Mensaje clave de la CEP sobre la corrupción y la impunidad. ,El mensaje de la Presidencia de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) sobre la corrupción constituye el pronunciamiento institucional más valioso y oportuno contra esta lacra por ir al meollo: la impunidad. El planteamiento es importante por su contenido claro y directo, así como por venir de la principal instancia de la iglesia católica peruana, que es, sin duda, la CEP y no el arzobispado de Lima como ha querido hacer creer por muchos años la potente plataforma mediática del cardenal Juan Luis Cipriani conformada por varios que, en vez de periodistas, parecen sus monaguillos y monaguillas. La CEP plantea, sin anestesia, que “la corrupción enraizada en las instituciones se hace visible con la implicación de políticos y grupos de poder a nivel local, regional y nacional, desprestigiando la institucionalidad del Estado y generando un grave daño a la sociedad”. Reconoce la indignación y profunda desconfianza ciudadana por la suciedad que se está revelando, y destaca el papel del fortalecimiento institucional, del estado constitucional de derecho, y de una justicia íntegra, honesta e independiente para atacar con energía a la corrupción. Como suele ocurrir con estos comunicados, lo más ‘sabroso’ de los mismos está en las declaraciones a la prensa de quienes firman el mensaje ‘Mantener viva la esperanza’: monseñor Miguel Cabrejos (presidente de la CEP); cardenal Pedro Barreto; obispo de Chiclayo Robert Francis Prevost; y obispo de Chosica y secretario general de la CEP Norberto Strotmann. Comentarios que son muy oportunos cuando Alan García busca asilo en Uruguay. Su nombre no se menciona en el mensaje pero deambula por el mismo como alma en pena. “La justicia es para todos y nadie debe eludir su responsabilidad frente a la ley”, comentó el monseñor Cabrejos, mientras el cardenal Barreto reclama “que no se canonice la impunidad porque es fuente de mayor corrupción”. Toma mientras. Ambos coinciden, además, a diferencia de lo que pregona en estos días el fujiaprismo, que en el Perú de hoy no hay persecución política, lo cual constituye un comentario relevante cuando el gobierno de Uruguay debe pronunciarse sobre este tema en el pedido de asilo de Alan García. A ver qué dice el cardenal a quien el ex presidente le besaba el anillo cada vez que se encontraban. Quizá ahora la corte de Alan García –en la que coinciden los periodistas cercanos a Cipriani– reclame que en el Perú también hay una ‘persecución religiosa’. No se diga más. Amén.