"Quizás el presidente uruguayo está esperando que pasen cosas en el escenario del asilo, que todavía tiene algunos aspectos problemáticos".,La frase del presidente Tabaré Vásquez “Nos tomaremos el tiempo que sea necesario” apunta a un desenlace demorado. El político uruguayo está sometido a presiones de dentro y fuera de su país, y cualquier decisión a la que llegue va a producir descontento. Es comprensible que no tenga mucho interés en apurar las cosas. Las próximas elecciones en Uruguay son dentro de poco menos de un año, sin reelección presidencial inmediata. Lo que Vásquez haga en ese año influirá en los resultados del Frente Amplio al que pertenece, y que va puntero en las encuestas. El tema de Alan García no es crucial en Montevideo, pero en una campaña no hay asunto chico. La frase de Vásquez podría, pues, estar intentando colocar la decisión del otro lado de las elecciones de octubre 2019, en los hechos lavándose las manos, y dejando el problema en las del próximo gobierno. García haciendo tiempo en la embajada de Lima, y bajo la lupa de los juristas uruguayos, es para Vásquez el problema menor. La declaración está allí como una forma de indicar que Vásquez está decidido a resistir las presiones de toda índole que exigen una solución inmediata. Quizás el presidente uruguayo está esperando que pasen cosas en el escenario del asilo, que todavía tiene algunos aspectos problemáticos. Por ejemplo el salvoconducto peruano. Si se concede el asilo y el gobierno peruano niega el salvoconducto, en cierto modo Vásquez habría perdido soga y cabra, quedando con la imagen de que Lima le ha doblado la mano. De modo que una garantía de salvoconducto es parte de ese tiempo necesario al que se refiere la frase. Para Martín Vizcarra ese “tiempo necesario” sería una situación incómoda. Al haber equiparado la concesión del asilo con un juicio de valor sobre la democracia peruana, toda demora será vista como expresión de dudas. García en la embajada sería una suerte de asilado informal de los uruguayos. Vemos, pues, que Vásquez y Vizcarra no tienen los mismos intereses. El uruguayo quisiera diluir el problema en el tiempo, y quizás también en la argumentación. El peruano está interesado en un desenlace favorable lo antes posible. Elementos suficientes para un entrampamiento político, diplomático, judicial.