Esta vergüenza no debería ser el Apra... ¿no les parece?,Más allá del resultado de su pedido de asilo al gobierno de Uruguay, Alan García prefirió liquidarse políticamente al canjear su libertad por su miedo a enfrentar a la justicia por indicios de corrupción, pero, lo que es más grave, condenó al partido que le sirvió para llegar a Palacio dos veces, y salir del mismo con el bolsillo bien lleno, al suicidio político al conseguir que sus dirigentes sean cómplices de su cobardía ante el país y la historia. Ya sea en la residencia del embajador de Uruguay en San Isidro, o en Montevideo, Alan García ha hundido su perspectiva al confirmar a los peruanos que se corre de un juicio. Si Uruguay contribuye con el plan de fuga de Alan García, el gobierno peruano debería degradar la relación diplomática con ese país pues seguir como si nada hubiera pasado implicaría la admisión de que en el Perú hay una persecución política. Lo cual es una mentira de escándalo pues nadie en su sano juicio puede pensar que hoy existe una persecución política en el Perú, la tesis de García para eludir a la justicia. Lo hace con la complicidad penosa de su partido, el cual lo acompañó en el sainete de un golpe de estado que solo estaba en la pata de cabra con la que quiso violentar la democracia con su plan de fuga, y que luego, después de que García se metiera en la embajada de Uruguay, planteó que había sido la dirigencia aprista la que le pidió que se ‘salvara’. Mauricio Mulder y Jorge del Castillo tendrán visiones y planes totalmente enfrentados, pero se unen fraternalmente en el objetivo de colaborar con la fuga de alguien sobre quien existen indicios muy sólidos de ser un tremendo ladrón, lo cual envuelve el futuro del Partido Aprista en el manto de la podredumbre. Eso liquida la perspectiva del Apra. Dicha perspectiva ya estaba, en realidad, hundida antes de la fuga de García, como se demostró en las dos últimas elecciones en las que su partido obtuvo resultados magros. En la última, la del 2016, salvó la inscripción gracias a una maniobra indigna del JNE que, justo un día antes de la votación, cambió los porcentajes de las alianzas para salvar al Apra. Luego de este vergonzoso acto de Alan García para escapar de la justicia, y del Apra para blindarlo, la perspectiva del partido es oscura por haberse hipotecado al beneficio estrictamente personal de un político que puso a su partido al servicio privilegiado de su interés particular. Pocos destinos tan penosos como el que eligió un partido como el Apra que mereció un futuro más digno.