Escándalos en el Ejecutivo y el Parlamento, oposición mediática y expectativas generadas en torno a promesas electorales fueron las principales dificultades que enfrentó Humala en sus primeros cien díPolítica. Pero la Prueba de fuego aún está por venir,Las piedras en el camino de Ollanta,Las piedras en el camino de Ollanta, Rocío Maldonado. Desde que el presidente Ollanta Humala juró al cargo y presentó su gabinete ministerial, no faltaron comentarios y vaticinios sobre los primeros problemas que enfrentaría una administración que se presentaba como una opción de cambio, de inclusión social y de lucha contra la corrupción. Corrían las apuestas sobre quiénes serían los primeros en abandonar el barco en un equipo ministerial tan heterogéneo y con representantes en el Congreso proclives a provocar el revuelo de siempre, pero nadie imaginó entonces que el segundo vicepresidente Omar Chehade podría convertirse en una “piedra en el camino” del gobierno, como admitió el premier Salomón Lerner. ¿Pero es el caso Chehade la gran dificultad de los primeros cien días del gobierno de Ollanta Humala? Según el analista David Sulmont, el escándalo que envuelve al segundo vicepresidente solo refleja un problema estructural del sistema político peruano: la inexistencia de partidos políticos consolidados; algo que, subraya, no es una característica exclusiva del Partido Nacionalista Peruano. “En campaña electoral, los partidos recurren a personajes por su capital social y económico, Ellos, en lugar de comprometerse con un proyecto partidario, están allí para defender sus propios intereses o ser mediadores de intereses particulares”, precisa Sulmont. Con esta apreciación coincide Cecilia Blondet, directora ejecutiva de Proética, quien señala que la gran piedra en el camino de Ollanta Humala es la falta de un partido político serio. “Eso es lo más difícil con lo que debe lidiar. Los problemas van desde sus congresistas y hoy el segundo vicepresidente que no quiere renunciar sin darse cuenta de que afecta a su gobierno”, refiere. Una posición distinta tiene el analista Enrique Bernales, quien considera que los problemas suscitados en los primeros cien días de la administración Humala se circunscriben básicamente a los alrededores, y no al núcleo mismo del gobierno. Sobre Omar Chehade, el jurista considera que cometió un error político, lo cual, admite, ha desatado una serie de suspicacias que todavía no han quedado totalmente despejadas. Sin embargo, marcó distancia de las voces que piden su renuncia, pues destaca que los vicepresidentes no ejercen función alguna dentro del gobierno. “Más grave en términos funcionales son las faltas de un ministro que las de un vicepresidente que no ejerce”, sostiene Bernales. En cuanto al caso de los niños envenenados en Cajamarca, los analistas coinciden en que no existió responsabilidad directa de la ministra Aída García Naranjo, pero que se trató de un acontecimiento del cual se valió la oposición para mostrar al gobierno como incompetente. Sin embargo, las denuncias contra nacionalistas en el Ejecutivo y Parlamento no son las únicas trabas que enfrentó Humala. Sulmont menciona que otro gran obstáculo fue la oposición mediática, es decir, la de los medios de comunicación que, ante partidos políticos débiles, asumen el rol opositor y quieren marcarle la agenda al gobierno. “Alguna prensa quiere de alguna manera empujar al presidente a que implemente el plan de gobierno de los partidos que perdieron la elección. Critican todo lo que signifique acercarse en algo al proyecto de la gran transformación”, señala. Un tercera y real dificultad, dice Sulmont, son las expectativas generadas en torno a la promesa electoral de crecimiento económico con inclusión social. En determinado momento eso sí pondrá a prueba la capacidad de respuesta del Ejecutivo. Enfoque: “Coherencia, o tropezará con sus propios pies” Por Antonio Zapata El caso de Omar Chehade es parte de un problema de corrupción que por ahora es el principal motivo de queja y escepticismo de la ciudadanía respecto al gobierno. El desafío que plantea este caso es cómo afrontar conductas en el borde de la ley desde el Estado. Otro de los retos del gobierno es cómo manejar los conflictos medioambientales y las inversiones mineras. Estamos viendo el proyecto Conga que evidentemente será una prueba para un gobierno que logró cobrar un impuesto a las sobreganancias mineras y se comprometió a garantizar condiciones para la inversión en esta actividad. El reto es cómo se condice esto con las preocupaciones medioambientales de la población. Un tercer desafío tiene que ver con la crisis económica internacional, pues en algún momento el gobierno deberá tomar decisiones que no serán del agrado de todos. Un cuarto reto, y quizás el principal, tiene que ver con la coherencia y consistencia en la orientación del gobierno, lo que será fundamental para superar las dificultades. De lo contrario, tropezará con sus propios pies.