El periodismo en el país sigue estando bajo ataque. En medio de esa realidad, los medios que persisten en su independencia y rigor periodístico se juntan y convergen naturalmente en los mínimos indispensables: salvaguardar la libertad de prensa y expresión en el Perú. La República le realizó una entrevista a Juliana Oxenford, columnista de esta casa quien ha construido con mucho esfuerzo su Búnker, al que denomina un refugio para el periodismo. Nos refugiamos mutuamente para seguir dando batalla contra la mentira y la corrupción.
-Muchas gracias, Juliana, por recibirnos. Son días complejos: detienen a Nicanor, Dina guarda silencio, el Congreso continúa con su agenda para continuar, básicamente, con su impunidad. ¿Qué le queda al régimen?
¿Dos años más de absoluta impunidad? Porque hay un contrato entre el Gobierno y el Congreso de la República. ¿Cuál tiene que ser la excusa para que el Parlamento vaque a Dina Boluarte? Por menos le hubieran cortado la cabeza a cualquier otro. La señora miente. (Lo que hace la presidenta) es obstrucción a la justicia porque finalmente ella está siendo investigada no solamente por el escándalo de los relojes sino también –y, sobre todo– por los 50 muertos durante el inicio de su gestión. La señora se ausenta 12 días sin pedir permiso al Parlamento, sin decirle a nadie que no iba a poder cumplir con sus funciones. La señora tiene al hermano merodeando que ha sido detenido y que la información que ha trascendido por parte de este equipo de fiscales es bastante contundente y nada de eso es suficiente para el Congreso. O si lo es, lo callan, que es lo que estamos viendo. Porque si se va Dina, caen todos.
-Y en este tortuoso camino, la tarea periodística se ha tornado bastante desafiante. Hemos visto no solamente que te sacaron del aire por evidentes motivos políticos sino que en el último índice de reportes de Chapultepec hemos caído 20 puntos, una caída abrupta en términos de libertad de prensa. Luego de lo vivido a finales del año pasado en carne propia y ahora, ¿cuál crees tú que es el principal desafío para el ser periodismo en el Perú?
Es complicado, ¿no? Porque ante la falta de institucionalidad la gente espera que el periodista, los periodistas, hagamos algo al respecto. O sea, me lo piden en Twitter, en redes sociales. “Juliana, pero ayuda a movilizar a la gente”. Yo no puedo hacer activismo político. Yo lo que puedo es informar si hay una gran marcha y estar desde las 6 de la mañana dándole el micrófono y la voz a todos aquellos que obviamente tienen algo que decir, algo que denunciar, algo que gritar. Pero no tenemos líderes políticos. Entonces, claro, las pocas voces televisivas independientes que quedamos hemos migrado, el 95%, a medios digitales porque los masivos ya no calzan con nuestra independencia.
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-Hay una contradicción muy fuerte ahí.
Lo digital tampoco es que llegue a todo el mundo. En un país donde solamente en Lima hay más de un millón de ciudadanos que no tienen acceso al agua y al desagüe, ¿cuántos miles más o millones no acceden a internet y no pueden entrar a Youtube o no tienen una red social? Entonces, la política y los empresarios le están restringiendo el derecho a los ciudadanos de informarse con la verdad, más allá del periodista que te guste o no te guste. Que alguien te informe con absoluta libertad, con esta manera orgánica, creo yo, con la que los periodistas tenemos la obligación de hablar, sin miedo a que te digan, oye, bájale un poquito el tono. A mí personalmente nunca me lo han dicho por temor a que lo diga el aire y lo cuente, que de hecho lo hubiese hecho. Pero, claro, ganarte con la cara de c*lo de media empresa cuando sales mientras dicen “ahí se va la caviar, la mermelera”… es hostigamiento laboral también.
-Entonces, lo que nos queda es seguir hablando, seguir luchándola.
Yo, a veces, te soy sincera, o sea, salgo hasta deprimida. O sea, digo, ¿vale la pena? ¿No viviría yo más tranquila dedicándome a otra cosa? Pero la respuesta sigue siendo no, no puedo. O sea, ni siquiera es debo o no debo, es puedo o no puedo y no puedo. Es como que ir en contra de mi propia naturaleza, es como simplemente pedir que me hagan una transfusión total de sangre y que me pongan otro ADN. No puedo. Y voy a seguir desde donde pueda seguir, porque tampoco es fácil hacer lo que hago ahora. Yo no tengo ya un sueldo a fin de mes, no tengo la tranquilidad de que mi equipo tiene un respaldo económico en un medio grande. Pero aquí estamos y con gente que me dice “no me importa si no hay, yo estoy ahí y yo quiero”. Eso también me nutre de esperanza. Y digo, carajo, no soy la única, hay un grupo acá que me está sosteniendo y que yo también, de una u otra manera, los sostengo a ellos.
-Y, bueno, desde tu opción, y en general la prensa independiente, la que persiste en su compromiso con la búsqueda de la verdad se está uniendo. Era necesario armar una fortaleza, tener un búnker. ¿Cómo defines a tu nuevo proyecto?
