Y, simultáneamente, un gran triunfo político de Vizcarra. ,La decisión uruguaya de negarle el asilo a Alan García constituye una de las derrotas más estridentes de su larga trayectoria pública, y significa, al mismo tiempo, una victoria política importante de la aún breve presidencia de Martín Vizcarra. Es un triunfo político del gobierno porque, luego de un análisis que debe haber sido exhaustivo por la relevancia de la decisión en un país con una antigua tradición de otorgar asilos que se justifiquen, se optó por negarlo, lo que implica el reconocimiento de que en el Perú hay independencia de poderes propia de una democracia, y que no hay persecución política. De manera coincidente se pronunciaron Estados Unidos y la Unión Europea a través de sus embajadores. Así, el pedido de García a Uruguay en medio de una investigación fiscal fue una gran oportunidad para que el gobierno de Vizcarra obtuviera un ‘certificado’ internacional de buena conducta democrática, contradiciendo la campaña del fujiaprismo. Esta campaña dirigida por Alan García y Keiko Fujimori quiso demostrar que Vizcarra es un autócrata que busca reelegirse ilegalmente al estilo de Hugo Chávez, para lo cual puso en marcha un golpe de estado y una persecución política a sus opositores a través de los fiscales anticorrupción. Todo eso, como es evidente, es una sarta de mentiras que no las cree nadie en el país, pero que se la han pasado repitiendo apristas y fujimoristas y un grupo mediático desprestigiado, y que ahora ha sido desmentida de manera tajante desde el exterior, que era donde García suponía que tenía tanto prestigio y credibilidad que cobraba US$100 mil por charla de una hora. La respuesta de Uruguay es, por ello, un golpe duro al fujiaprismo, tanto para Keiko Fujimori pero especialmente para García pues es obvio que ahora ningún país le daría asilo. Esto sucede mientras que, probablemente, la fiscalía no pida otra medida de restricción de libertad para García en adición al impedimento de salida al exterior, con lo cual, salvo que se escape –algo que no puede descartarse dada su trayectoria–, deberá exhibir su ridiculez por el país por un pedido de asilo sin fundamento, así como, comparado con Keiko Fujimori u Ollanta Humala, su cobardía. Eso mientras llegue más información desde Brasil que podría comprometerlo. Lo cual puede ser pronto. Finalmente, contra lo que se suele afirmar sobre su extrema inteligencia y sagacidad política, el ex presidente García ratifica que eso es parte de un pasado muy lejano pues, desde hace más de una década, mantiene invicta su capacidad de errar.