El presidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), Jorge Luis Salas, cuestiona el proyecto de la congresista Rosselli Amuruz, de la bancada de Avanza País, que busca recortar el mandato de las autoridades electorales para que haya nuevos titulares a cargo de los comicios generales que se alistan a adelantar para el año 2024.
—La congresista Amuruz alega que es necesario que salgan las autoridades electorales para que no haya duda de los resultados de las elecciones que vengan. ¿Cómo toma eso?
—Es una posición que no comparto ni tampoco el pleno del JNE porque el tema no es de apetencias, sino constitucional y de respecto a reglas de democracia. La forma de expulsar a funcionarios por comisión de infracciones es la disciplina y el órgano disciplinario es la Junta Nacional de Justicia. Yo he pasado la ratificación, luego de varias cosas referidas. Ha sumado el tema de que el fraude nunca existió, es una lamentable fantasía alimentada por intereses extraños a la democracia, que ha generado una campaña costosa de ataques que no han terminado, que están vigentes.
—¿Cree que es un intento de controlar el sistema electoral?
—Me parece que sí.
—¿Por qué?
—Porque si no les gusta el desempeño de un presidente del JNE o de un funcionario, piden que lo boten. Así no funciona la democracia en ningún lugar.
—Un sector de la población mantiene cierta duda de la elección del 2021. ¿Qué les dice?
—Que lean los informes de los observadores internacionales. Es como ir al oftalmólogo porque es el especialista y no al podólogo para verse los ojos. Los especialistas en procesos electorales se han pronunciado. Veo con pena que en el proyecto de la congresista equiparan lo ocurrido en el 2000 con lo del 2021 para alegar que se cesó a las autoridades electorales. No corresponde a la realidad. El entonces presidente del JNE renunció y el jefe de la ONPE fue destituido. No decidió el Congreso. En el 2000, hubo fraude electoral y eso sí ameritaba incluso procesos penales.
—En la Fiscalía se archivaban los procesos del presunto fraude. ¿Cómo evoluciona eso?
—Creo que faltan dos por la lentitud del Ministerio Público. Lo demás está archivado. El Ministerio Público convocó a los presuntos afectados de la falsificación de las firmas y han dicho: “Es mi firma, yo estuve allí”.
—No ha salido nadie a decir: “Esa no es mi firma”, ¿no?
—Así es. Entonces, hablar de que hubo fraude es poco razonable, por decir algo elegante.
—Usted dice que es muy difícil ahora hacer un fraude. ¿Por qué en el 2000 sí fue posible?
—En el 2000 hubo concierto del sistema electoral, bajo la égida de Vladimiro Montesinos para la rereelección. Fue fraude organizado desde el aparato del Estado. Ahora existe la veeduría de la comunidad internacional y nacional, de especialistas, fiscalizadores, personeros, Fiscalía, Policía, la Defensoría... No es posible hablar de fraude y comprometer a funcionarios policiales, militares, fiscales, defensoriales, a los fiscalizadores del JNE, personal de ONPE, ¡a los miembros de mesa!...
—Que son ciudadanos...
—Son ciudadanos... Esa desconfianza es algo absurdo.
—Especialmente de zonas rurales, con discriminación...
—El proceso electoral se hace con todos los ciudadanos peruanos que pueden votar. Cada ciudadano emite un voto y se respeta lo que ha decidido.
—Y vale igual el voto de zonas alejadas en los Andes y la Amazonía que los de lo que algunos llaman “Lima moderna”...
—Suscribo completamente lo que usted acaba de decir.
—¿Cuánto de responsabilidad tiene el desconocimiento a los resultados de la elección del 2021 en la crisis política de la cual todavía no salimos?
—Es mucho, porque afectar la credibilidad del sistema electoral es afectar el corazón mismo de la forma democrática de transferencia de poder. Han invertido mucho dinero algunos en aparatos de prensa y más para ofender y generar en algunas personas ese concepto del fraude y a la vez sembrar odio. En un país fragmentado, las grietas de combustible con más odio. Para avanzar, hay que cerrar esas brechas. Esto, generar distensiones, alimenta el odio.
—¿Qué nos dice el hecho de que un sector de los políticos insista en alimentar esta duda pese a las evidencias y a que la crisis política nos ha llevado a situaciones muy fuertes?
—Tendrían que reflexionar. De sembrar odio, no se logrará concordia. Al contrario, a más odio, más disenso. Y el que ofende no le puede decir al ofendido: “vota por mí”, válidamente. Tiene que entrar la razón para que alguna gente se serene y empiece a pensar en el país y no solo en sus propios intereses.
—¿La duda de algunos ciudadanos sobre los titulares electorales es parte del descrédito general a autoridades del país?
—Esa es una constante, pero en una encuesta reciente los organismos electorales han mejorado enormemente la confianza ciudadana. Entre 56% y 60% de aceptación. Eso está alejado del 8% (del Parlamento). Cuando la gente pide el retiro del Congreso y el Ejecutivo, dice que no han obrado bien ellos.
—¿Qué pasará con este proyecto y con esta controversia?
—Supongo que recapacitarán porque es un proyecto inconstitucional. Los órganos electorales no pueden depender de los vaivenes de la política. Pretender controlarlos desde el Congreso es un retroceso.
—Cuestionan el resultado del 2021 y no del 2022 en Lima sobre López Aliaga. ¿Qué dice?
—Es paradójico. No hicimos cosa distinta en ambas. El JNE está presto a hacer la función electoral con absoluta transparencia y respeto a la voluntad popular. Ganará quien tiene que ganar porque la ciudadanía así lo quiso a través del voto.
—Y con las reformas que mejoren la representabilidad...
—Ojalá, y las primarias son un buen mecanismo para eso.
—Parece que no las quieren.
—Si vamos hasta el 2024, tendría que haber primarias. Si no, no tiene sentido ir hasta el 2024.