Es mi refugio. Es mi lugar, es mi casa, literal. Es un espacio donde tengo mucha libertad, pero también una altísima responsabilidad. Es un lugar feliz, para mí es un lugar feliz. Porque yo soy feliz haciendo periodismo, con todo lo que eso implica. Pero, pero nada, me lancé a la piscina. Salí de hecho de la zona de confort que representa ser empleada, ¿no? De un canal, de una radio, de un diario, como lo he sido siempre en mi carrera. Y por primera vez decir, bueno, ha llegado el momento de hacer algo. Y cuando tomas esa decisión te das cuenta de que también tienes que hacer una empresa, tienes que registrar esto, lo otro… Eso lo estoy aprendiendo en el camino. O sea, para mí no es fácil porque el lenguaje digital también es diferente en cuanto a los horarios, eso es chino. No pretendan que me convierta, no sé, en políglota en dos meses. Pero lo tienes que hacer. Si quieres seguir haciendo periodismo, lo tienes que hacer.
-Y la televisión ¿en qué queda?
Yo no es que haya declarado la guerra a la televisión. No, en lo absoluto. Creo que la televisión se está manteniendo al margen de un grupo de periodistas que opinamos, que decimos lo que sentimos y que de una u otra manera trasladamos la voz de la mayoría de peruanos. Y lo puedo entender porque finalmente son negocios, ¿no? Pero me da pena porque los que están perdiendo son ellos. O sea, las cifras de rating hablan de la poca popularidad, la poca confianza que están generando estos medios. Algunos hacen trabajos excelentes. Y, sin embargo, no hay la réplica que uno espera porque la gente simplemente ya se metió en la cabeza la consigna de no, ya de la televisión no espero nada porque todos siguen un guion. Y hay periodistas en televisión que no siguen un guion, que realmente se la juegan hasta el día que le digan ya, tu reportaje no va o de esto no puedes hablar y obviamente, por dignidad, van a tener que renunciar porque mientras eso no suceda están ahí batallando. Están ahí y ojalá que puedan seguir y ojalá que algún día se vuelvan a abrir las puertas para que otros entren.
-¿Regresarías a la televisión?
Te soy honesta, si a mí ahora en esta coyuntura me llaman de un medio yo diría no, sigo con Búnker. Porque si bien hay un tema económico que golpea y demás, por esto que no hay un sueldo fijo y no sabes cuánto va a entrar un mes u otro mes,
-¿Qué garantías hay para un periodista hoy?
¿Qué garantías? O sea, te cortan la cabeza por no tener una voz dócil, te maltratan, te insultan en tu propio canal por no sumarte a una campaña de fraude que nunca existió. Pero claro, ya sabemos que en dos años haya o no fraude, de todas maneras, va a existir fraude, ¿no? Porque para eso el Congreso se está haciendo cargo con el fujimorismo de levantarse en peso a los jefes de estas entidades electorales, y eso es gravísimo en una democracia. Y no es porque yo sea mi amigo Piero Corvetto, ni porque mi tío sea Salas Arenas. A mí me importan tres caraj*s eso, quiénes sean. A mí lo que me interesa es el concepto de institucionalidad, que simplemente lo han tirado al tacho. Y no solamente lo han hecho caer, sino que lo han cercado, lo han escupido, lo han pisoteado y lo mismo hacen todos los días de manera constante y sistemática con la Constitución.
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-Una Constitución bastante maltratada
Esa Constitución que tanto defendían, la de Alberto Fujimori, ahora es bastante transformada con los nuevos artículos que han metido, que no querían cambiar exactamente, y por lo que le decían que no a la asamblea constituyente, cosa que me parece muy bien, porque la asamblea constituyente en manos de los castillistas, de los cerronistas, sería una locura. Pero en manos de esta gentuza también, digamos, ¿qué es peor? Si a la hora de la hora votan igual.
-Muchos dicen que ya no estamos en democracia. De hecho, el ranking de The Economist ya nos calificaba como un régimen híbrido durante el gobierno de Pedro Castillo. El exembajador de Perú ante la OEA Harold Forsyth dijo que ya estábamos muy cerca de Venezuela o Nicaragua.
Somos un híbrido efectivamente. No tenemos forma. No sabemos qué es el Perú. Lo que pasa es que cuando uno habla de dictadura es cuando partes de un régimen impuesto por el Gobierno de turno, y en este caso lo que estamos viendo es una dictadura congresal, parlamentaria, no del Ejecutivo. Pero este Congreso es el que domina al Ejecutivo, es el que tiene comiendo de su mano a Dina Boluarte, este Congreso lo decide todo, este Congreso ya acaparó todo o casi todo, y no va a parar. Esta gente no se va a ir tranquila en el 2026 si es que no tienen archivados todos sus expedientes, si es que no hicieron todos los cambios que quieren en la Constitución Política, y si es que no tienen asegurado ya un fraude en coro para el año 2026, porque el 2026 obviamente va a volver a postular Keiko Fujimori.
Búnker se transmite por Youtube de lunes a viernes a las 8pm