Y la gran lucha por la captura del centro político electoral.,La tacha presentada por un militante de Acción Popular (AP) en el JNE a la inscripción del Partido Morado (PM) constituye un favor que le hacen a la perspectiva política de Julio Guzmán. Con 733,716 firmas presentadas, y 104 comités provinciales en todas las regiones del país, en el PM creen que su inscripción en el registro de organizaciones políticas es inminente, siendo el único escollo esta tacha que se resolverá dentro de cinco días. La tacha proveniente de AP es una afrenta a un partido que tiene, como una de sus fechas fundacionales, el ‘manguerazo’ del 1 de junio de 1956, cuando Fernando Belaunde protestaba, con el Frente de Juventudes Democráticas, en el Jr. de la Unión, por las trabas que el odriísmo ponía a su inscripción electoral y fue derribado por el agua lanzada por un ‘rochabús’. En AP sostienen que no tienen nada que ver con la decisión de uno de sus 200 mil militantes –aunque este parezca, más bien, un ‘militonto’–, pero el comentario del congresista Víctor Andrés García Belaunde de que “más bien el señor Guzmán debería preocuparse y revelar si tuvo vínculos con Odebrecht”, produce sospecha de que al partido del Paseo Colón le preocupa que aparezcan competidores en el centro político. Triunfar en la elección municipal en Lima Metropolitana 38 años después de la última vez –más de los 36 que le demoró al Perú volver a un mundial– y lograr algunos gobiernos regionales como el de Cajamarca, lleva a los dirigentes de AP a pensar que ya tienen ganada la elección 2021, lo cual despierta broncas internas y ambiciones que son imposibles de ocultar, y el deseo de parar, a la mala, a cualquier competidor externo. Que es lo que parece estar detrás de la tacha presentada contra el PM de Guzmán, a quien en la elección 2016 lo sacaron, al igual que a César Acuña, con malas artes y el silencio cómplice de toda la comunidad política, incluyendo, por cierto, a AP. AP debe percibir a Guzmán como un rival con potencial –y menos anticuerpos– en el mismo espacio electoral en el que pretende estacionarse en la campaña del bicentenario. Es ese centro político en el que un partido lleno de slogans seductores gracias al verbo de Fernando Belaunde, pero con una ideología gaseosa, nebulosa y poco precisa, cree que puede tener una ruta exitosa. Ahora que la inscripción del partido propio –el PM– está a la vuelta de la esquina, el desafío de Guzmán es ocupar ese centro con propuestas específicas y estimulantes para la población, para lo cual deberá salir del perfil bajo que ha tenido desde 2016.