El empoderamiento estatal en el manejo de los recursos naturales es un afán presente en cualquier proyecto de izquierda. Por lo tanto, podía suponerse que cualquiera de las tendencias presentes en el Gobierno de Pedro Castillo tendría las cosas pensadas respecto de Petroperú. No fue así. Los cambios se produjeron recién al mes y medio de asumir. Mientras tanto, se desconocía qué sector tomaría el control. ¿Los de Perú Libre, bajo el influjo de Vladimir Cerrón? ¿Los chotanos de Pedro Castillo, cuyos sobrinos se habían reunido con funcionarios de la empresa? ¿Los grupos internos de la compañía?
El directorio es nombrado por los ministerios de Economía y Finanzas y de Energía y Minas. En la Junta de Accionistas, de cinco miembros, están los ministros y viceministros del MEF y del Minem, más el secretario general de este último. Durante agosto y los primeros días de setiembre ni el ministro Pedro Francke (MEF) ni Iván Merino (Minem) aceptaron reunirse con las autoridades de la empresa para recibir información sobre su actualidad. Merino, en cambio, recibió y se tomó fotos hasta en tres ocasiones con dirigentes sindicales y trabajadores despedidos de Petroperú.
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Adentro de la empresa, un grupo de poder agrupado en torno de once sindicatos tenía su candidato para ocupar la gerencia general: Oscar Vera, exgerente de refinería. En los dos últimos años fue suspendido en tres oportunidades por uso indebido de los recursos. Del 2019 al 2021 se produjeron más de ochenta despidos por faltas graves. Entre los removidos hubo dirigentes sindicales que abusaban desvergonzadamente de los viáticos. El combate a las corruptelas fue iniciado por el presidente Carlos Paredes, en cuyo libro reciente, La tragedia de las empresas sin dueño, describe el funcionamiento de una cofradía interna que controla Petroperú. Cuando renunció, en 2020, los cambios los mantuvo su sucesor, Eduardo Guevara, quien fue viceministro de Hidrocarburos. Tras la victoria electoral de Castillo era previsible que Guevara y su directorio fueran cambiados. Habría un nuevo gerente general. Aparentemente Vera estaba convencido de que ocuparía el cargo.
Por su parte, el economista Hugo Chávez, exfuncionario del Gobierno Regional de Áncash, también estaba seguro de que sería elegido presidente por la Junta de Accionistas. Se llevó una decepción cuando, el 17 de octubre, los mandamases del MEF y del Minem eligieron a un directorio presidido por el ingeniero químico Mario Contreras.
Pedro Castillo habría ofrecido inicialmente a Hugo Chávez el cargo de presidente. A diferencia de Mario Contreras, que posee una amplia experiencia en el sector hidrocarburos, lo mismo que Rafael Zoeger, otro nuevo miembro del directorio, Chávez tiene una ejecutoria menor, modestia que comparte con un cuarto miembro, Carlos Palacios, procedente de Osinergmin y al momento de su nombramiento asesor del exministro Merino. El quinto, Juan Pari, es más bien político. Hay un sexto: precisamente Oscar Vera, que continúa en el directorio por ser representante de los trabajadores.
Hugo Chávez Arévalo, gerente general de Petroperú. Composición: La República
A continuación, Hugo Chávez, que seguía apoyado por Palacio de Gobierno, consoló sus frustradas expectativas de ser presidente de la empresa con el puestazo de gerente general. De este modo truncó las aspiraciones del representante de los trabajadores, evidentes porque hasta se había tomado fotos con sindicalistas en actitud de apoyo a su postulación (“¡Vera, un gerente de carrera!”). Hasta aquí va quedando claro que el MEF y el Minem no se preocuparon en nombrar al directorio más calificado, con la excepción de Contreras y Zoeger. Al directorio, a su vez, no le preocupó buscar un gerente general del primer nivel, como ocurrió en 2019. Barrientos fue nombrado luego de figurar entre las tres opciones que propuso una compañía especializada. El directorio nombró, en fin, al recomendado del presidente. Según El Foco, Chávez ha sido tres veces inhabilitado por la OSCE para realizar contrataciones con el Estado.
Y lo peor vino después. El directorio, sin ningún motivo ni informe técnico, despidió a quince gerentes de línea, echando por la borda el proceso meritocrático iniciado en 2019. Todos ellos, seleccionados profesionalmente, se enteraron de su defenestración a través de un correo electrónico. Cómo y con quiénes se vienen reemplazando estos puestos es materia para otra nota. Mientras tanto se anuncia una revisión de los despidos por faltas graves y flexibilidad para las demandas económicas de los sindicatos, que aproximadamente ascienden a cuatrocientos millones de soles.
El MEF, hasta el momento, ha considerado ilegal que Petroperú comprometa más dinero con esos fines. Existen disposiciones que le impiden negociar temas económicos con los sindicatos. Habrá que ver si esta política cambia ahora que la cofradía está nuevamente en el poder. De avanzar la politización los bonistas del exterior podrían reconsiderar la colocación de sus fondos. Esta amenaza pasa desapercibida por la simultaneidad de otros escándalos donde la función pública también es degradada.