecho el Gobierno de la señora Boluarte, atacando a las poblaciones y provocando estas masacres calificadas como ejecuciones extrajudiciales, inadmisibles en una democracia. Seguramente, el gobierno de Castillo nos ha costado retrocesos, pero el de Boluarte nos ha costado vidas.
— Visto todo lo ocurrido, ¿hubiese querido no aceptar el premierato con Castillo?
— Si hubiese estado más consciente de los problemas del Gobierno, que eran que realmente no quería cambiar las estructuras de corrupción y que no tenía voluntad de avanzar hacia los objetivos con los que se había comprometido, me lo hubiese pensado. Igual, yo sabía que la situación era difícil, que iba a asumir una responsabilidad, que traería consecuencias y riesgos. Si uno tiene la posibilidad de ayudar al país, eso tiene que estar por encima de todo, incluso del propio prestigio político.
— ¿Su prestigio político se ha visto afectado?
— De alguna manera se ve perjudicado. Mucha gente argumenta que pasé por un gobierno con todos estos problemas. Al mismo tiempo, considero que las personas son lo suficientemente cautas para saber que intenté hacer la diferencia y me alejé evidenciando todos los problemas que se veían.
— ¿Para las elecciones que vengan —no sabemos cuándo— se necesita una alianza que trascienda las ideologías?
— Necesitamos alianzas amplias entre gente que comparta mínimos democráticos, más allá de las ideologías, y empezar a reconstruir la situación tan grave del país. Los sectores de izquierda y derecha terminan pulverizados en estas circunstancias. Hay que ser lo suficientemente flexibles. Nos tenemos que encontrar para dialogar sobre lo que los distintos sectores compartimos, como el respeto a los derechos humanos fundamentales.
— ¿Propone una especie de alianza de centro, me parece?
— Podía llamarse así, pero prefiero denominarla alianza de mínimos democráticos. El centro en realidad…
— ¿Es difícil de definir?
— Sí. La gente tiende a definirse de centro…
— ¿Cuándo no quiere definirse por nada?
— Yo creo que hay que definirnos por algo, por esos mínimos que señalo.